TiraEcol

Tira Ecol

sábado, noviembre 22, 2008

Un día de trabajo que no existió...

Diganme que tengo que trabajar con lluvia, y yo con gusto lo hago. Pero no me digan, nunca, que me van a hacer caminar y sufrir para nada, porque por eso hasta puedo llegar a matar...

Hoy, a las 11:31 am, debería de estar en la U, haciendo encuestas, tal vez con un delicioso desayuno en la pancita, y muriéndome de frío pero feliz. Pero en lugar de eso, estoy sentado en mi escritorio, en mi casa, con un dolor de cabeza de la gran puta, con dos camisas y con toda la ropa que andaba puesta empapada... Y aparte de eso, muy molesto.

Desde el Jueves, en que el bus para ir a al entrevista de Teletech no llegó y perdí un día de trabajo por una estupidez, me di cuenta de mi problema: Me mataba buscando un trabajo ideal, y altamente utópico, pero descuidaba los trabajos reales que ya tenía. Así que tomé la decisión de dejar de buscar (si algo mejor llega, pues mejor), y ponerle full time y full ganas al trabajo que ya tenía, o sea, el de hacer encuestas. Ayer entonces, me maté trabajando por lo menos unas 5 horas, hasta las 6 de la tarde, y aunque sólo logré sacar 6 encuestas, me monté en el bus de la U feliz, porque había trabajado y dado lo mejor de mi.

Hoy, hoy les había dicho a los maes esos que iba a llegar tipo a las 9 y media. El plan era llegar temprano, cobrar viáticos, recoger nuevas encuestas y dejar las de ayer, y salir corriendo a la U para agarrar a la gente que a pesar del frío y la lluvia, estaba en la U. Y después, iba a ir al Mall y a San José si era necesario. Me levanté temprano, felizmente hablando con Gaby y salí a la calle, con una lluvia y vientos de leves a medios, pero tranquilo porque creía que todo iba a salir bien. Pero supongo que los dioses siguen contra mí...

Llegué como a las 9 y 20 y como no había nadie, y estaba lloviendo, me senté en una esquina sucia bajo un techito mínimo, a esperar. 40 minutos después estaba convencido de que nadie iba a llegar antes de las 10, y tenía un pequeño presentimiento de que por la lluvia, por el frío o quien sabe porque putas razones, nadie iba a llegar; metí el presentimiento entre la bufanda y me negué a admitirlo como certeza absoluta. Pero 60 minutos después, dos horas en que estuve sentado en la misma esquina sucia porque sólo llovía más fuerte y con más viento, y en un momento en que se me estaba bajando la presión y todo se ponía negro, me levanté y empecé a caminar de regreso: A nadie le dió la gana llegar a la oficina, y sabiendo que yo iba a ir temprano, a nadie se le ocurrió tampoco siquiera llamarme y avisarme. Por supuesto, estoy demasiado enojado... Ni las mil llamadas a la oficina, ni intentar hablar con ex-Chewie sirvieron para que alguien me explicara que había pasado...

El Lunes, cuando vaya, alguien se va a a ganar una puteada, eso lo pueden jurar; si sería cortés (para no perder el trabajo sería lo más lógico) o un poco elevado de tono, no sé. Porque dudo mucho que a ellos les importe la plata que perdí hoy por las encuestas que no hicé, o que ahora me siento mil veces peor que en la mañana, o que como no había nadie para pagar viáticos, posiblemente no voy a comer en dos días seguidos... De hecho... ¿Hay alguien que le importen esas cosas en este momento? Creo que sólo Gaby...

Pero bueno, por lo menos algo me "alegró" el día: El momento TNT (Pasa en las películas, pasa en la vida, pasa en TNT) del día. Un perro, mojado y callejero, me salió al paso por la Princesa Marina y viéndolo bastante parecido a mí (Mojado y perdido), le hicé cariñitos un rato y seguí mi camino. Lo que no sabía en ese momento es que ese mismo perro me seguiría TODO el viaje a mi casa, cruzando calles, corriendo cuando yo caminaba rápido, esperándome cuando yo caminabla lento, y etcs... Como por cuarenta minutos perro y "idiota" (por haberme levantado y caminado para absolutamente nada) caminamos juntos, en contra de la lluvia, el viento y los taxis malparidos que nos "pringaban" cuando pasaban rápido por los charcos gigantescos. Obviamente, me enamoré del bendito perro, como es obvio también que no me lo podía quedar. Así que cuando llegamos a mi casa, y aprovechando que se había adelantado, le dije un adiós suavecito, abrí el portón, entré, lo cerré y subí las gradas corriendo. Pero el perro, que no le pusé nombre para no encariñarme más, se devolví para buscarme y cuando me vió arriba a punto de entrar a mi casa, intentó entrar, sin lograrlo. Y en un segundo en que se volteó para ver a un mae en bicicleta, me metí rápido y cerré la puerta. El último recuerdo que tengo de "mi perro por una hora" fue de él buscándome y cuando no me encontró, bajar la cabeza un segundo, volverla a subir y seguir caminando. Ojala que le vaya bien a mi perro.

¿Qué me extendí más hablando de un perro que de la falta de trabajo de hoy, y eso es ridículo? Pues sí, es ridículo. Casi toda mi vida es ridícula, dependiendo de como uno lo vea. Es ridículo, por ejemplo, que no me atreva a llamar a Gaby para contarle lo de hoy porque me de vergüenza que me conteste la mamá, quien pienso debe de odiarme o por lo menos, no considerarme como me consideraba antes, y todo por mi culpa... Pero bueno... ¿Qué le vamos a hacer?

¡Besos y abrazos de un Simón con mucho frío!

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