TiraEcol

Tira Ecol

domingo, diciembre 31, 2006

Reflexiones de un año que termina

Escribo añejo y sin camisa viendo como dos de mis mejores amigos, mi hermano y su novia por así decirlo, duermen en mi cama arrullados por el viento que entra por las celosías. Hace poco reían y ahora solo pueden cerrar sus ojos, conservando una mirada invisible en el otro, moviendo algunos dedos del pie con cuidado, como si temieran despertar a los demás. Y ya que estamos ubicados en mi locación de escritor personal, prosigamos con el relato.

Ayer me di el lujo de levantarme tarde, como tantos días ya en estas vacaciones indefinidas que se siguen prolongando para mi pesar; me doy cuenta que el dinero con el que cuento es precisamente el que no debería gastar. Me permito llorar en silencio por esto, sin que nadie lo sepa u observe, precisamente para ahorrar problemas y lamentos a mi favor; de todas formas, no duran mucho estos accesos de desesperación. Pero hablaba de ayer… Me quedé leyendo en la cama desarreglada con el sol filtrándose por mis cortinas blancas, luego de haber desayunado lo poco que quedaba de galletas y queso, sin más refresco que un agua con sabor raro. Tenía que ir al centro de la maldita ciudad de hombres josefinos, a riesgo de mis pulmones, dinero, felicidad y sanidad y todo para unos trámites burocráticos, como generalmente son todos, para solicitar un dinero mío; de paso, planeaba visitar a mi padre cercano que llevaba ratos sin ver, para desearle un próspero año nuevo y todas esas cursilerías que se dedican en estas épocas. Pero ya cuando me metí en la ducha, ¡Terrible Sorpresa!... ¡Acaban de cortar el agua! Y por eso, añejo, molesto, con ropa limpia pero piel sucia y más aún, con un pelo que decía que tanta agua le faltaba, terminé cogiendo un bus para San José, luego de hablar con mi padre y solicitar su ducha; leía para que no se notarán mis lagañas, y así, todo el viaje; la ciudad sucia de cuerpo y alma me recibía.

Hubo abrazos breves y algunas noticias de última hora con respecto a mi hermana, pues parece que había nuevos motivos para mi angustiado padre para estar triste. Respondí como pude sus preguntas y charle hasta el límite de la cortesía, escapando de su depresión con la excusa de mi baño, que era realmente algo primordial considerando mi creciente mal olor. Caí como preso rodeado de libertad bajo el influjo del agua calientísima y hubo breves instantes en que consideré quedarme simplemente ahí y así; lamentablemente, mi sentido de prioridades se ha agudizado y con prisa salí del baño para seguir las respectivas vueltas. Evidentemente, pasó todavía mucho ese día.

Empezamos buscando unas sandalias que yo deseaba para reponer las rotas que adornan el último peldaño de mis gradas, terminando luego en una comida en el restaurante vegetariano por excelencia en Chepe; en el ínterin, hubo conversaciones sobre mi madre, hubo búsquedas, observaciones, amores, reflexiones y otras cosas que carecen de importancia para aquel que sea ajeno al asunto. Lo que si vale la pena hacer notar es que cuando lo deje para ir a la divina Caja, diosa rencorosa y exigente, pude asegurar que un rostro triste suplantaba rápidamente cada gesto alegre y que si una sonrisa salía de tal cueva depresiva, era solo un reflejo de esa misma sombra que pesaba sobre su alma; entiendo porque esta así, y como pude, traté de aliviar ese peso, pero en estos momentos y lamentablemente, solo él con su forma de percibir las cosas y actuar puede ayudarse a sí mismo.

Llegando a la institución esquinera y negra a donde iban dirigidas mis pesquisas, me enojé ante la ínfima cantidad de dinero que recibiría después de todo; no era ni siquiera la mitad de lo que esperaba obtener. Pero lo preferí ignorar por el momento y cogí un bus para encaminarme otra vez a mi relativamente limpia y hermosa ciudad, pues quería hacer algo nuevo hoy. El viaje no duro mucho y cuando menos me di cuenta, estaba de pie en la parada habitual, hablando solo en voz alta, como usualmente me pasa, ante la extrañeza de hombres y mujeres, con excepción de los niños y los locos. Si seguía sin haber agua, nada hacía yendo a mi casa, por lo que decidí concretar por fin una idea que tenía desde hace bastante tiempo e irme al parque por el que siempre paso, a leer, a escribir, a sentirme uno con el césped, talvez buscando esa paz encontrada y amada en Rancho Margot. Pasé algún tiempo ahí, observando a los niños jugar y al sol detrás de un árbol, y tan extasiado estaba por su belleza, que terminé componiendo un poema, una magnífica oda a mi parque. Pero en medio de la composición del segundo que me prometía escribir, una de mis mejores amigas, Percantilla, me notificó sobre la fiesta en la noche en honor a su madre/amiga, ofreciendo su compañía ya que se encontraba cerca; recogí mis cuadernos y esperé pacientemente su visita, seguro a la vez de que se perdería. Pero al poco tiempo, y luego de hablar con el propietario de los apartamentos, urgiéndole sobre el asunto del agua, terminé caminando al otro parque de Moravia, el central, para encontrarme con la misma pareja que duerme ahora delante de mí; tenían un regalo para la cumpleañera y un plan… Un plan sublime.

La víctima cumpleañera, Vale, nada sabía sobre la celebración y según informes de espías apostados en su familia (su madre y hermana), estaba bastante deprimida. Luego de que los miembros del escuadrón de aviso, o sea, nosotros tres, estábamos listos y reunidos, entramos furtivamente a su casa y a la primera visión del objetivo viviente, cantamos una canción de “Feliz Cumpleaños” que se terminó viendo arruinada por los gritos de emoción de la antes deprimida… Nos presentamos, y pude notar que las pocas fotos que había visto le hacían y no le hacían honores… Al principio la noté simplemente bonita, aún cuando poco a poco esa concepción terminaría cambiando; con anteojos, medio achinada, pelo simplemente magnífico, más alta que Percantilla, y con una sonrisa de oreja a oreja. El caso es que luego de que su querida madre, con la cual curiosamente me terminé llevando bien casi al instante, nos dejará en el lugar de la fiesta, siguieron tantas cosas que solo mencionarlas es bastante; picheles de cerveza, como tres o cuatro cigarros fumados de mi parte, aún cuando se supone que no fumo, dos cantadas de Karaoke (Born to be Wild y Hotel California) con un nuevo amigo que se sumo a la pelota, haciendo a los Tres Mosqueteros, risas, bailes, fotos, sacadas de lengua, chistes, más abrazos, más fotos, una mujer que se apreta con dos amigos uno después de otro en una esquina, sus amigas indignadas, hombres curiosos que no saben que pasa; en fin, toda una orgía de sensaciones. Y más aún, porque creo que mi corazón ha encontrado a alguien de quien volver a enamorarse.

Si tuviera que encontrar el punto exacto en donde la feliz cumpleañera dejó de ser una cara bonita para ser un alma que hacía latir mi corazón, no sabría precisarlo; si de algo sirve, sé con certeza de que fue un cambio bastante rápido. El caso es que desde ese punto, siempre andaba buscando con la mirada sus ojos, o por lo menos su vivaz sonrisa, tanto bailando como conversando con sus amigos; yo, medio sordo como soy, y atento en esos momentos a otros cantos y vacilones, no podía hacerme presente para ella. Por esta razón fue talvez que en el segundo karaoke, y habiendo programado con los demás cantores decir un feliz cumpleaños a la mujer maravillosa que sentada reía, terminé mencionando lo preciosa que era, llevado más por una maravillosa intuición, que por una charlatanería desmedida. Y finalizando la noche, la miraba de reojo mientras hablaba con un amigo, para no hacer notar mi mirada posiblemente impertinente de forma tan obvia; si necesitan más pruebas, solo con decir de que de alguna forma me entristecía al oírla mencionar de una pasada en que solo vendría una vez al mes y de cómo sigue enamorada de algún tipo, talvez de la misma forma que yo con la mujer casi siempre citada en estas letras, protagonista de mi último dolor e injuria de mi parte; talvez estemos en el mismo entrabe y necesitamos de uno y del otro para salir adelante; talvez al final, no pasé nada. Aunque tengo sus múltiples números de teléfonos, tengo todavía que solucionar ciertos asuntos pendientes por los cuales una salida en este momento podría solo acentuar mi depresión económica… Aunque pensándolo bien, podría utilizar la amistad de su madre y ganarme una invitada a tomar café, todo y mientras yo llevé el pan, como la misma me hizo prometer… Esperemos que terminé este año y ahí veremos… Dejemos que finalice para volver a empezar…

P.S: Ya estos dos cabrones se levantaron, jejeje.

31 de Diciembre 10.23.am
¡Oh Dios Mío! Es este el último día del último fin de semana de la última semana de este año… Una ocasión, por supuesto, para celebrar. Pero antes de comentar algunas cosillas de este año, digamos que paso ayer, justo cuando esos cabrones se levantaron; un día de alegría termino siendo ayer.

Después de que nos bañáramos y de que Percantilla se fuera regañada a su casa, mi mejor amigo y yo salimos con prisa de mi hogar, pues el carro de mi mejor amiga/mamá ya esperaba afuera para llevarnos al cine a todos juntos; los únicos de la familia que no participarían serían los menores. Vacilamos, cantamos, recogimos a mi amiga/hermana mayor con la que las risas se intensificaron, luchamos contra el tráfico y un parqueo complicado y mi madre pude susurrarme que tendría que hablar conmigo más tarde en privado en referencia a mi Tío David; pude haberme permitido preocuparme sino fuera porque le pregunte expresamente si debía hacerlo, a lo que recibí un rotundo no. Y al final de todo, llegamos a la película, un poco tarde, y nos sentamos con palomitas y nachos y refrescos que aparecieron por arte de magia, talvez haciéndole honor a la película. Por un tiempo que no sé medir, El Ilusionista acaparo nuestra atención.

¡Película soberbia! ¡Música majestuosa! ¡Trama enloquecedora y nueva y original! Obviamente, no planeo contar más que la historia es de un mago, un ilusionista que si bien algunos de sus trucos pueden ser obras de artilugios mecánicos y demases, hay otros que trascienden la simple maquinación de un ilusionista cualquiera, alterando la esencia misma de esta “ilusión” en donde vivimos, no muy diferente al Neo que al llegar a la casa veríamos en Matrix. Salí de la sala callado y así hube de permanecer por sus buenos minutos, sorprendido, estupefacto, muy pensando en todo para poder articular palabra… Pero eso habría de cambiar. Empezamos a dar vueltas por ahí buscando el regalo perfecto para el Tío David o Babis como pude ver luego, pasando primero por un auto mercado. En él, mi buena amiga Percantilla, luego de bailar juntos por todo el lugar, constante que definió por mucho tiempo nuestras andadas antes de que llegará su novio, me termino aconsejando que a pesar de que se iría esa mujer que tanto me impresionó ayer, nada perdería mandando un simple mensaje, con un hola sin decir quien era, incitando ese lado curioso y magnífico de las mujeres. Y bien lo hice, una alegría a la mil sorprendió mi cuerpo y alma, haciéndome bailar, hablar, cantar y sonreír de una forma que hasta para mí, es poco habitual. Puede ser por el hecho de entender que estaba poniendo mi amor en alguien que me pudiera corresponder, o porque por primera vez podía ver a esa mujer que todavía amo, pues no piensen todavía lo contrario, pero con una sonrisa, un abrazo y una caricia tierna; talvez seguiré sin saber, pero realmente no me importa. El caso es que me conozco y siendo fiel a mi creencia, la alegría me drenó y canso como pocos ejercicios logran, relegando el desborde de amor a mis labios y ojos solamente, dejando mi cuerpo descansar. Así llegamos por fin a mi hogar, al hogar de todos, en el que pude por fin saber que era tanta cuestión que debía ser hablada en privado; pudo ser un golpe, pudo ser motivo de lágrimas, sin ser ninguno de los dos.

Antes que todo, pude por fin leer el correo que originalmente mi Tío había mandado a la familia, correo que casi logra arrancar la misma lágrima que cayó cuando el autor escribía. De una vez digo, el contenido de las cartas que leí no será explicado, por un lado para mantener la magia, por el otro porque es imposible definirlas, y por último, porque curiosamente, nadie más que nosotros debería saber que se dijo. Leí otras misivas más de cariño entre hermanos, de palabras raras, de recomendaciones, de locuras, hasta que por fin el tiempo para explicarme que pasaba llegó. Simplemente, una carta y una observación dirigida con pasión habían producido sospecha con respecto a una posible relación entre mi tío y la mujer que aún amo; una relación que iba más allá de lo normal. Y como tal, se escribieron nuevas cartas pidiendo explicaciones, cartas que no dudo fueron severas en algunos momentos. El caso es que por fin se dejaron de lado las cartas y hubo una llamada… De mi Tío… El comprendía la edad que tenía la mujer que todavía amo y todo, pero aún así, si el tuviera la edad de ella, no haría nada por una buena razón; porque yo la amaba un pichazo y el sabía que si tenía algo con ella, me haría sufrir, por él y por ella. ¡Una muestra de lealtad más Señores! Pregunté si ella sufriría por ese amor que tenía con él, pero se me aseguró que no, por lo que pude seguir mi vida tranquilo; haya pasado lo que haya pasado, eso no quita que me siga preocupando como un anónimo enamorado. Pero hubo un momento en que se hubo de decir basta, pues me esperaban nuevas cartas; la carta de contestación a la que yo con tanto amor hube de escribir antes.

Era de amor como fue la mía; era de sinceridad infinita desbordando en sus palabras como la mía; era de simple reconocimiento de almas como la mía cito en algún momento. Lloró cuando la leyó, al igual que por poco yo lloré al leer la suya… Lo que se dijo es para mí y para él, pero si puedo asegurar que la carta solo acentuó de forma a la mil el amor que le tengo a ese querido hombre, al punto de que ya llegamos, yo y la familia, al punto de enamorarnos de Él… Entregando nuestros corazones y el suyo en una fiesta en honor a la energía del universo, o sea, el AMOR. Ahora solo puedo esperar verlo más tarde, en la celebración de Fin de Año y aún antes… Solo puedo esperar para abrazarlo.

Y ahora, ya que terminamos de contar sobre los acontecimientos de ayer, hagamos reflexiones sobre este fin de año. Un año que empezó de la misma forma que este hará, con mi familia en el parque viendo los fuegos artificiales, aún cuando en ese momento mi mejor amigo y hermano se encontraba ausente por una molestia contra mí; al final siempre se arrepintió por haberlo hecho. Fue después cuando me pasé de ese hogar que siempre querré, no por sus ladrillos y cementos, sino por sus habitantes, y todo por un rechazo de una carta de amor que había escrito a esa mujer que sigo amando; una carta que inspiro uno de mis cuentos y muchos de mis poemas. Ahí empezó una etapa de mi vida que solo agradezco haber terminado; una vida de drogas, alcohol, salidas constantes, trabajo que odiaba, de juegos hasta altas horas de la noche, de amigos hipócritas, de amigos peligrosos. Y pudo haberse prolongado, si no hubiera sido por la bendita meningitis; mi experiencia trascendental por excelencia.

Dos días técnicamente muerto, unos diez conectado a una máquina, un mes internado en el hospital; simples números que no logran hacer comprender el sufrimiento, la desesperación, los problemas, el dolor, las culpas, las lágrimas, como tampoco los agradecimientos, las sonrisas, los chistes, las esperanzas y demases. Salí de ahí medio sordo y débil como la gran puta que nos parió a todos (al universo, siendo la puta el cambio), pero salía feliz… Sí, feliz y contento porque amaba y era amado de vuelta.

Como todos saben, o creo que saben, fue en el hospital que la mujer que amo se me declaró, logrando que mucho tiempo después, en un parque de San José donde el sol refulgía, nosotros cobijados en la sombra de un magnífico árbol, nos hiciéramos novios. Fueron cinco meses de alegrías, de descubrimientos, de culpas muchas veces y responsabilidades, de castigos, de charlas, de ojos cabizbajos, de ignoradas, de perdones, de conocimiento y miles de cosas más; cinco meses que habrían de terminar abruptamente cuando se me vio no un novio, sino un hermano o por lo menos, amigo. Ese sufrimiento, si han de saber, todavía repercute en mi corazón.

Pero seguí adelante, sin conseguir pareja pero luchando poco a poco… Luchando para cumplir mis sueños, como la entrada tan deseada a mi universidad preferida o participar en mi primer concurso de cuentos, del cual todavía esperó resultados. Hubo reuniones de diversos grupos, uno en pro a la naturaleza y el otro pro literatura, citas con amigas que no fueron más que eso, problemas en mi trabajo, enamoramientos con una casada y una mujer con novio. Tuve también un re-encuento con mi padre lejano, por medio de cartas, por las cuales seguimos en contacto y un re-encuentro con mi progenitora, pues considero que el nombre de madre ya está utilizado y no para ella, con la que luego de una o dos reuniones satisfactorias, se termino volviendo rara con oscuros presentimientos de mi parte cuando la oía hablar, hecho que termino provocando para que yo me echará para atrás; no quería que me volvieran a herir.

Fue un año en que abandoné a los amigos hipócritas y las salidas sin más sentido que tomar y emborracharse; un año en que, talvez por mi muerte y resurrección o por otros factores, estoy seguro que maduré un pichazo, provocando que no viera en tales acciones más que estupideces juveniles sin sentido. Un año en que escribí con una maestría excelsa, con la que recientemente empecé con poemas nuevamente, basados en talvez… No, de fijo… Mujer que todavía amo… jeje.

Un año en que ya llegando a su culminación, conocí a uno de los miembros mas amados de mi familia, luego de protagonizar con él un episodio un tanto doloroso con la mujer que amo… Un año en que aprendí o recordé montones, sobre el amor, sobre la vida, sobre los sueños, sobre los deseos, sobre el querer, sobre el noviazgo, sobre la familia, sobre la lealtad, sobre la hermandad, sobre la confianza, sobre la muerte, sobre la hipocresía, sobre ser abandonado, sobre ser recogido de la carretera abandonada con amor cuando uno es mierda… Un año en fin de tantas cosas que escribirlas todas sería una tarea épica… Un año que nunca olvidaré y de eso estoy seguro… Un año sumamente maravilloso.

viernes, diciembre 29, 2006

En la Soledad desacostumbrada

Es curioso para mí ahora lo fácil que me adapto a diferentes circunstancias, y más aún, acostumbrándome muchas veces al punto que las llego a necesitar. Anteayer tenía todos los planes para quedarme en este apartamento, que aunque estoy cada vez menos, suda más vida que antes por las constantes visitas de mis amigos, pero algo surgió; la soledad atacó con sus legiones de ansiedad, desesperación, locura, encierro y hambre de amigos. Resistí su terrible asedio por unos cuantos segundos y presenté mi rendición; llamé al instante a mi familia para ver si podría ir. Aunque las mujeres estaban a punto de irse, mi mejor amigo/hermano se quedaba, y sin hablar con él primero, partí a mi hogar; quien sonreía más, si yo o la soledad, no sabré decir.

Llegué justo en el momento para ver partir a mi madre/amiga y mis dos hermanas/amigas; solo hubo tiempo de hablarme de una carta. Parece que el querido tío David había mandado una carta para la familia, que provoco palabras más conocidas por el alma que por el léxico humano; lamentablemente, estando ellas a punto de partir, la lectura quedo postergada hasta ayer. Mientras todavía se escuchaban los ecos del poderosos carro nuevo en las calles del vecindario, yo saludaba con abrazo a los demás integrantes de la noche de fiesta privada que habríamos de tener; dos personas que a fuerza de experiencias vividas, se han ganado mi confianza. Comimos, bebimos, recibimos a Percantilla y las perdidas inherentes con su novio en el cuarto principal, y al finalizar la noche, nos “frikeamos” a puntos extremos por un televisor gigante y zombis malditos; por dicha, para propósitos de sueño, no fue esto lo último que vi, sino unos carros dulcemente arreglados.

Pero antes de terminar, tengo que describir unos de los episodios más importantes; escribí una carta al Tío David. Una carta de agradecimiento, que además buscaba explicar como me siento con respecto a él, el porque lo veo a veces como un hijo que debo proteger, hecho curioso que solo me ocurre con mi madre/amiga; una carta en fin para abrir mi pecho y volcar todos su contenido en una pantalla de Mac. No sé si lo escribí en el momento esperando alguna respuesta, pero ahora que la emoción del momento ha pasado, reviso todos los días el correo esperando ver entre todos uno con su nombre, para dejar que mi corazón corra a mil mientras se abre. ¿Quién puede esperar saber cual es su respuesta?

Por el otro lado, sigo la lectura de la hermosa Dama de las flores de Camelias, ese relato amoroso con final trágico pero desarrollo enternecedor que puede en algunos momentos llamar a las lágrimas a su lado; un amor sublime con protagonistas de índoles curiosas, pero de esos que pocas veces se encuentran. Y por el otro lado, unas cumbres altamente borrascosas llenan mi imaginación, con un amor juvenil que se vuelve maduro de golpe, terminando por ser la mujer una soberbia y maldita, y el hombre un desgraciado y más maldito aún; una pareja perfecta sino fuera por el status de casada de ella. Creo prever que tal condición no durará tanto como se esperaría, pero decir más con las pocas páginas leídas sería simplemente una idiotez. Por eso, os dejo hasta nuevo aviso con respecto al tópico de libros.

Y para finalizar, déjenme hacer notar como mi espíritu se ha visto en la elección de concretar una amistad y mucho más con una persona con reputación de hacer mierda a las personas; lo pensé por mucho tiempo, teniendo de lado mi amigo haciéndome notar como se podría aprovechar la hermosura, la agilidad y habilidades harto grandiosas sin meter los sentimientos. Pero al final, ayer, terminé rehusando el número de la persona, conociéndome lo suficiente para saber que paso enamorado 24/7 365 días al año, y que tal mujer posee todo para que yo caiga en las malditas redes; sencillamente, dije basta a que por amor me hagan como un pedacito de mierda en el camino. De todas formas, el simple hecho de coger por coger nunca apareció muy intrigante y necesario para mi alma, que se place en el acto de coqueterías y amores, de romances y poemas; si, talvez sea un poco raro considerando mi generación, ¿pero desde cuando los genios nos parecemos a los demás de nuestras generaciones? Ah, y eso, modestia aparte. Jejeje.

miércoles, diciembre 27, 2006

Una Navidad en donde se aprende por la familia

Parece que ya escribir todos los días ha dejado de ser una constante en este diario que deja de hacerle honor a su nombre; cada vez estoy menos en mi casa o tengo la disposición real de escribir. Pero si por un lado ya no describo ni cuento de forma regular lo que me pasa, eso no quita el hecho de que amo la sinceridad y narrar mi vida sea como sea. Por esto, hoy habremos de narrar los acontecimientos de esta “navidad”, en donde cuatro charlas coronaron lo que prometía ser un dulce sufrimiento; la división ahora será: En medio de la fiesta, Charlas con David, Charlas con Richy y luego del final.

En Medio de la Fiesta
El despertar luego de una noche compartida con otras dos almas en mi cama se mostró diferente pero incómodo; tanto mi espalda como mi cuerpo acostumbrado a dar vueltas reclamaban la noche, Luego de vacilar, jugar, bromear, sacar lenguas y dirigir ojos molestos pero juguetones, partí con la esperanza de conseguir desayuno, pues una charla que no me incumbía se veía hervir en el ambiente; además, yo tenía mi propia discusión en espera. Había por fin decidido ir a la cena navideña con mi familia, llegando al punto incluso de ir temprano para ayudar a limpiar y demases, aún si tuviera que soportar la presencia de aquella amiga, y novia que ya no era ninguna de las dos. Comimos y ya bañados todos, caminamos hacia el centro de mi hermosa ciudad para dejar nuestra integrante estelar a sus propios designios; no pude evitar notar que algo pesaba en el corazón de Percantilla. Pero había compras de amigo secreto que realizar para mi mamá/amiga, por lo que pasamos con rapidez a comprar una velas e inciensos, para luego pagar para que fueran empacados usando mi pereza e inhabilidad para tales actividades como excusas, y finalmente, cogiendo con un despliegue de vagancia un taxi para que nos llevará por fin al hogar, a mi mejor amigo/hermano y a mi. Y llegamos, con cara de cansancio ambos, pero esperando que esa noche fuera grandiosa; no fuimos decepcionados.

Pasamos limpiando toda la tarde, entre un cigarro recorriendo la limpieza o muestras de desprecio ante tanto caos. El caso es que por fin, en algún quiebre entre el tiempo y el espacio, terminamos la limpieza del hogar que tanto quiero, pudiendo apreciar un nuevo acomodo de muebles, ese tele gigantesco sentado en la habitación principal o esa cocina nueva y soberbia mirando con desdén el resto de sus compañeros. Dormimos entonces, como dioses que han terminado su creación, esperando simplemente ya los invitados que pronto llegarían. Cabe hacer notar que como buenos ticos, nadie llegó temprano, teniendo ambos jóvenes tiempo suficiente para bañarse y arreglarse, deleitándose ante el buen trabajo realizado. Y así estábamos en aquel momento en que mi mamá/amiga llegó con su caballo magnificente, con tres ocupantes nuevos: La mujer que tanto hice sufrir, el hombre que tanto me hizo sufrir en algún momento, y un hermoso perro que coronaba la unión entre los dos; digamos de una vez que la primera mencionada, mi ex amiga, ni siquiera se digno a saludarme, empezando con broche de oro una noche que en algún momento temió por tornarse infernal.

Mi depresión de días pasados se reavivo con ese simple hecho; aquella mujer que tan amistosa se había mostrado en nuestro encuentro pasado solo tenía ojos para los demás menos para mí y más aún al mismo hombre de aquel fin de semana. Todos me decían que mejorará mi ánimo, que disfrutará, que fuera feliz… Y realmente lo fui. Aún cuando hubo uno momento en que mi mamá/amiga me tuvo que decir que no era lógico sentir celos por las constantes muestras de cariño entre ese hombre que se mostraba cada vez más grande y sabio y una joven que bien podría ser su hija, como me hizo notar mi amiga , y que esas miradas de negrura en medio de tanta luz estaban de sobradas, igual me di el lujo de bailar, abrazar, llorar, reír, cantar, celebrar, jugar, bromear, charlar, pensar, comer y procurar en cada segundo dejar de lado ese lado pesimista que aunque todavía latente, se empezaba a empequeñecer. Con tal espíritu puedo afirmar que ha sido la mejor navidad que mi alma ha tenido el placer de disfrutar.

Ya los regalos habían sido dados, provocando lágrimas a la persona que yo le regalaba, a una de las mejores maestras y alumnas, y causando una terrible admiración a la persona que me regalo a mí, un hombre grande, amoroso, intuitivo y hermoso, regalo que dicho sea de paso, tendrá el privilegio de ser leído solo y con cuidado, pues la alquimia y símbolos se merecen ser estudiados. Ya había pasado también el discurso de ese miembro nuevo y magnífico de la familia, en que todo resentimiento que pude haber sentido por él se disolvía; ya todos los que tomamos también habíamos consumido una buena cantidad de licor, hecho que es importante hacer notar. Recuerdo que en medio de todo, él se separo del grupo para atender a su joven y perruno hijo, como frecuentemente terminaba haciendo, y yo, en virtud de una intuición grande, lo seguí, sentándome a su lado sin decir palabra alguna; realmente, era innecesario decir algo, pues ambos sabíamos que habría de pasar. Pasemos entonces a la sección de Charlas con David.

Charlas con David
Creo reconocer en David uno de los infinitos futuros posible para mí: Viajero, libre, inteligente, curioso, original, artista, enamorado de la vida y el todo, grande e intuitivo. Apenas me hube sentado con él me pregunto que pasaba entre él, yo y la mujer que amo todavía. Se lo explique todo, dominado no sé todavía si más por el licor consumido o por la confianza que terminaría entregándole al final: Mis impresiones del fin de semana aquel en Arenal, mis impresiones en ese momento, el hecho de que todavía me daba el lujo insensato de amarla. Me dijo dos cosas… Una era que ella no me daba el cien por cien y que talvez no me lo llegaría a dar nunca y que tenía que darme cuenta de eso… Lo otro fue que ese sufrimiento, esa melancolía era lo que me motivaría a escribir cosas grandes, poemas maravillosos como aquellos que por X o Y razón deje de escribir hace mucho, y que el hecho de verla amando o coqueteando con otro sería necesario si quería ser grande. Tuve que admitir su verdad, el hecho de que el buen poeta necesita sufrir para describir con palabras nuevas lo mismo de siempre, el hecho de que la poesía es como una batalla para ganar un amor que se muestra perdido desde un principio, una batalla eterna en la que a la larga, no hay perdedores ni ganadores, sino simplemente experiencia. Pero en todo, había una parte mía que se negaba a admitir que los únicos poemas buenos venían del dolor y sufrimiento, del rechazo y de los imposibles, parte que terminaría teniendo una conversación diferente esa misma noche, la cual será detallada en otro apartado. El caso es que esa noche, terminamos abrazándonos, yo diciendo gracias, y él simplemente aconsejándome que siguiera enamorado de esa mujer grande, por el simple hecho de que no me amaba ni quería cien por cien, y por el simple hecho de que los poetas solo somos felices con ese cien por cien; que la usará para escribir magníficos poemas. Curioso que realmente sea cierto lo que dijo: Los poetas queremos el amor que tanto escribimos, ese amor perfecto… Pero o lo encontramos y dura minutos, o solo logramos hallar imitaciones casi perfectas pero burdas del mismo… Esa búsqueda fracasada pero constante es lo que nos mantiene creando, pintando con palabras ese amor perfecto que esperamos todavía encontrar. Todos estos pensamientos hervían en mi mente, hasta el momento en que dormí cansado, solo para levantar con lo mismo en la cabeza.

Todos nos levantamos cansados, con ojeras, pero sonrientes; había sido una noche que quizás algunos no llegaríamos a olvidar. Lavé, me bañe, jugué, vagueé, di vueltas sin hacer realmente nada, hasta un momento en que todos partieron, dejándonos a ese amigo/tío y a mi nuevamente solos, momento propicio para continuar cualquier cabo suelto de la noche anterior. Sin yo decir nada, él termino abordando el tema, pidiendo perdón por cualquier cosa que habría dicho esa noche navideña, alegando que tenía su buena cantidad de alcohol en la sangre. No pude menos que reclamar lo equivocado que estaba al pedir perdón, pues lo que había dicho me parecía con toda la lógica del mundo, pidiendo yo mas bien gracias por su ayuda. Continuo diciendo como yo no merecía alguien que no me amará cien por cien, como poeta, como ser humano, y como yo; que el dolor y sufrimiento del que hablaba la noche anterior era ese melancólico pero grande, no ese que nos rebaja la autoestima; que si una mujer no nos daba ese cien por cien era simplemente por que no éramos su tipo, no porque tuviéramos algo malo; que si el ángel no me amaba era simplemente porque no era yo la persona indicada para ella, pues sino lo hubiera dado todo.

Le hablé de mi teoría de la receta del amor, con la cual concordó, añadiendo que la receta uno la recuerda, no a pedazos o etapas, sino por completo, cuando uno consigue esa persona ideal, esa mujer o hombre que me esfuerzo todos los días por materializar; esa alma que reuniera las tres partes del trípode de relaciones perfectas, si tal cosa existe: 1. La piel representando la unión sexual, intima y grandiosa, la conexión carnal. 2. El corazón o esa chispa que como bien diría mi tío, no se puede forzar porque se mata aún más, pues surge en el momento, pues es intuitiva y no racional… Esa chispa que yo todavía tengo cuando pienso en esa mujer hermosa que mueve mi corazón, chispa que ella ya no posee, pues sino seguiría todavía conmigo. En fin, la química, el sentimiento, el amor, el calor, la conexión de almas. 3. Y por último, la mente. Esa interacción de experiencias y opiniones de grandezas iguales, ese crecimiento conjunto de aprender y recordar cosas viejas y nuevas que solo se logra cuando ambos seres son suficientemente iguales para no matarse por sus creencias, y suficientemente diferentes para aprender cada uno algo nuevo del otro siempre, sin trabarse en esos silencios de reconocimiento que tanto poblaban los espacios con la misma mujer de la que hablo en este día; en fin, una conexión intelectual. Si no se tiene alguno de esos ingredientes bien dispuesto, la plataforma cae y el trípode se rompe; cuando eso pasa, la relación se debe dejar, siguiendo siempre esa búsqueda del amor perfecto. Aquí fue donde la conversación vario a la de ayer, pues la recomendación en ese momento fue seguir todavía con la ilusión del amor por esa mujer, pero que siguiera buscando… Cuando llegará a conocer esa persona que tuviera inherente mi receta del amor, le dedicaría mi corazón completo a ella, olvidando “ipso facto” a esta mujer que amo ahora, relegándola al plano de la mejor de mis amistades… También podría ocurrir que la sustitución ocurriera simplemente cuando conociera un amor más grande que el que tengo ahora, pues si todavía amo a esta mujer, es por que no he experimentado por el momento sentimiento igual; en todo caso, mientras llegué ese momento, puedo darme el lujo de seguir amándola. Siempre y cuando recordará que no debía bajarme esta querida autoestima, todo y cuando recordará que aunque él personalmente seguía sin saber de su persona con la receta del amor, la seguía buscando, viviendo, amando, sufriendo. Y así, concluyeron las charlas con ese tío que la última noche terminé diciéndole lo mucho que lo quería, lo mucho que confiaba en él y lo mucho que le agradecía todo; lo vi partir con un corazón encogido pero contento, esperando nuestro próximo encuentro para poder abrazarlo. No es todos los días que se gana una familia tan grandiosa.

Charlas con Richy
El tío al que por alguna razón, todavía no llegó a decirle como tal; un hombre sensible, parecido a mí en su versión madura que ha vivido, sufrido y recordado mucho. Tal es la persona que sin yo decir nada, miraba con ojo conocedor mi desgracia oculta o mis preocupaciones actuales. Varias veces me pregunto como estaba, curiosamente precisamente en los momentos en que más hecho mierda estaba; valga decir que siempre alegaba que estaba perfecto. Pero después de escucharlo durante la noche, de verlo compartir con mi otro nuevo tío, me vi obligado a hablar con él unas cuantas palabras antes de que partiera, y movido por semejante propósito, lo acompañe hasta su auto, todavía con las risas a nuestras espaldas; una luna silenciosa esperaba con ansiedad nuestras palabras.

La conversación empezó con una pregunta… Quería saber si la poesía buena era realmente solo fruto del sufrimiento o si como una parte mía creía, también podía nacer del amor y otros sentimientos. Cualquier sentimiento expresado con intensidad y sinceridad era inherentemente grande y los poemas que hablarán sobre ellos, serían igual de buenos que cualquiera del sufrimiento; lo que si era cierto es que en una cultura que adora al dolor, estos poemas tenían cierta predilección. Le terminé hablando, al igual que al primer tío, sobre mi historia particular de amor y de cómo todavía seguía amando a esa mujer; lo que a mí me dolía era cuestión de ego, pero de una forma sublime, dijo él. Quise saber más, pero el hombre alegó que era largo y que la cuestión tendría que ser dejada para otro día. Venía saliendo de una conversación que me había dejado pensando en lo irremediable de sufrir por el amor, pero al terminar de hablar con mi segundo tío, y más aún cuando me dormí, no dejaba de pensar en un simple y curioso hecho que no podía comprender… Una cuestión sublime de ego.

Como dormí y como desperté ya está descrito en otra parte de este escrito, pues aunque dicotomías de pensamientos y sentimientos arrasaban mi ser, todo fue exactamente igual. Pensamos en ir a una película en la tarde, idea a ser sustituida por ver una película en el confort del hogar; idea que fue del todo genial. Pues ya cuando la noche caía, aquel tío que me había dejado intrigado volví, oliendo a respuestas y preguntas nuevas. Hablamos de libros, de cambios, de experiencias, de profecías que vienen en grupos de nueve, de prácticas y revelaciones. Hablamos mucho, pero apenas tuve mi oportunidad, pregunté sobre aquel ego sublime utilizando como sombra a mis palabras algunas risas en el entorno… Y su respuesta no se hizo esperar. Con la excusa innecesaria de una canción, caminamos al parque vecino, para terminar de zanjar esa cuestión sublime que no podía yo entender; la luna menguada estaba ahí otra vez, intrigada como yo sobre lo que podríamos escuchar; afortunado yo más que ella por contar con ese calor humano de miradas y palabras.

Todos los seres humanos nos sentimos solos pues en tiempos primordiales, perdimos nuestra otra mitad; seamos hombres o mujeres, buscamos ese pedazo de alma perdido. La vida humana entonces gira en sus comienzos por recobrar esa mitad para empezar a caminar en pro de nuestro progreso, pues sin ella, aunque avanzamos, lo hacemos gateando. Por eso me dolía tanto la separación con esa mujer grande, porque mi alma estaba muchas veces segura de que era ella esa otra mitad, y más aún, porque se sabía nuevamente sola y en el punto cero de empezar a buscar otra vez. Todos los seres humanos, seguía diciendo mi querido tío, tenemos de igual grado esta noción de soledad, pues en esa igualdad es que un poema de amor o rechazo nos llega a todos, independientemente de rostros o sonrisas, pues es la noción general de ese pedazo perdido lo que nos duele; en momentos de máximo sufrimiento amoroso, tenemos que recordar que la pérdida que lloramos no es esa mujer que nos abandono, sino un concepto de soledad que tenemos desde el principio de los tiempos, mucho antes de este cuerpo o del otro. Lo único que cambia en todo esto es la intensidad con la que experimentamos la soledad y ese deseo de caminar con nuestros dos pies, intensidad que creo reconocer en un grado mayor al común en mucha de mi familia. Eso sí, esta noción de no estar completo, cosa que yo creía como totalmente errónea pues veía al ser humano ya un ser completo, es así, casi tanto como no lo es; somos dioses que no recordamos ser tales, que no sabemos que ya somos completos, y para ayudarnos a recobrar ese conocimiento, podemos elegir dos caminos: Podemos completarnos con ese otro pedazo de alma, como lo podemos hacer solos, a través del esfuerzo y trabajo, volviéndonos a nosotros mismos en hermafroditas cósmicas; es obvio que el último procedimiento es el más difícil, por lo que solo grandes avatares, sean mujeres u hombres lo han realmente logrado. Y si me ponen a escoger, y por lo menos por esta vida, escojo el amor y la relación como el medio de recuerdo.

Por eso era todo el rollo un asunto sublime de ego: Me siento solo y el recuerdo de ese amor que me llenaba me persigue constantemente, urgiéndome a conseguir esa pareja ideal. Y ya de regreso, una última pregunta se me ocurrió… ¿Será que hay varias otras mitades o solo una específicamente?... Tal pregunta no me respondida, pues según reglas no establecidas, solo se podía preguntar una vez por día. El caso es que se me aconsejo que solo viviendo podría averiguar la verdad de mi duda; de todas formas, él, con sus años de experiencias, con sus amores, con sus viajes, con sus recuerdos, sigue buscando contestar la misma pregunta. Cosa curiosa, pues yo creo que de verdad hay varias otras mitades para cada uno, pero quien sabe si esta concepción cambiará en los muchos o pocos años que me quedan; al final, es cuestión de seguir amando con intensidad.

Luego del Final
El último día que pasaba en el hogar de mi familia estaba solo; me había bañado, todos o se habían ido o estaban ocupados, dejándome con un cigarro y una botella de vino debajo de un sol calcinante. Me puse a pensar que cosa curiosa, mis dos tíos hablaron de uno de mis deseos primordiales: La Búsqueda de esa pareja ideal; más aún que ambos afirmaran estar todavía buscándola, con sufrimientos vividos en el pasado y talvez en el futuro y todo, pero la seguían buscando con fervor. Ahí, quemándome por los rayos de un sol de mediodía que empezaba a pegar con fuerzas, nos vi a los tres como almas en talvez similares etapas en donde trasciendo la simple definición de ingredientes del amor, buscando en almas esa pareja perfecta, sufriendo o siendo feliz, pero siempre buscando. ¿Cómo desesperarme a mis 19 años su mis dos tíos, andando entre los 40, siguen persiguiendo la misma meta mía, todavía sin éxito aparente alguno?

Aprendí tanto en esta fecha, pues a esa mujer que todavía amo aprendo poco a poco a verla más como una amiga, que curiosamente, tengo algunos sentimientos conflictivos; como bien diría el primer tío descrito, dejar la ilusión de esperar cien por cien de ella sería una insensatez, pues uno nunca sabe que nos depara el futuro. Hubo un momento en que el me preguntó si planeaba algo con ella en un futuro, y en un exceso de confianza, le conté las muchas veces que mi mamá/amiga o yo mismo me decía que pasados los años, ella y yo seríamos posiblemente la pareja perfecta para casarnos; en este momento, me acuerdo haberle dicho seguidamente, puedo mantener esa creencia hasta que aparezca alguien más, pero no quiero planear nada pues es más hermosa vivir el día al día. Talvez con todo esto y me termine de verdad casando con ella, talvez nos veamos en un futuro y reconozcamos la receta del amor de cada uno en el otro… Y talvez no. Nada hago haciéndome rollos al respecto. Pero sea con ella o con otra u otro, amaré con intensidad como siempre. ¿Qué más grande que eso?

sábado, diciembre 23, 2006

El Presentimiento de una enseñanza

Debo de admitir que hoy fue un día de echarse simplemente a llorar y no hacer nada más que eso; por primera vez en mucho tiempo no me logro levantar temprano para lavar, y aún después de limpiar el apartamento, quiebro de forma seguida y significativa dos copas, una con sangre en su cavidad todavía, la otra nueva y limpia. Pero aún así, terminé mis labores y luego de bañarme, sin apreciar también por primera vez mi cuerpo desnudo y rasurado, me fui a comprar dos copas nuevas para restituir la fiesta; poco a poco, el día se me hacía peor.

Y es que aún antes de irme, había terminado de escribir la descripción del viaje que puse el día de ayer, y siendo por lo menos lo suficientemente bueno como escritor para entenderme yo, el dolor, la tristeza y el arrepentimiento volvieron a surgir como nuevos; sufrí por la coquetería, por las palabras hirientes que proferí, por la amistad que estaba seguro no merecía, o por la familia a la que debía huir; aún ahora, alguno de esos sentimientos subsisten. El caso es que me fui con la sensación de no ser lo que tanto creía y decía, de ser el mayor de los desleales cuando pregonaba lealtad, o el mayor odioso cuando quería ser amor. Y ese sentimiento, solo más grande se haría.

El caso es que luego de agregar el día de ayer y los demás a este querido Blog, y de revisar unos cuantos correos de la comercialización de la navidad, me dispuse a revisar si algún comentario me habían hecho de mi cuento concursante en el certamen, solo para darme cuenta que… ¡Nadie había dicho ni una mierda al respecto! Con mi estado anímico, multitud de pensamientos surcaron entonces mi mente… Que no era lo suficientemente bueno para que me critiquen del todo, que yo decía ser escritor y no era nada, que no hacía nada bueno en vida más que robar aire… Cosas por el estilo. Comí por la necesidad de no morir de inanición y proseguí mi día; vale decir que apenas llegué a mi casa, traté de leer un poco sobre esa propiedad encumbrada, para dormirme a los pocos minutos; dormí y dormí hasta que la noche me domino, otra vez, con su costumbre de sombras.

Así quedé por largo tiempo, solo interrumpido por una visita a la soda de a la par que cerrará hasta febrero, visita en que comí muchos de los platillos que nunca había pedido, así como de mi favorito; llegué a la casa con la panza llena, más que satisfecha, y volví a dormir. Pero una llamada me levanto de mi letargo y me prometió que no era yo olvidado; mi familia estaba afuera, demostrando con orgullo un carro grande y nuevo, magnífico caballo de guerra, pidiendo con expectación mi visita mañana. En mi estado, no pude demostrar alegría, ni sorpresa, ni ninguna de esas emociones tan propias de buenas noticias; con costo pude afirmar mi visita a la cena navideña, y lo hice por el dolor que me podría ocasionar. Partieron, y prosiguiendo la celebración de ayer, mi mejor amigo, su novia que se vuelve ya una buena amiga y un tercer elemento tomamos, reímos, jugamos y comimos. Ya terminando la noche, y siendo ya no Simón, sino Putito para la Mari, que es ahora Percantilla, recibí una regañada sobre mi actitud, instándome a mejorar mis ánimos y que me atreviera a sonreír. He de decir que creo que tantas palabras sirvieron su propósito, pues terminando esta noche, me siento con ánimos de volver a mi familia; todavía quedan algunos sentimientos de aversión al respecto, pero creo que los podré superar. Dos cosas pueden pasar a raíz de mañana: O salgo de tanta mierda, o me sumerjo más y me quedo ahí, y en este momento, a ninguna de las dos temo…

viernes, diciembre 22, 2006

YO: El ser humano Vil

Al principio, cuando dije que no escribiría durante todo el viaje, realmente imaginé que sería así; volvimos de Arenal el Lunes y logro escribir hasta el Viernes. ¿Extraño no? Pero tantas cosas han pasado, tantas lágrimas han sido derramadas y sufrimiento causado, tanto por mí como por otros, que una división ha de ser realizada: Durante el viaje, Después del Viaje, y Charla 1, 2 y 3. Empecemos pues.

Durante el Viaje
¡Hermoso lugar aquel en donde la comunión con la naturaleza era tan perfecta! Había campos verdes y montañas rodeando el rancho, como si buscarán protegerla de las ciudades de hombres; a tal punto llegaba la protección que nada se sabía de ellos. Comida deliciosa, risas, juegos, perdidas, meditaciones en las tablas de madera que coronaban un hermoso lago, madera que sería un maldito restaurante que le robaría la vibra al lugar; caminadas y carreras a caballos, manos rotas que todavía ahora están recuperándose, paseos a través de ríos, bosques y praderas con dos amigos que gritaban de la felicidad y el éxtasis, grito repetida por mi garganta; lecturas de poesía, un intento de representar a Ernesto y su fábula; un conflicto serio en una de las últimas noches, regañadas de toda una familia a sus dos hermanos menores, castigos y gritos de niños azotados por la mano de la consecuencia. Fracaso en detallar realmente que paso en total en el viaje, pues fue mucho más que esto; me dedico simplemente a describir lo básico; luego de mucho tiempo, en vez de odiarlas, amo las cámaras y que me retraten una y otra vez… ¿Qué fue lo que me ayudo en el cambio? Pero en todo caso, contemos que fue lo que paso la última noche, fatal y desgraciada noche.

Habíamos estado representando una obra en que yo, como fui casi todo el tiempo, era un gay. La pasamos bastante bien, jugando, discutiendo, y asustando a todos aquellos que no tenían ni la menor idea de que estaba pasando; era simplemente gracioso o verlos reír nerviosamente o quitar la mirada. Pero durante la obra en sí, empecé a notar la culminación de algo que había estado detrás de mí en todo el día; mi ex novia se daba el lujo de tratarme nuevamente como un novio, coqueteando ligeramente, mientras antes solo había sido hermana y nada más. Yo, estando todavía enamorado de ella, traté de evitar el juego lo más posible, aún cuando ya en la noche, después de la obra, había caído lo suficiente en sus redes. Y ahí fue cuando, estando ya un poco picado por un sentimiento de nostalgia y tristeza que no sabía porque me había picado, la vi coquetear con un hombre ya de veinte tantos, tirando a treinta, siendo esto también la culminación de un juego que habían realizado en todo el fin de semana, mientras a su vez, seguía coqueteando conmigo; me tomé mi cerveza de una, pedí otra y me fui a dormir en el campo abierto solo con una cobija como amiga, una cerveza como testigo y miles de bichos recorriendo mi cuerpo como mis confidentes. Así termino el viaje, con dolor y tristeza; es increíble como solo una acción puede arruinar todo un placer.

Después del Viaje
El viaje de regreso se realizo en la tarde, dándome tiempo en el mientras para jugar con mi hermano menor a cansarnos y retarnos, y para andar de aquí para allá, solo y todavía adolorido por el ayer. En el almuerzo, que con tantas ansías esperaba, ya que mi dolor me había prohibido el desayuno, vi nuevamente intercambios entre mi ex y ese hombre maduro, gracioso e inteligente; una versión mía talvez, pero mucho, mucho más avanzada. El caso es que me arruine entonces el almuerzo también, y presto a emborracharme con vino tinto, tomé copa tras copa en compañía de esos hermosos caballos que no volvería a ver por algún tiempo; veo en ellos seres inteligentes y fuertes de todo, talvez más aún que nosotros los seres humanos. Cuando ya montamos en el bus que nos alejaría del lugar querido, nos despedimos de todos, de los cocineros, del joven que conservo mi querido collar, de mi jacket que nunca apareció, de los dueños, de los perros, del aire mismo; el único que no vi fue precisamente al hombre que me hubiera dolido ver, más aún porque realmente no quería ver una despedida entre él y la mujer que, desafortunadamente, todavía ocupa mi corazón. Y así partimos, tristes algunos, deprimidos otros, pero todos reconociendo un gran cambio. El mío era uno de los mas molestos; ya no podía ver en aquella mujer ni siquiera a mi hermana, pues era mucho el sufrimiento cuando la veía. Una amiga menos.

Estuve serio todo el viaje, quitado de muestras de cariño de mi ex, rehusando la diversión que tanto retumbaba en mis oídos. Pronto llegamos a un descanso, en que sintiéndome como me sentía, me empecé a fumar un cigarro, mientras le explicaba a mi mama/amiga el porque de mi comportamiento arisco. Pero una vez que nos montamos otra vez, decidí que estar como estaba era una injusticia para todos, aún cuando empezaba a creer que la mujer de la olla se lo merecía. Por eso, junté todas mis energías, me puse la máscara de normalidad, y salí al campo de juego con mi mejor sonrisa, bromeando, jugando y riendo, aún cuando por dentro estaba muriéndome; por la cantidad de veces y la intensidad que he tenido que ser hipócrita en el pasado, me he terminado haciendo lamentablemente un experto en ello. Y así terminó el regreso, despidiéndome de todos y pidiéndome plata para reponer mientras tanto la pérdida de mi billetera justo antes del viaje y prometiendo que volvería al día siguiente. No quería, pero era mi familia y lo había prometido; además, tenía algo que decir. La Charla 1 estaba lista para ser sacada de la olla.

Charla 1
Era de noche, o creo. Había sido una noche espectacular; el que antes era solo mi hermano/amigo, lo percibí de pronto como realmente mi mejor amigo, y sumándole el hecho de que la mujer grandiosa que lo acompañaba y él habían por fin consumado su noviazgo, las risas, abrazos y felicitaciones no se hicieron esperar. Les compuse un poema, y mientras veía sus rostros alegres, no pude menos que sentirme inmensamente feliz; realmente lo iba a necesitar con lo que seguía. Había tomado por fin la resolución de hablar con mi ex para decirle mis impresiones del fin de semana, en cortas palabras, afirmando que había perdido sencillamente mi amistad, aún si había ganado una mucho mejor en el mismo viaje; uno de los que se vuelve uno de mis mejores amigos asintió a la vez la resolución. Salimos ambos tristes, y los brazos de mi mejor amigo y su novia estuvieron esperándome una vez la charla terminada, escuchando con paciencia y amor como exponía mis inseguridades y miedos. Pero nada se podía hacer, decía mi amigo, más que hablar con mi mamá/amiga. Cosa que hice, cosa que lloré.

Hablando con ella, solo me di cuenta que tenía razón… Ella había jugado conmigo, había jugado de ser más grande y me había herido, había sido una de sus peores personalidades. ¿El consejo? Verla desde el rencor, odiarla si era necesario, toda la vida si tenía que; me costo al principio asimilar la idea, la acepté, con más lágrimas y sollozos, dando rienda suelta a mi dolor y rencor. Ella no debía hacerle eso a alguien que la quería tanto, que la amaba como yo, y en palabras de su propia madre, se merecía comer mierda para aprender. Salí de ahí para solo llorar más fuerte en brazos de mis amigos, llanto que se extendía y se extendía, hasta que por fin las frases iracundas empezaron a sustituir a las lágrimas; al finalizar la noche, y con los ojos rojos, rompí con rabia el regalo que ella me había dado para cumpleaños y dormí tranquilo. Al día siguiente tenía que por fin recoger mi cédula y mi aguinaldo sería por fin visualizado, más una hermosa graduación. Pero eso, eso no fue hasta el día siguiente.

Me levanté tarde, y sin haber observado a la ex que me había herido, esperé con todas las ansías que hubiera visto su regalo destrozado, su esfuerzo inútil, y mi amistad irremediablemente perdida. Recogí mi cédula más tarde y me permití una mini-aguevazón al darme cuenta que mi aguinaldo sería mucho menos que lo esperado, por aquella maldita meningitis y su respectiva incapacidad. Pero la graduación de uno de los conocidos que por confidencias y apoyo se había terminado volviendo de mis mejores amigos estaba pronta de ser realizada, y sin perder tiempo en lamentos inútiles, corrí literalmente a su encuentro. Mi mejor amigo y su querida novia ya estaban ahí, y luego de comprar los regalos con el papel más infantil que encontramos, aplaudimos con ganas el título obtenido de ese que es para una Oso y para mí Osito; es también conveniente hacer notar lo aburrido que fue el acto en sí aparte de eso. El caso es que teniendo todos plata suficiente, decidimos celebrar con alcohol la graduación y terminamos comprando el nefasto tequila, lo suficiente para botar un caballo o unos cuantos jóvenes; me he dado cuenta que desde el fin de semana ese que me emborraché por primera vez en mucho tiempo, el alcohol empezó a ser una parte primordial de muchos de mis días, volviendo a ser talvez aquel joven que salía casi siempre, mucho antes de que muriera por 2 días; no me enorgullezco de ello, como tampoco lo lamento. Y luego de cinco tragos, creo, o seis - mi memoria me falla realmente - recibí una carta de mi ex cuando hablaba con mi hermana menor, pidiendo sinceramente perdón y expresando con comprensión el hecho de que posiblemente la odiaría para siempre. Al principio me negué de hablar conociendo la cantidad de todo en mi sangre, pero después de leer por segunda vez la carta, decidí que era la oportunidad para decir lo que pensaba; sentí realmente que lo correcto era no guardarme nada, y menos a ella; terrible error como me di cuenta.

Charla 2
El Tarot me había dicho algo hoy, lo mismo que curiosamente me terminarían diciendo en la noche, luego de que todo había pasado, luego de que todo el daño fuera hecho; hay una diferencia entre ser solo sincero, y ser sincero y efectivo… Parece, cosa que no sabía, que al ser sincero, uno puede hacerlo sin motivo o causa alguna, sin querer extraer un bien de lo sinceridad y sin medir las consecuencias, como se puede ser sincero y saber que decir en que momento, para extraer, para uno y los demás, el máximo provecho… No lo sabía, y por eso, fue solo sincero…

Podría repetir muchas palabras textuales de lo que terminé diciendo, pero a la larga, no es necesario; fui hiriente al máximo, degradante, rencoroso, odioso; usé todo lo que sabía de ella para infligir daño, recalcando una y otra vez en los puntos que sabía más dolorosos, convencido como estaba de que debía decir todo y con el máximo rencor, como me había dicho mi mamá/amiga el día anterior. Realmente, confieso que sin saber muy bien como actuar en este respecto, pues nunca me ha tocado ni he pretendido tratar algo desde el rencor, creí realmente andar en buen camino, aún cuando estaba realmente mamando. Luego se me dijo que tuve que haber hablado desde el amor… ¿Pero no era desde el rencor la vara?

El caso es que si el día anterior todos estaban de acuerdo con que ella se merecía comer mierda, esa noche todos se volcaron contra mí; realmente, creo haberlo merecido y aún más. Fui hijueputa, mucho más de lo que ella fue con su coquetería y demases, mas aún que ella lo hizo sin darse mucha cuenta de ello, y yo lo hice con toda la alevosía y ventaja. La había hecho comer mierda, y como solo un poco necesitaba para pagar su cuota, se me terminó devolviendo todo el restante… ¡Y que restante, Dios Mío! Esa noche me fui apenas pude, huyendo del dolor que había causado, convencido de que era yo el más malo de todas las películas, un hombre vil dominado por el odio y la estupidez… Un hombre que no merecía gran cosa. Lloré, pero estando en el que antes era mi hogar, pero cuando logré llegar a mi casa, solo pude dormir, realmente esperando no levantarme.

Pero si me levanté, aún cuando no tenía ganas de ni bañarme; me hubiera gustado quedarme todo el día en la cama, siendo el hombre miserable que soy. Pero tenía que ir a recoger mi cédula, mis anteojos e ir al hogar al que tantas desdichas he causado, para recoger mis pertenencias; había tomado la decisión de no volver, no era ella que había perdido mi amistad, sino yo la de ella; yo no merecía a su familia, y mucho menos a ella; por eso debía desaparecer y comer mierda. Me levanté tarde y empecé mis diligencias, siempre con un sentimiento de estupidez siguiendo mis pasos muy de cerca, al igual que el sentimiento de muerte, que solo el hecho de que sería peor para los que me rodean, lograba detener. Al principio quería simplemente llamar a mi ex hogar y pedir que me entregaran las pertenencias sin tener que entrar, pero dos teléfonos malos imposibilitaron esa tarea. Por fin, me encontré bajando del bus y caminando hasta el mismo hogar, el mismo parque, y el mismo cielo testigo de mi vileza y crueldad. Saludé rápido, desee con todo mi corazón feliz cumpleaños a uno de mis hermanos menores, pues sabía que para su celebración yo no estaría ya ahí, y comuniqué mi decisión a mi hermana menor. Ella solo lloró, haciéndome sentir aún más culpable por tantas lágrimas derramadas en mi nombre, viendo en mi partida algo talvez más permanente. Pero hablando con ella, me di cuenta que no podía irme sin hablar con la mujer que tanto daño había causado, pues sería primero cobardía, y luego inconstancia de mi propia filosofía de vida, y si ya la había cagado en grande, no tenía derecho para hacer más, Esperé… y esperé, hasta que por fin ella llegó, y habiendo recibido una petición para hablar con ella de parte de mi hermana menor, terminó aceptando luego de mucho pensarlo, y partimos juntos al mismo parque en que, estoy seguro, veo siempre las hojas cabizbajas cuando saben a que venimos ella y yo, tristes y agotadas de tanto conflicto. Y ahí empezó la Charla 3, y la última… Por el momento.

Charla 3
Si va a seguir denigrándome e insultándome… - Así empezó la conversación, y esas palabras nunca las voy a poder olvidar, viniendo de la persona que todavía amo… La insulté, la denigré, la rebajé y todo por mi vileza e ignorancia… Por jugar de ser más maduro, cuando realmente soy un maldito carajillo que se cree mayor porque vive solo y demases… NO SOY MÁS QUE UN CARAJILLO… Pedí perdón, admití mis errores, confesé que merecía que no me perdonará… Dije al final cosas que textualmente he escrito en el apartado anterior, que había perdido su amistad, que merecía odio y rencor, que merecía comer mierda… Y ella, ella solo demostró ser mucho más grande que yo, y me perdono, diciendo de paso que no me quería ver comer mierda… ¡MALDITO QUE SOY!

Entonces, luego de escucharla, le dije lo que sentía; yo no merezco su perdón, pues como diría Dumas en uno de sus personajes: “Creí que era yo el llamado a perdonar, aún cuando negaba su posibilidad, y ahora me siento indigno del perdón que ella tan sublimemente me ha dado”. Le dije eso, que no merecía su perdón y que me iba a ir por un tiempo, para comer mierda, para estar solo, porque no merecía nada bueno, solo pagar por mi actitud de “jugar de vivo”. Y aún así, ella se seguía dando el lujo de votar por mí, abogando que yo tiendo a comer mucha mierda cuando me alejo, y que temía que yo no volviera nunca más… Le aseguré que volvería en algún momento, aunque no supiera cuando; realmente me gusta, sin admitirlo, la idea de nunca más volver. Se podría decir que terminamos bien, caminando juntos sonrientes de nuevo a su hogar; de mi parte, por supuesto, llevaba simplemente una máscara. Cogí mi bulto, mis cosas, y dije adiós al hogar y sus ocupantes, pues aún ahora, no sé cuando volveré, si es que lo haré de verdad. Me merezco volverme un lobo estepario que no tenga a nadie, una isla de inhumanidad y negrura en el océano de la vida, un punto negro en medio de la pureza del blanco absoluto; eso me merezco y aún más.

Ahora, entiendan el porque llevó tanto sin escribir; era mucho y sigue siéndolo. Hoy hubo fiestas, primero de equipo, de amigos secretos, de volver a ver a la gata dorada con su esposo, de ver a mi mejor amigo y a su novia, de reír y todo, pero en medio de mi sentimiento, de lo negro que soy, le resto importancia a la felicidad y diversión. Si hay algo digno de mencionar hoy que no sea el pasado de días previos, es el hecho de que el universo me da una justificación para comer mierda; en la cena navideña, que creía no iba a ir, va a llegar el mismo hombre grande, bailarín y afable que tantas desdichas me provocó el fin de semana fatídico de Arenal… Talvez viéndolo a él y a la mujer que tanto dañe en la misma escena, las imágenes se sucedan con rapidez y mi sufrimiento sea realmente inevitable… Citando textualmente a esa mujer grande en su carta de perdón: “Deseo egoístamente que sea así”… Voy a sufrir y me lo voy a guardar, para no escuchar quejas, ni ver sufrimientos de terceras personas… Voy a sufrir con ellos, sin meterme en su familia, que deja de ser la mía… Voy a comer mierda este domingo, para luego volverme a perder… Talvez el temor de mi hermana y mi ex mejor amiga sea fundado… Talvez realmente no vuelva con ellos.
Al principio, cuando dije que no escribiría durante todo el viaje, realmente imaginé que sería así; volvimos de Arenal el Lunes y logro escribir hasta el Viernes. ¿Extraño no? Pero tantas cosas han pasado, tantas lágrimas han sido derramadas y sufrimiento causado, tanto por mí como por otros, que una división ha de ser realizada: Durante el viaje, Después del Viaje, y Charla 1, 2 y 3. Empecemos pues.

Durante el Viaje
¡Hermoso lugar aquel en donde la comunión con la naturaleza era tan perfecta! Había campos verdes y montañas rodeando el rancho, como si buscarán protegerla de las ciudades de hombres; a tal punto llegaba la protección que nada se sabía de ellos. Comida deliciosa, risas, juegos, perdidas, meditaciones en las tablas de madera que coronaban un hermoso lago, madera que sería un maldito restaurante que le robaría la vibra al lugar; caminadas y carreras a caballos, manos rotas que todavía ahora están recuperándose, paseos a través de ríos, bosques y praderas con dos amigos que gritaban de la felicidad y el éxtasis, grito repetida por mi garganta; lecturas de poesía, un intento de representar a Ernesto y su fábula; un conflicto serio en una de las últimas noches, regañadas de toda una familia a sus dos hermanos menores, castigos y gritos de niños azotados por la mano de la consecuencia. Fracaso en detallar realmente que paso en total en el viaje, pues fue mucho más que esto; me dedico simplemente a describir lo básico; luego de mucho tiempo, en vez de odiarlas, amo las cámaras y que me retraten una y otra vez… ¿Qué fue lo que me ayudo en el cambio? Pero en todo caso, contemos que fue lo que paso la última noche, fatal y desgraciada noche.

Habíamos estado representando una obra en que yo, como fui casi todo el tiempo, era un gay. La pasamos bastante bien, jugando, discutiendo, y asustando a todos aquellos que no tenían ni la menor idea de que estaba pasando; era simplemente gracioso o verlos reír nerviosamente o quitar la mirada. Pero durante la obra en sí, empecé a notar la culminación de algo que había estado detrás de mí en todo el día; mi ex novia se daba el lujo de tratarme nuevamente como un novio, coqueteando ligeramente, mientras antes solo había sido hermana y nada más. Yo, estando todavía enamorado de ella, traté de evitar el juego lo más posible, aún cuando ya en la noche, después de la obra, había caído lo suficiente en sus redes. Y ahí fue cuando, estando ya un poco picado por un sentimiento de nostalgia y tristeza que no sabía porque me había picado, la vi coquetear con un hombre ya de veinte tantos, tirando a treinta, siendo esto también la culminación de un juego que habían realizado en todo el fin de semana, mientras a su vez, seguía coqueteando conmigo; me tomé mi cerveza de una, pedí otra y me fui a dormir en el campo abierto solo con una cobija como amiga, una cerveza como testigo y miles de bichos recorriendo mi cuerpo como mis confidentes. Así termino el viaje, con dolor y tristeza; es increíble como solo una acción puede arruinar todo un placer.

Después del Viaje
El viaje de regreso se realizo en la tarde, dándome tiempo en el mientras para jugar con mi hermano menor a cansarnos y retarnos, y para andar de aquí para allá, solo y todavía adolorido por el ayer. En el almuerzo, que con tantas ansías esperaba, ya que mi dolor me había prohibido el desayuno, vi nuevamente intercambios entre mi ex y ese hombre maduro, gracioso e inteligente; una versión mía talvez, pero mucho, mucho más avanzada. El caso es que me arruine entonces el almuerzo también, y presto a emborracharme con vino tinto, tomé copa tras copa en compañía de esos hermosos caballos que no volvería a ver por algún tiempo; veo en ellos seres inteligentes y fuertes de todo, talvez más aún que nosotros los seres humanos. Cuando ya montamos en el bus que nos alejaría del lugar querido, nos despedimos de todos, de los cocineros, del joven que conservo mi querido collar, de mi jacket que nunca apareció, de los dueños, de los perros, del aire mismo; el único que no vi fue precisamente al hombre que me hubiera dolido ver, más aún porque realmente no quería ver una despedida entre él y la mujer que, desafortunadamente, todavía ocupa mi corazón. Y así partimos, tristes algunos, deprimidos otros, pero todos reconociendo un gran cambio. El mío era uno de los mas molestos; ya no podía ver en aquella mujer ni siquiera a mi hermana, pues era mucho el sufrimiento cuando la veía. Una amiga menos.

Estuve serio todo el viaje, quitado de muestras de cariño de mi ex, rehusando la diversión que tanto retumbaba en mis oídos. Pronto llegamos a un descanso, en que sintiéndome como me sentía, me empecé a fumar un cigarro, mientras le explicaba a mi mama/amiga el porque de mi comportamiento arisco. Pero una vez que nos montamos otra vez, decidí que estar como estaba era una injusticia para todos, aún cuando empezaba a creer que la mujer de la olla se lo merecía. Por eso, junté todas mis energías, me puse la máscara de normalidad, y salí al campo de juego con mi mejor sonrisa, bromeando, jugando y riendo, aún cuando por dentro estaba muriéndome; por la cantidad de veces y la intensidad que he tenido que ser hipócrita en el pasado, me he terminado haciendo lamentablemente un experto en ello. Y así terminó el regreso, despidiéndome de todos y pidiéndome plata para reponer mientras tanto la pérdida de mi billetera justo antes del viaje y prometiendo que volvería al día siguiente. No quería, pero era mi familia y lo había prometido; además, tenía algo que decir. La Charla 1 estaba lista para ser sacada de la olla.

Charla 1
Era de noche, o creo. Había sido una noche espectacular; el que antes era solo mi hermano/amigo, lo percibí de pronto como realmente mi mejor amigo, y sumándole el hecho de que la mujer grandiosa que lo acompañaba y él habían por fin consumado su noviazgo, las risas, abrazos y felicitaciones no se hicieron esperar. Les compuse un poema, y mientras veía sus rostros alegres, no pude menos que sentirme inmensamente feliz; realmente lo iba a necesitar con lo que seguía. Había tomado por fin la resolución de hablar con mi ex para decirle mis impresiones del fin de semana, en cortas palabras, afirmando que había perdido sencillamente mi amistad, aún si había ganado una mucho mejor en el mismo viaje; uno de los que se vuelve uno de mis mejores amigos asintió a la vez la resolución. Salimos ambos tristes, y los brazos de mi mejor amigo y su novia estuvieron esperándome una vez la charla terminada, escuchando con paciencia y amor como exponía mis inseguridades y miedos. Pero nada se podía hacer, decía mi amigo, más que hablar con mi mamá/amiga. Cosa que hice, cosa que lloré.

Hablando con ella, solo me di cuenta que tenía razón… Ella había jugado conmigo, había jugado de ser más grande y me había herido, había sido una de sus peores personalidades. ¿El consejo? Verla desde el rencor, odiarla si era necesario, toda la vida si tenía que; me costo al principio asimilar la idea, la acepté, con más lágrimas y sollozos, dando rienda suelta a mi dolor y rencor. Ella no debía hacerle eso a alguien que la quería tanto, que la amaba como yo, y en palabras de su propia madre, se merecía comer mierda para aprender. Salí de ahí para solo llorar más fuerte en brazos de mis amigos, llanto que se extendía y se extendía, hasta que por fin las frases iracundas empezaron a sustituir a las lágrimas; al finalizar la noche, y con los ojos rojos, rompí con rabia el regalo que ella me había dado para cumpleaños y dormí tranquilo. Al día siguiente tenía que por fin recoger mi cédula y mi aguinaldo sería por fin visualizado, más una hermosa graduación. Pero eso, eso no fue hasta el día siguiente.

Me levanté tarde, y sin haber observado a la ex que me había herido, esperé con todas las ansías que hubiera visto su regalo destrozado, su esfuerzo inútil, y mi amistad irremediablemente perdida. Recogí mi cédula más tarde y me permití una mini-aguevazón al darme cuenta que mi aguinaldo sería mucho menos que lo esperado, por aquella maldita meningitis y su respectiva incapacidad. Pero la graduación de uno de los conocidos que por confidencias y apoyo se había terminado volviendo de mis mejores amigos estaba pronta de ser realizada, y sin perder tiempo en lamentos inútiles, corrí literalmente a su encuentro. Mi mejor amigo y su querida novia ya estaban ahí, y luego de comprar los regalos con el papel más infantil que encontramos, aplaudimos con ganas el título obtenido de ese que es para una Oso y para mí Osito; es también conveniente hacer notar lo aburrido que fue el acto en sí aparte de eso. El caso es que teniendo todos plata suficiente, decidimos celebrar con alcohol la graduación y terminamos comprando el nefasto tequila, lo suficiente para botar un caballo o unos cuantos jóvenes; me he dado cuenta que desde el fin de semana ese que me emborraché por primera vez en mucho tiempo, el alcohol empezó a ser una parte primordial de muchos de mis días, volviendo a ser talvez aquel joven que salía casi siempre, mucho antes de que muriera por 2 días; no me enorgullezco de ello, como tampoco lo lamento. Y luego de cinco tragos, creo, o seis - mi memoria me falla realmente - recibí una carta de mi ex cuando hablaba con mi hermana menor, pidiendo sinceramente perdón y expresando con comprensión el hecho de que posiblemente la odiaría para siempre. Al principio me negué de hablar conociendo la cantidad de todo en mi sangre, pero después de leer por segunda vez la carta, decidí que era la oportunidad para decir lo que pensaba; sentí realmente que lo correcto era no guardarme nada, y menos a ella; terrible error como me di cuenta.

Charla 2
El Tarot me había dicho algo hoy, lo mismo que curiosamente me terminarían diciendo en la noche, luego de que todo había pasado, luego de que todo el daño fuera hecho; hay una diferencia entre ser solo sincero, y ser sincero y efectivo… Parece, cosa que no sabía, que al ser sincero, uno puede hacerlo sin motivo o causa alguna, sin querer extraer un bien de lo sinceridad y sin medir las consecuencias, como se puede ser sincero y saber que decir en que momento, para extraer, para uno y los demás, el máximo provecho… No lo sabía, y por eso, fue solo sincero…

Podría repetir muchas palabras textuales de lo que terminé diciendo, pero a la larga, no es necesario; fui hiriente al máximo, degradante, rencoroso, odioso; usé todo lo que sabía de ella para infligir daño, recalcando una y otra vez en los puntos que sabía más dolorosos, convencido como estaba de que debía decir todo y con el máximo rencor, como me había dicho mi mamá/amiga el día anterior. Realmente, confieso que sin saber muy bien como actuar en este respecto, pues nunca me ha tocado ni he pretendido tratar algo desde el rencor, creí realmente andar en buen camino, aún cuando estaba realmente mamando. Luego se me dijo que tuve que haber hablado desde el amor… ¿Pero no era desde el rencor la vara?

El caso es que si el día anterior todos estaban de acuerdo con que ella se merecía comer mierda, esa noche todos se volcaron contra mí; realmente, creo haberlo merecido y aún más. Fui hijueputa, mucho más de lo que ella fue con su coquetería y demases, mas aún que ella lo hizo sin darse mucha cuenta de ello, y yo lo hice con toda la alevosía y ventaja. La había hecho comer mierda, y como solo un poco necesitaba para pagar su cuota, se me terminó devolviendo todo el restante… ¡Y que restante, Dios Mío! Esa noche me fui apenas pude, huyendo del dolor que había causado, convencido de que era yo el más malo de todas las películas, un hombre vil dominado por el odio y la estupidez… Un hombre que no merecía gran cosa. Lloré, pero estando en el que antes era mi hogar, pero cuando logré llegar a mi casa, solo pude dormir, realmente esperando no levantarme.

Pero si me levanté, aún cuando no tenía ganas de ni bañarme; me hubiera gustado quedarme todo el día en la cama, siendo el hombre miserable que soy. Pero tenía que ir a recoger mi cédula, mis anteojos e ir al hogar al que tantas desdichas he causado, para recoger mis pertenencias; había tomado la decisión de no volver, no era ella que había perdido mi amistad, sino yo la de ella; yo no merecía a su familia, y mucho menos a ella; por eso debía desaparecer y comer mierda. Me levanté tarde y empecé mis diligencias, siempre con un sentimiento de estupidez siguiendo mis pasos muy de cerca, al igual que el sentimiento de muerte, que solo el hecho de que sería peor para los que me rodean, lograba detener. Al principio quería simplemente llamar a mi ex hogar y pedir que me entregaran las pertenencias sin tener que entrar, pero dos teléfonos malos imposibilitaron esa tarea. Por fin, me encontré bajando del bus y caminando hasta el mismo hogar, el mismo parque, y el mismo cielo testigo de mi vileza y crueldad. Saludé rápido, desee con todo mi corazón feliz cumpleaños a uno de mis hermanos menores, pues sabía que para su celebración yo no estaría ya ahí, y comuniqué mi decisión a mi hermana menor. Ella solo lloró, haciéndome sentir aún más culpable por tantas lágrimas derramadas en mi nombre, viendo en mi partida algo talvez más permanente. Pero hablando con ella, me di cuenta que no podía irme sin hablar con la mujer que tanto daño había causado, pues sería primero cobardía, y luego inconstancia de mi propia filosofía de vida, y si ya la había cagado en grande, no tenía derecho para hacer más, Esperé… y esperé, hasta que por fin ella llegó, y habiendo recibido una petición para hablar con ella de parte de mi hermana menor, terminó aceptando luego de mucho pensarlo, y partimos juntos al mismo parque en que, estoy seguro, veo siempre las hojas cabizbajas cuando saben a que venimos ella y yo, tristes y agotadas de tanto conflicto. Y ahí empezó la Charla 3, y la última… Por el momento.

Charla 3
Si va a seguir denigrándome e insultándome… - Así empezó la conversación, y esas palabras nunca las voy a poder olvidar, viniendo de la persona que todavía amo… La insulté, la denigré, la rebajé y todo por mi vileza e ignorancia… Por jugar de ser más maduro, cuando realmente soy un maldito carajillo que se cree mayor porque vive solo y demases… NO SOY MÁS QUE UN CARAJILLO… Pedí perdón, admití mis errores, confesé que merecía que no me perdonará… Dije al final cosas que textualmente he escrito en el apartado anterior, que había perdido su amistad, que merecía odio y rencor, que merecía comer mierda… Y ella, ella solo demostró ser mucho más grande que yo, y me perdono, diciendo de paso que no me quería ver comer mierda… ¡MALDITO QUE SOY!

Entonces, luego de escucharla, le dije lo que sentía; yo no merezco su perdón, pues como diría Dumas en uno de sus personajes: “Creí que era yo el llamado a perdonar, aún cuando negaba su posibilidad, y ahora me siento indigno del perdón que ella tan sublimemente me ha dado”. Le dije eso, que no merecía su perdón y que me iba a ir por un tiempo, para comer mierda, para estar solo, porque no merecía nada bueno, solo pagar por mi actitud de “jugar de vivo”. Y aún así, ella se seguía dando el lujo de votar por mí, abogando que yo tiendo a comer mucha mierda cuando me alejo, y que temía que yo no volviera nunca más… Le aseguré que volvería en algún momento, aunque no supiera cuando; realmente me gusta, sin admitirlo, la idea de nunca más volver. Se podría decir que terminamos bien, caminando juntos sonrientes de nuevo a su hogar; de mi parte, por supuesto, llevaba simplemente una máscara. Cogí mi bulto, mis cosas, y dije adiós al hogar y sus ocupantes, pues aún ahora, no sé cuando volveré, si es que lo haré de verdad. Me merezco volverme un lobo estepario que no tenga a nadie, una isla de inhumanidad y negrura en el océano de la vida, un punto negro en medio de la pureza del blanco absoluto; eso me merezco y aún más.

Ahora, entiendan el porque llevó tanto sin escribir; era mucho y sigue siéndolo. Hoy hubo fiestas, primero de equipo, de amigos secretos, de volver a ver a la gata dorada con su esposo, de ver a mi mejor amigo y a su novia, de reír y todo, pero en medio de mi sentimiento, de lo negro que soy, le resto importancia a la felicidad y diversión. Si hay algo digno de mencionar hoy que no sea el pasado de días previos, es el hecho de que el universo me da una justificación para comer mierda; en la cena navideña, que creía no iba a ir, va a llegar el mismo hombre grande, bailarín y afable que tantas desdichas me provocó el fin de semana fatídico de Arenal… Talvez viéndolo a él y a la mujer que tanto dañe en la misma escena, las imágenes se sucedan con rapidez y mi sufrimiento sea realmente inevitable… Citando textualmente a esa mujer grande en su carta de perdón: “Deseo egoístamente que sea así”… Voy a sufrir y me lo voy a guardar, para no escuchar quejas, ni ver sufrimientos de terceras personas… Voy a sufrir con ellos, sin meterme en su familia, que deja de ser la mía… Voy a comer mierda este domingo, para luego volverme a perder… Talvez el temor de mi hermana y mi ex mejor amiga sea fundado… Talvez realmente no vuelva con ellos.

jueves, diciembre 14, 2006

El despido que aconteció cuando debía ser

Hoy ha acontecido un milagro, si bien el tiempo en que lo esperaba todavía no había llegado; fui despedido de mi centro de trabajo mientras mi equipo se encontraba ya en sus respectivos lugares, talvez planeando nuevas vagancias para el día siguiente. Caminé por última vez por las hileras que tanto vería antes como cubículos de sufrimiento, y que el tiempo las había terminado volviendo en un hogar común; poco falto para que llorara. Me despedí de mis viejos amigos y de los nuevos, con abrazos y promesas; corrí con temor en un intento para salvar mis cuentos escritos y mi obra nueva de las garras del olvido, intento que deba concretar la próxima semana; cargué con temor de inseguridad mi bulto de cosas personales y partí para no volver. Tantas experiencias, tantos amores, tantos errores, tanta, tanta enseñanza… No puedo evitar mirar ese lugar que tanto criticaba antes con cierta nostalgia. Pero al fin de cuentas, talvez no sea mas que una persona la que lo provoque. Una gata dorada.

Como fui despedido cuando todo mi equipo estaba ya huyendo de los computadores inútiles y apagados, no pude decir adiós a ninguno de ellos, y entre todos, a la gata dorada. No dudo en afirmar que extraño su voz y presencia y que siendo la última vez que la vi en su momento, y sabiendo el futuro inevitable, fue un error no buscar hablar con ella; si ya no trabajamos juntos, vivimos a kilómetros de kilómetros de distancia, más otros etcs, no tenía motivo alguno ya para callar lo que tanto gritaba mi corazón. Pero confío en el universo mientras me despido del único compañero del que tengo un número, dejando un mensaje de abrazos y besos para todos. Solo espero que sea suficiente.

Y por último, cumplo mi promesa. Viajo con mi familia real para recibir hermosos regalos de dos hermanas, dos murales que quieren poblar mis paredes, junto con un adorno exótico y curioso de mi mamá/amiga. Además, los planes de un paseo de concretan; viajaremos todo el fin de semana a aquella finca tan detallada por mi hermano/amigo, donde tantas aventuras vivió. Por ende, y considerando que busco este espacio para descansar de tanto ruido y ciudad, por primera vez no escribiré nada esos días; cuando vuelva contaré lo más importante. Así que por el momento, ¡Hasta la vista!

miércoles, diciembre 13, 2006

Un cumpleaños no tan feliz...

¡Cumpleaños Feliz, cumpleaños feliz…! Cumplo años, si, pero mi día empieza como de costumbre. Me levanto un poco tarde por una alarma que no suena, me rasuro con prisa pero perfección y me visto para verme rico y delicioso; varias camisas blancas logran el cometido, pero mi predilecta es escogida. Llegó al trabajo y recibo felicitaciones de esos compañeros que aún ayer, no mostraban tantas muestras, sino de cariño, por lo menos de simple aprobación de mi festividad; extraño que entre las que no dijeran nada está de la que mas lo esperaba y ansiaba; más tarde me daría cuenta que esta sería la normal el día de hoy. Todo transcurrió tranquilo, dejando filtrar en las cartas las risas y comentarios de conflictos y bromas, mientras poco a poco en mi interior un sentimiento extraño se formaba. Recibo los regalos del amigo poco secreto, escuchando con alegría su error primero de no regalar nada de lo que quería, para luego avergonzarme de ver regalos de verdad abrirse a mí alrededor; mi única satisfacción era saber lo idiota que era y lo poco que vale. Pero para no enfocarme en lo negativo, fui feliz con los otros regalos, especialmente con la aprobación de la persona a la que compré candelas ayer, a la sombra de la salida con mi madre, corriendo por todas partes para que quedara bien. Y siendo modesto, me quedo excelente.

Estaba solo, ya todos se habían ido dejando la sombra de una tirada de cartas sin terminar; el tiempo perfecto para pensar. Aún cuando no creo en el tiempo, y el cumpleaños en si no es tan importante, me dolía que solo una persona se acordará realmente de él al principio; mi hermana menor me había llamado, junto a un mensaje de mi progenitora que posiblemente habría escrito el día anterior para acordarse. Pasaba el tiempo y terminé de leer el ensayo de la señora esposa de Sastre, suplantando un poco mi ideal de mujer bella y positiva; sus escritos reflejan mujeres todas que sufren, que viven sus esperanzas y peripecias a través de sus esposos, cuyos sea dicho de paso, son o canallas, o viejos o malditos. Pero aún a pesar del negativismo, disfruto su lectura excelente, metiéndome de lleno en la carne y sangre de esas mujeres. Por fin, termino leyendo las últimas palabras con un dejo de desesperación, pero orgulloso de esa mujer increíblemente genial. Tomo en mis manos el próximo libro, del genio y malparido a la vez de Asimov, un texto que me habla de los comienzos de la saga que ya había leído en un pasado; aún antes de la fundación y de Seldon, hubo un hombre y un robot. Pero a pesar de que está bueno, pues la intriga de dos asesinatos imposibles gira en el ambiente, lo dejo inmediatamente como estaba; realmente, no me sentía en ánimos de leer. Pero esa noción habría de cambiar.

Alguien más se había acordado de mi cumpleaños y como tal, se unió una Mar y Sol a la primera Marisol; el mensaje aunque breve era ya motivo de alegría. Leí mi resumen del Tarot que me comunicaba exactamente mis sentimientos; me sentiría con vistas a futuros grandiosos, pero con trabas o cuerdas que me ataran a la desesperación; fuera como fuera, no debía sucumbir. Era mi cumpleaños después de todo. Sabiendo que podía hacer lo que deseará, empecé con mis regalos del día. Primero fue un camisa de tonos desconocidos en entre mi ropa, para luego pasar a mandar no con pocas dudas todavía mi cuento para ser incluido oficialmente en el certamen; lo leí todavía unas tres veces hasta convencerme de que lo quería como estaba; ahora solo es cuestión de esperar y confiar. Talvez sea ese otro de mis regalos de cumpleaños atrasado: Un premio lo suficientemente grande para construir el pedazo de vida que me faltaba. Ya sonaban los teléfonos anunciando que ya salía y sin perder tiempo alguno, salte a la puerta y en otro brinco, a la puerta del bus. Antes de todo, me encontré con varios amigos; nótese por favor que aunque por lo menos dos sabían de mi cumpleaños, ninguno de ellos dijo nada. Ya tendría chance de que alguien lo hiciera.

Me senté en el bus con ánimo de dormir, pues la reunión del Club de Soñadores y Creyentes de la santas letras era hoy; por nada del mundo podría faltar si una mujer interesante podía asistir, sumándole al hecho de que ya estaba comprometido a mi mismo con discutir sobre los planes del proyecto de fomento a la lectura. Cuando ya estaba presto a bajar, recibí una llamada… ¡Eran mis otros dos hermanos de mi familia de verdad deseándome feliz cumpleaños! Ambos preguntaron por mi asistencia hoy con ellos, solo para ser desilusionados con mis planes actuales; igual mañana me tendrán todo el tiempo que quieran, mañana, el viernes, el sábado y el domingo. Y con una felicidad renovada, decido continuar con mis regalos para el día de hoy. Pasó a la Librería y por fin compró el libro sobre el Libro de Almohada que tanto me había perseguido en sueños desde que lo vi; todos los comentarios los reservo cuando lo empiece. Luego, me compró el helado que llevaba negándome por cuestiones económicas desde hace tiempos y lo como con gusto; hoy había decidido ignorar la cuestión, imaginando que tenía un número infinito en mi tarjeta. Y con el helado, parto por fin a la reunión, donde al fin de cuentas, más sorpresas me esperarían.

Luego de comer, saludar, y hablar desde las generaciones, la madurez y las risas, nos dimos cuenta que la asistencia se reduciría a solamente cuatro; pudimos por lo menos hablar de lo básico antes de nuestra partida obligada. Me doy cuenta también que uno de mis deseos se está cumpliendo ya, pues entendiendo gran parte de lo que se decía, aún con música de fondo, pude aportar mucho más de lo que imaginaba que podría. Y como hoy era un día mágico, terminé recibiendo regalos: Una decoración que duerme ahora encima de la refri y la invitación a lo que había pagado… ¡No podía pedir realmente más! Ya cuando me senté al bus de regreso, solo podía lamentar el hecho de no haber visto a la escritora de negro que tanto me había llamado la atención la reunión pasada, aún cuando realmente confío, como siempre, en la eficiencia del universo. Al final, cansado y todo, la confianza es de las cosas que me quedan.

Ya tengo sueño, así que capitulo con rapidez. Regresando al hogar, me atacó un pensamiento que todavía ahora carcome mi cerebro, solo que talvez con menor intensidad estando él ahora casi todo apagado. Ningún “amigo” me llamó, no hubieron cervezas invitadas, ni jugos de naranja compartidos, no hubieron mujeres con las cuales reír, no hubieron más felices cumpleaños que de los básicos de siempre. Repito, la festividad en sí no es tan importante, pero aún así, hubiera sido bonito que se acordarán; ni siquiera mi propio padre cercano me dedicó una llamada. Así que cansado como estaba, traté de materializar a un alguien que me encontrará y me dijera feliz cumpleaños; mi propio cansancio termino jugando en mi contra y una sesión de cualquier cosa me hubiera conducido al dormir nada más. Bueno, parto al mundo de los sueños, teniendo ya 19 años sin que me importe realmente una mierda más o menos; no noto la diferencia y a pesar de los pequeños acontecimientos del día, no hay nada que me haga creer lo contrario. Mañana hablaremos talvez sobre la maldita costumbre del avenidazo, pero hoy simplemente quiero dormir. ¡Buenas noches!

P.S: Me acaba de llegar un mensaje de mi padre cercano, deseando lo obvio el día de hoy; no puedo ocultar el hecho de alegrarme en mi equivocación de creer estar muy abandonado el día de hoy. Por lo menos, los básicos se acordaron, pues realmente creo no tener amigos ahora reales, y eso me debe bastar.
P.S.2: Mi amiga/madre ya me había dado las felicitaciones, con un día de adelantado, siendo la primera en siquiera pronunciar las dulces palabras. ¡Gracias Olguita!

martes, diciembre 12, 2006

Una celebración cumpleañera

Creo recordar cosas importantes hoy, pero desafortunadamente, se terminan perdiendo en la espesura de las copas de vino tomadas o en el rumor de una comida exquisita; si mi memoria es poco privilegiada normalmente, pretender lo improbable con un estado etílico de por medio es pedirle mucho a la vida. Creo visualizar que por primera vez en mucho tiempo me logre sentir cómodo en mi equipo o algo por el estilo. La cena invitada por mi progenitora todavía está un poco fresca; lugar bonito y apartado es casi siempre sinónimo de caro, al igual que de calidad; el restaurante a donde comimos no fue ninguna diferencia. Hablamos del pasado, del presente y del futuro, mientras absorbíamos con gusto la deliciosa comida con las perfectas berenjenas, teniendo en mi mano un regalo extraño de una hermana que se vuelve desconocida para mí con cada palabra que dice o escribe y un libro de recetas vegetarianas que no deje de notar su utilidad. Hubieron bromas, fotos, dedicatorias exigidas y tiernas agarradas de mano; aún así, hubo momentos en que ella parecía luchar contra objeciones o reclamos invisibles de mi parte, frunciendo su ceño de la nada, levantando la voz casi imperceptiblemente, menos para mí; algo le producía un conflicto en su interior, y el no reconocerlo nada más problemas aún. Pero la verdad, estando como estoy, no borracho sino picado talvez, no podría valerme menos, pues sea como sea, hay motivos de alegría.

Por fin el viaje se concreta con mi familia real y partiremos este fin de semana a celebrar mi cumpleaños con el Arenal como testigo; el resto dejémoslo para después.

lunes, diciembre 11, 2006

Críticas por todas partes

Hoy pude ver dos lados sobre como sobrellevar críticas, pude leer y escuchar recomendaciones y opiniones, y aunque creo firmemente que unas carecían de lógica y eran idiotas donde las otras eran agudas, aprecio ambas de igual forma. El ser humano que no pueda aceptar y tolerar como otros nos ven, resaltando defectos que eliminar o habilidades que mejorar, es aquel que se sume en oscuridades más allá de la comprensión normal; generalmente el que niega escuchar lo que los demás tienen que decir sobre él cuando la fuente es razonable, termina escuchándolo de sus demonios, los cuales no tienen generalmente un intereses en poner las cosas de la forma más bonita; los demonios, como los mejores hombres y mujeres tienden a ser directos y honestos. Y como tal, dos demonios me hablaron hoy.

Empecemos con el nefasto trabajo. En un escrito a ser presentado que refleja el rendimiento de cada empleado, leí como me veía mi supervisor; las palabras “efficient” o “extra mile” llenaban la lista en general. Pero dejando aparte mi excelencia, otra cosa que abundaba era la afirmación de que no me llevo con los demás miembros de mi equipo y que no interactúo con los mismos como debiera. ¡Maldita sea, no entenderá él que los considera a veces muy idiotas, superficiales, e inferiores para tratar con ellos sobre temas banales y que para no ofenderlos con cosas más trascendentes, me alejo en mis libros! ¡No será que ha notado que mientras todos reían por algún chiste idiota, yo simplemente me regocijaba en alguna lectura profunda, o entretenida! ¡No puede observar, mi querido e estúpido supervisor, que las diferencias abundan entre todos y yo, que mientras todos comen carne, yo soy vegetariano, o mientras todos aman el absurdo veneno del reggeaton, yo me pierdo en un “Ojala” de Silvio! El caso es que esa fue su única real crítica, sumándose con algunas ausencias que en su momento casi provocan mi despido, asustándome como pocas veces en estos meses; pensé en anotarlo en mis comentarios para hacer saber a los ignorantes sobre mi verdad, pero considerando que ya me voy y deseo evitar problemas que aumenten mi estrés, simplemente lo deje pasar. Mi tranquilidad es prioridad y no pelear con medio mundo es poco trascendente en este momento. Y hubiera podido pelear eternamente hoy, si no fuera por la segunda crítica; mi padre lejano escribe de vuelta.

Le gusto, haciendo algunos cambios en la forma y pocos en el contenido. El hecho es que, en líneas básicas, a mi padre lejano le gusto el cuento lo suficiente, igualando su opinión a mis otros críticos, todos igual de sinceros y directos. Ahora solo espero una última más y el cuento volará a la mesa de disección, para que lo abran, lo vean, lo admiren, lo aman o lo odien, para finalmente colocarlo en el lugar de honor; no dudo que vaya a ganar este certamen, pues como bien creo, afirmar simplemente mi victoria y asumiendo que ya pasó, es la mejor forma para materializar tal realidad en mi mundo; como todo, las realidad dependen de mi perspectiva y mi imaginación. Pero con el correo, vinieron historias de antepasados donde el mestizaje, los españoles con su deseo de dominar el mundo cogiendo con hasta los palos de limón, los indígenas ingenuos y mágicos soportando el todo y una que otra aventura se reflejan en las letras maravillosamente escritas; espero con ansías la próxima entrega que me hable más sobre el asunto. Y por último, sabiendo mi intención de escribir teatro, me aconseja calma, paciencia, ofreciendo a su vez su lengua sin pelos. Se suma a la propuesta, dos recomendaciones: Escribir juntos algo y escribir un blog ficticio; ambas historia recibieron aprobación, esperando unas instrucciones y la otra disposición. Pero antes de terminar este párrafo, digamos unas últimas palabras; escribir este Blog es el medio de mantener mis dedos con práctica, es el intento de recordar cada vez más con mis errores y grandezas, es una de tantas prácticas para convertirme en un perfecto escritor; de hecho, ya lo soy y solo lo tengo que recordar. Eso y todo.

Ah, se me olvidaba; ayer, en un intento de superar la soledad, mando un mensaje a aquella mujer que tanto llamé pocahontas, la que con dedos ágiles y labios ardientes, robo mis vestigios de virginidad. Recibí, como esperado, no más que respuestas lacónicas y dispuestas a pelear, para luego silenciarse y no hablar más. Lo sabía y aún así mantuve la esperanza de una conversación verdadera hasta el final; si lo que quiero de ella es una amistad, una cogida o una relación, si no sabría decir. El caso es que a punto de molestarme por mi equivocación por dejarme vencer por el deseo de compañía, veo que aquella mujer a la que hace siglos había escrito con un estilo asombroso en la oscuridad del cuarto de mi madre/amiga, me responde por fin; terminó reclamando una pregunta al aire nunca concretada sobre una invitación a salir más etérea aún, reclamación tomada al pie de la letra, razón por la cual ahora sonrió imaginando su próxima respuesta a mi pregunta sonriente, si es que habrá alguna. Como siempre, solo confío. Fe del tamaño de una semilla de mostaza - hasta donde me han contado, es pequeña como ni putas uno puede imaginar - es todo lo que se necesita. Así de fácil.

sábado, diciembre 09, 2006

Una fiesta de equipo...

Hoy no diré mucho, pues mi estado etílico es cuestionable, pero si lo suficiente para que entiendan. Luego de haber limpiado como todos los sábados y dejar en el Internet Café dos amigas, una con invitación pendiente y la otra con crítica de cuentos a flor de labios, empecé a coordinar con mi hermano amigo para la posible reunión; una respuesta lacónica fue todo lo que obtuve, y aún al llamarlo, no me gané más que ruidos en el teléfono. En todo caso, encaminando para sacar plata y pagar mi celular, que a raíz de los acontecimientos tendré que pagar hoy, me encontré con uno de los miembros de mi equipo de antaño, que tuve que abandonar por obligación y nada de voluntad; mantengo como tal suficientes vínculos con todos ellos para que la compañía sea ameno. Y viendome sin nada que hacer todavía, me invito de la nada a la fiesta de equipo, implicando una noción hermosa de que talvez sigo siendo parte de ellos, a pesar de todo; llamé y llamé a mi amigo del alma para ver que podíamos hacer, pero no contesto, y la aprobación de la primera invitación no duro mucho en darse. Y de ahí, empezamos un ciclo de compras, risas, preparaciones, de perros bebés chupando y mordiendo por doquier, de tamales vegetarianos, de televisión, de cansancio, de carne, mucha carne, de perdidas en carro, de insultos, de abrazos, de sorpresas, de regalos, de críticas, de comida, de mujeres desmayadas, de mujeres vomitando, y por último, de rostros cansados que se miraban unos a otros en el último juego que nos habría de dejar ellos mierda a todos; valga también decir que tomé lo suficiente para saber que mañana amaneceré con algo, pero no lo suficiente para vomitar. Y como tal, los dejo para dormir y dormir, talvez usando el artilugio del ancla para ayudarme. ¡Desgraciado el alcohol!

viernes, diciembre 08, 2006

Como ser carismático en el medio de felicidad y hospitales

¿Cómo empezar a narrar este día en donde tantas cosas han pasado, tantos miedos han muerto y tantas esperanzas han renacido? ¿Cómo seguir una línea cronológica cuando lo que quiero es decirlo todo al mismo tiempo? Lamentablemente, escribiendo así solo yo entendería; aún cuando no escribo para los demás, es una injusticia que se topen con un día importante ilegible. Y por eso, moderando mi emoción, empiezo desde el principio; el sol recién salía cuando una música endemoniada me levanto; el comienzo propicio para un día perfecto.

Me bañe con rapidez, sin haber en el cielo mas recuerdos del sol que unos cuantos pincelazos por aquí y por allá, con tonos de celeste y madrugada todavía adornando mi ventana; hoy tenía que llegar temprano para reponer esas horas que por mi moderación económica yo mismo me exigí. El día como siempre, siendo mi mejor amigo el libro de la reina del caos que por fin termino, dejándome un sinsabor en la boca de problemas pendientes y muertes innecesarias; valga decir también que el digno autor mato a todos mis favoritos y preservo a los que odiaba. Pero un dolor de cabeza surgía poco a poco, reflejando su monstruosa cara de tres cuernos y alas de serpiente en la pantalla apagada de mi monitor; un dolor de cabeza que nada quitaba. La razón, fácil de discernir, solo aumentaba el dolor con el paso de las horas; hoy era el día de mi cita nefasta, en donde o me operaban o yo salía feliz. Y fuera lo que fuera lo que pensará exactamente en ese momento, no me decepcione, para nada.

Mientras caminaba por las sucias y congestionadas de estupidez calles de San José, y todavía cargando el dolor de cabeza en mi bulto, un cansancio abrumador cayó sobre todo mi cuerpo; cualquiera que me viera habría notado un hombre mareado, posiblemente borracho, que chocaba contra gente y postes; realmente, poco me falto para desmayarme. Y como si el universo solo quisiera agravar un poco el asunto, me doy cuenta que mi amiga, mi hermana molesta cuando quiere y amiga incondicional siempre, se había equivocado al escuchar la hora de la cita y no podría llegar a tiempo. Y aún cuando le decía que posiblemente había sido mi responsabilidad cuando dije la hora y le aseguraba que no importaba, una molestia más surgía en mi interior, ocasionando que colgará el teléfono en medio de sus miles de perdones; iba cansado, adolorido, y sin nadie. Y si queremos sumarle algo, enojado con la humanidad, sacando a relucir ese Simón maligno del que sus planes y sentimientos me avergüenzo. Pero con estos estados de ánimo, logré aún llegar al nefasto cubil del dolor, llanto, alegría, y muerte. Pero más sorpresas me aguardarían adentro.

Llegó a la puerta del infierno Urológico, solo para informarme que el expediente no aparece y que como siempre, era yo el que lo tenía que buscar en archivos y más idiotas burocráticos. Obviando tal recomendación, me encamino a Dirección, en donde a fuerza de sonrisas y alegría me he ganado un puesto en el corazón de tan dignas mujeres; a pesar del dolor y cansancio, sorprendentemente me logro mostrar bastante carismático y alegre, sin poder eliminar la mirada de cansado. El caso es que luego de hablar, dar vueltas, y vacilar con las regidoras de la dirección, me encamino nuevamente con mi expediente escondido en un rollo de más sonrisas, logrando sacarlo del hospital, solo para volver a entrar y llegar al infierno nuevamente. “Aquel que entre, desespera”, como diría similarmente la puerta de Dante; tal inscripción se leía en las frentes de las secretarias. El caso es que luego de esperar bastante tiempo sentado en una incomoda banca, tratando de leer en medio de mi ansiedad infinita y preocupación de la nada, que era realmente la causa de mis desdichas, una ansiedad que llevaba acumulándose meses de meses, volviéndose más fuerte entre más cerca se estuviera de la meta. Y por supuesto, su pico fue cuando me llamaron y tuve que levantarme para encaminarme a la oficina del doctor; noté las miradas de todos como si fuera un condenado a muerte.

Saludos, y preguntas siguieron una vez entré, y exámenes requeridos. Le hice notar al doctor que ningunos exámenes habían sido requeridos, preguntando a la vez el porque. Para la operación, me respondió el digno señor; salté de mi asiento inmediata y casi literalmente, preguntando si era realmente necesario. Pero luego de una rápida inspección en que mi pene temblaba tanto como mi alma, me termino diciendo… ¡Qué no era necesaria! Y mi sonrisa fluyo libre, llevándose el dolor de cabeza, el estrés, el dolor y la ira. Igual, queda una cita pendiente para la próxima semana para abrir ese agujero privado y sensible otra vez; solo me reconforta el saber que no será como la vez pasada, en que sufrí, lloré, me deprimí y me arrepentí de no morirme con la meningitis; como bien diría el doctor, va a ser una cosa simple y sencilla. Salí del hospital, todavía con un paso cansado que dominaría mi cuerpo hasta que entré en mi apartamento, aunque mientras escribo esto, estoy más dormido que despierto. Mensajee por un lado a uno querido hermano amigo, para programar una reunión, en vísperas de la fiesta de otra amiga que me había invitado a un bar en el sublime San Pedro, fiesta a ser realizada mañana, y que por supuesto, no contará con la asistencia de este joven que esta cansado del ruido, la cerveza, los tragos, los cigarros y la histeria. Quedamos total en hablar mañana y seguir este intento de poder abrazarnos; hasta la época, él sigue siendo el único hermano que cada tanto y muy a menudo, me dice que me quiere, para escuchar una idéntica respuesta de mi parte; uno de los pocos que reconocen sus sentimientos, sin mentir ni ocultar. Y esos pocos hacen valer la pena todo, absolutamente todo.

Luego de hablar con mi hermana/amiga y ratificarle que todo había salido como era previsto, simplemente perfecto, me siento en un parque con árboles dándome una calurosa sombra, para descansar y planear el paso a seguir; poco falto para quedarme dormido. Pero el caso es que luego de una llamada a la universidad en la que ponía mis esperanzas de mi futuro, y a pesar de una ligera lucha personal y mi cansancio, me pongo de pie y con prisa empiezo a caminar para ir a la misma; hoy podía realizar el paso a seguir en mis sueños. Compré como costumbre el cangrejo delicioso que adorna una de tantas tiendas y sodas, y luego de obtener mis papeles respectivos, me siento en una banca dura para contemplar mi botín. Y una nueva sorpresa me hizo doblemente feliz… ¡Con mi nota, no había carrera a la que no pudiera entrar, estando sobrado para la que quería! Estoy me hizo sentirme sumamente orgulloso, obviando que realmente hubo una carrera a la que no hubiera entrado: Estudio de música en énfasis de piano. Por dicha, mi lado artista decidió irse por el lado de las letras y no de las notas armónicas de la poesía en clave de sol. Y con todo este conocimiento, mi sonrisa se ensanchó y orgulloso de mis logros, me monté en un bus para ir a San José planeando como llegaría a dormir. Pero nuevamente mi instinto me indico que era mejor otro de las infinitas posibilidades; un mensaje a mi padre cercano lo concreto todo.

Con prisa caminaba por medio San José, luego de darme cuenta que todavía no había pago alguno en mi tarjeta, para dar una visita breve a mi padre cercano. Mi querida prima, aquella fanática de los abrazos y sabia en cuestión de lenguas modernas, incrementando su lista o recuerdo a cada instante, me abrió la puerta con una sonrisa; se ensancho aún más al saber de donde venía. Entramos y luego de los abrazos y saludos de los correspondientes visitantes al hogar, enseñe el material obtenido, así como mi orgullo y felicidad. Hablamos sobre cortes, sobre carreras y ya al final de nuestra conversación, fui invitado a volver nuevamente a mi futura universidad, a ese hogar para mi alma hambrienta, para escuchar a mi tío cantar. Entramos con fuerza en el reducido carro y en medio de bromas, terminamos llegando; gente por todos lados, rostros hermosos, auras enormes, arte en muchas miradas, energía en muchos gestos; cabe decir que cada visita a esos campos verdes, árboles majestuosos, o gente llena de recuerdo, solo hace que mi amor por esa ciudad de recuerdo y experiencias se incremente. Escuchamos entonces el espectáculo, asombrándome por un talento que no llegó todavía a definir por mi poca habilidad temporal para apreciar el sonido; el hecho es que al final de cada canción, mi espíritu me exigió aplaudir con fuerzas por lo que él si había escuchado, sumando mis manos un concierto en sí al cálido sonido que todos hacían. Nuevamente, siendo una hermosa constante de hoy, más abrazos se sumaron, sonrisas, besos y recorridos por tiendas buscando algo que nadie sabía que era; en el viaje, mi asombro por tanto arte que se sudaba por tantos poros casi me desmaya. Pero definiendo que ya nos teníamos que ir, yo con afiche en mano regalado y botella de agua, nos fuimos a comer. Y ahí, una nueva sorpresa, como tantas hoy, sacudió mi corazón; una sorpresa caliente y acogedora.

Si una de las constantes hoy fue las sorpresas, debajo de esta categoría, la otra constante sería los encuentros amistosos. Iba caminando feliz y contento cuando mi padre cercano me indico una de las mesas y cual no sería mi alegría cuando vi en ella a una de las familias con que más cerca me relacioné siendo un niño; la familia incompleta de la que fue la mejor amiga de mi progenitora, de la cual mi padre lejano talvez podría decir alguna que otra cosa. El caso es que más y más y más abrazos surgieron de la nada, así como caricias de ternura, risas, chistes, preguntas, helados de fresa, más saludos, besos, y uno que otro duende de incógnitas. Al final, así como en la tarde había quedado con mi hermano/amigo de una reunión, un similar trato se formo con ellos; asistiría, a menos que algo surja como mejor opción, a una cena de esa festividad que me niego a creer, aprovechando como siempre sus frutos sin remordimiento alguno. Pero la noche ya había caído en nuestros hombros cansados, y despidiéndonos de todos los amigos de la noche que habían salido de no se que madrigueras, nos devolvimos a la ciudad de la contaminación, para saborear deliciosa comida china y vegetariana, cansados tanto mi padre como yo, culminando la noche con una visita al cajero y al bus que me devolvería a mi hogar; un duende de instinto me susurro que todavía no había terminado. Y como siempre, no falló.

Justo cuando planeaba terminar este diario, me llama mi madre/amiga para preguntarme, luego de mis noticias de hoy, sobre mis acciones para el próximo fin de semana; sin darme cuenta a través de mis ojos cansados, terminé siendo invitado a un viaje de placer a una finca, la misma en donde mi hermano había vivido tantas aventuras, tanto escalando su vida de piedra, tanto cabalgando el caballo de sus emociones. La conversación fue breve pero alegre, y colgando con prisa, escribo estas últimas palabras; veamos que nos depara mañana. Mientras tanto, ¡MUY BUENAS NOCHES!