Parece que ya escribir todos los días ha dejado de ser una constante en este diario que deja de hacerle honor a su nombre; cada vez estoy menos en mi casa o tengo la disposición real de escribir. Pero si por un lado ya no describo ni cuento de forma regular lo que me pasa, eso no quita el hecho de que amo la sinceridad y narrar mi vida sea como sea. Por esto, hoy habremos de narrar los acontecimientos de esta “navidad”, en donde cuatro charlas coronaron lo que prometía ser un dulce sufrimiento; la división ahora será: En medio de la fiesta, Charlas con David, Charlas con Richy y luego del final.
En Medio de la Fiesta
El despertar luego de una noche compartida con otras dos almas en mi cama se mostró diferente pero incómodo; tanto mi espalda como mi cuerpo acostumbrado a dar vueltas reclamaban la noche, Luego de vacilar, jugar, bromear, sacar lenguas y dirigir ojos molestos pero juguetones, partí con la esperanza de conseguir desayuno, pues una charla que no me incumbía se veía hervir en el ambiente; además, yo tenía mi propia discusión en espera. Había por fin decidido ir a la cena navideña con mi familia, llegando al punto incluso de ir temprano para ayudar a limpiar y demases, aún si tuviera que soportar la presencia de aquella amiga, y novia que ya no era ninguna de las dos. Comimos y ya bañados todos, caminamos hacia el centro de mi hermosa ciudad para dejar nuestra integrante estelar a sus propios designios; no pude evitar notar que algo pesaba en el corazón de Percantilla. Pero había compras de amigo secreto que realizar para mi mamá/amiga, por lo que pasamos con rapidez a comprar una velas e inciensos, para luego pagar para que fueran empacados usando mi pereza e inhabilidad para tales actividades como excusas, y finalmente, cogiendo con un despliegue de vagancia un taxi para que nos llevará por fin al hogar, a mi mejor amigo/hermano y a mi. Y llegamos, con cara de cansancio ambos, pero esperando que esa noche fuera grandiosa; no fuimos decepcionados.
Pasamos limpiando toda la tarde, entre un cigarro recorriendo la limpieza o muestras de desprecio ante tanto caos. El caso es que por fin, en algún quiebre entre el tiempo y el espacio, terminamos la limpieza del hogar que tanto quiero, pudiendo apreciar un nuevo acomodo de muebles, ese tele gigantesco sentado en la habitación principal o esa cocina nueva y soberbia mirando con desdén el resto de sus compañeros. Dormimos entonces, como dioses que han terminado su creación, esperando simplemente ya los invitados que pronto llegarían. Cabe hacer notar que como buenos ticos, nadie llegó temprano, teniendo ambos jóvenes tiempo suficiente para bañarse y arreglarse, deleitándose ante el buen trabajo realizado. Y así estábamos en aquel momento en que mi mamá/amiga llegó con su caballo magnificente, con tres ocupantes nuevos: La mujer que tanto hice sufrir, el hombre que tanto me hizo sufrir en algún momento, y un hermoso perro que coronaba la unión entre los dos; digamos de una vez que la primera mencionada, mi ex amiga, ni siquiera se digno a saludarme, empezando con broche de oro una noche que en algún momento temió por tornarse infernal.
Mi depresión de días pasados se reavivo con ese simple hecho; aquella mujer que tan amistosa se había mostrado en nuestro encuentro pasado solo tenía ojos para los demás menos para mí y más aún al mismo hombre de aquel fin de semana. Todos me decían que mejorará mi ánimo, que disfrutará, que fuera feliz… Y realmente lo fui. Aún cuando hubo uno momento en que mi mamá/amiga me tuvo que decir que no era lógico sentir celos por las constantes muestras de cariño entre ese hombre que se mostraba cada vez más grande y sabio y una joven que bien podría ser su hija, como me hizo notar mi amiga , y que esas miradas de negrura en medio de tanta luz estaban de sobradas, igual me di el lujo de bailar, abrazar, llorar, reír, cantar, celebrar, jugar, bromear, charlar, pensar, comer y procurar en cada segundo dejar de lado ese lado pesimista que aunque todavía latente, se empezaba a empequeñecer. Con tal espíritu puedo afirmar que ha sido la mejor navidad que mi alma ha tenido el placer de disfrutar.
Ya los regalos habían sido dados, provocando lágrimas a la persona que yo le regalaba, a una de las mejores maestras y alumnas, y causando una terrible admiración a la persona que me regalo a mí, un hombre grande, amoroso, intuitivo y hermoso, regalo que dicho sea de paso, tendrá el privilegio de ser leído solo y con cuidado, pues la alquimia y símbolos se merecen ser estudiados. Ya había pasado también el discurso de ese miembro nuevo y magnífico de la familia, en que todo resentimiento que pude haber sentido por él se disolvía; ya todos los que tomamos también habíamos consumido una buena cantidad de licor, hecho que es importante hacer notar. Recuerdo que en medio de todo, él se separo del grupo para atender a su joven y perruno hijo, como frecuentemente terminaba haciendo, y yo, en virtud de una intuición grande, lo seguí, sentándome a su lado sin decir palabra alguna; realmente, era innecesario decir algo, pues ambos sabíamos que habría de pasar. Pasemos entonces a la sección de Charlas con David.
Charlas con David
Creo reconocer en David uno de los infinitos futuros posible para mí: Viajero, libre, inteligente, curioso, original, artista, enamorado de la vida y el todo, grande e intuitivo. Apenas me hube sentado con él me pregunto que pasaba entre él, yo y la mujer que amo todavía. Se lo explique todo, dominado no sé todavía si más por el licor consumido o por la confianza que terminaría entregándole al final: Mis impresiones del fin de semana aquel en Arenal, mis impresiones en ese momento, el hecho de que todavía me daba el lujo insensato de amarla. Me dijo dos cosas… Una era que ella no me daba el cien por cien y que talvez no me lo llegaría a dar nunca y que tenía que darme cuenta de eso… Lo otro fue que ese sufrimiento, esa melancolía era lo que me motivaría a escribir cosas grandes, poemas maravillosos como aquellos que por X o Y razón deje de escribir hace mucho, y que el hecho de verla amando o coqueteando con otro sería necesario si quería ser grande. Tuve que admitir su verdad, el hecho de que el buen poeta necesita sufrir para describir con palabras nuevas lo mismo de siempre, el hecho de que la poesía es como una batalla para ganar un amor que se muestra perdido desde un principio, una batalla eterna en la que a la larga, no hay perdedores ni ganadores, sino simplemente experiencia. Pero en todo, había una parte mía que se negaba a admitir que los únicos poemas buenos venían del dolor y sufrimiento, del rechazo y de los imposibles, parte que terminaría teniendo una conversación diferente esa misma noche, la cual será detallada en otro apartado. El caso es que esa noche, terminamos abrazándonos, yo diciendo gracias, y él simplemente aconsejándome que siguiera enamorado de esa mujer grande, por el simple hecho de que no me amaba ni quería cien por cien, y por el simple hecho de que los poetas solo somos felices con ese cien por cien; que la usará para escribir magníficos poemas. Curioso que realmente sea cierto lo que dijo: Los poetas queremos el amor que tanto escribimos, ese amor perfecto… Pero o lo encontramos y dura minutos, o solo logramos hallar imitaciones casi perfectas pero burdas del mismo… Esa búsqueda fracasada pero constante es lo que nos mantiene creando, pintando con palabras ese amor perfecto que esperamos todavía encontrar. Todos estos pensamientos hervían en mi mente, hasta el momento en que dormí cansado, solo para levantar con lo mismo en la cabeza.
Todos nos levantamos cansados, con ojeras, pero sonrientes; había sido una noche que quizás algunos no llegaríamos a olvidar. Lavé, me bañe, jugué, vagueé, di vueltas sin hacer realmente nada, hasta un momento en que todos partieron, dejándonos a ese amigo/tío y a mi nuevamente solos, momento propicio para continuar cualquier cabo suelto de la noche anterior. Sin yo decir nada, él termino abordando el tema, pidiendo perdón por cualquier cosa que habría dicho esa noche navideña, alegando que tenía su buena cantidad de alcohol en la sangre. No pude menos que reclamar lo equivocado que estaba al pedir perdón, pues lo que había dicho me parecía con toda la lógica del mundo, pidiendo yo mas bien gracias por su ayuda. Continuo diciendo como yo no merecía alguien que no me amará cien por cien, como poeta, como ser humano, y como yo; que el dolor y sufrimiento del que hablaba la noche anterior era ese melancólico pero grande, no ese que nos rebaja la autoestima; que si una mujer no nos daba ese cien por cien era simplemente por que no éramos su tipo, no porque tuviéramos algo malo; que si el ángel no me amaba era simplemente porque no era yo la persona indicada para ella, pues sino lo hubiera dado todo.
Le hablé de mi teoría de la receta del amor, con la cual concordó, añadiendo que la receta uno la recuerda, no a pedazos o etapas, sino por completo, cuando uno consigue esa persona ideal, esa mujer o hombre que me esfuerzo todos los días por materializar; esa alma que reuniera las tres partes del trípode de relaciones perfectas, si tal cosa existe: 1. La piel representando la unión sexual, intima y grandiosa, la conexión carnal. 2. El corazón o esa chispa que como bien diría mi tío, no se puede forzar porque se mata aún más, pues surge en el momento, pues es intuitiva y no racional… Esa chispa que yo todavía tengo cuando pienso en esa mujer hermosa que mueve mi corazón, chispa que ella ya no posee, pues sino seguiría todavía conmigo. En fin, la química, el sentimiento, el amor, el calor, la conexión de almas. 3. Y por último, la mente. Esa interacción de experiencias y opiniones de grandezas iguales, ese crecimiento conjunto de aprender y recordar cosas viejas y nuevas que solo se logra cuando ambos seres son suficientemente iguales para no matarse por sus creencias, y suficientemente diferentes para aprender cada uno algo nuevo del otro siempre, sin trabarse en esos silencios de reconocimiento que tanto poblaban los espacios con la misma mujer de la que hablo en este día; en fin, una conexión intelectual. Si no se tiene alguno de esos ingredientes bien dispuesto, la plataforma cae y el trípode se rompe; cuando eso pasa, la relación se debe dejar, siguiendo siempre esa búsqueda del amor perfecto. Aquí fue donde la conversación vario a la de ayer, pues la recomendación en ese momento fue seguir todavía con la ilusión del amor por esa mujer, pero que siguiera buscando… Cuando llegará a conocer esa persona que tuviera inherente mi receta del amor, le dedicaría mi corazón completo a ella, olvidando “ipso facto” a esta mujer que amo ahora, relegándola al plano de la mejor de mis amistades… También podría ocurrir que la sustitución ocurriera simplemente cuando conociera un amor más grande que el que tengo ahora, pues si todavía amo a esta mujer, es por que no he experimentado por el momento sentimiento igual; en todo caso, mientras llegué ese momento, puedo darme el lujo de seguir amándola. Siempre y cuando recordará que no debía bajarme esta querida autoestima, todo y cuando recordará que aunque él personalmente seguía sin saber de su persona con la receta del amor, la seguía buscando, viviendo, amando, sufriendo. Y así, concluyeron las charlas con ese tío que la última noche terminé diciéndole lo mucho que lo quería, lo mucho que confiaba en él y lo mucho que le agradecía todo; lo vi partir con un corazón encogido pero contento, esperando nuestro próximo encuentro para poder abrazarlo. No es todos los días que se gana una familia tan grandiosa.
Charlas con Richy
El tío al que por alguna razón, todavía no llegó a decirle como tal; un hombre sensible, parecido a mí en su versión madura que ha vivido, sufrido y recordado mucho. Tal es la persona que sin yo decir nada, miraba con ojo conocedor mi desgracia oculta o mis preocupaciones actuales. Varias veces me pregunto como estaba, curiosamente precisamente en los momentos en que más hecho mierda estaba; valga decir que siempre alegaba que estaba perfecto. Pero después de escucharlo durante la noche, de verlo compartir con mi otro nuevo tío, me vi obligado a hablar con él unas cuantas palabras antes de que partiera, y movido por semejante propósito, lo acompañe hasta su auto, todavía con las risas a nuestras espaldas; una luna silenciosa esperaba con ansiedad nuestras palabras.
La conversación empezó con una pregunta… Quería saber si la poesía buena era realmente solo fruto del sufrimiento o si como una parte mía creía, también podía nacer del amor y otros sentimientos. Cualquier sentimiento expresado con intensidad y sinceridad era inherentemente grande y los poemas que hablarán sobre ellos, serían igual de buenos que cualquiera del sufrimiento; lo que si era cierto es que en una cultura que adora al dolor, estos poemas tenían cierta predilección. Le terminé hablando, al igual que al primer tío, sobre mi historia particular de amor y de cómo todavía seguía amando a esa mujer; lo que a mí me dolía era cuestión de ego, pero de una forma sublime, dijo él. Quise saber más, pero el hombre alegó que era largo y que la cuestión tendría que ser dejada para otro día. Venía saliendo de una conversación que me había dejado pensando en lo irremediable de sufrir por el amor, pero al terminar de hablar con mi segundo tío, y más aún cuando me dormí, no dejaba de pensar en un simple y curioso hecho que no podía comprender… Una cuestión sublime de ego.
Como dormí y como desperté ya está descrito en otra parte de este escrito, pues aunque dicotomías de pensamientos y sentimientos arrasaban mi ser, todo fue exactamente igual. Pensamos en ir a una película en la tarde, idea a ser sustituida por ver una película en el confort del hogar; idea que fue del todo genial. Pues ya cuando la noche caía, aquel tío que me había dejado intrigado volví, oliendo a respuestas y preguntas nuevas. Hablamos de libros, de cambios, de experiencias, de profecías que vienen en grupos de nueve, de prácticas y revelaciones. Hablamos mucho, pero apenas tuve mi oportunidad, pregunté sobre aquel ego sublime utilizando como sombra a mis palabras algunas risas en el entorno… Y su respuesta no se hizo esperar. Con la excusa innecesaria de una canción, caminamos al parque vecino, para terminar de zanjar esa cuestión sublime que no podía yo entender; la luna menguada estaba ahí otra vez, intrigada como yo sobre lo que podríamos escuchar; afortunado yo más que ella por contar con ese calor humano de miradas y palabras.
Todos los seres humanos nos sentimos solos pues en tiempos primordiales, perdimos nuestra otra mitad; seamos hombres o mujeres, buscamos ese pedazo de alma perdido. La vida humana entonces gira en sus comienzos por recobrar esa mitad para empezar a caminar en pro de nuestro progreso, pues sin ella, aunque avanzamos, lo hacemos gateando. Por eso me dolía tanto la separación con esa mujer grande, porque mi alma estaba muchas veces segura de que era ella esa otra mitad, y más aún, porque se sabía nuevamente sola y en el punto cero de empezar a buscar otra vez. Todos los seres humanos, seguía diciendo mi querido tío, tenemos de igual grado esta noción de soledad, pues en esa igualdad es que un poema de amor o rechazo nos llega a todos, independientemente de rostros o sonrisas, pues es la noción general de ese pedazo perdido lo que nos duele; en momentos de máximo sufrimiento amoroso, tenemos que recordar que la pérdida que lloramos no es esa mujer que nos abandono, sino un concepto de soledad que tenemos desde el principio de los tiempos, mucho antes de este cuerpo o del otro. Lo único que cambia en todo esto es la intensidad con la que experimentamos la soledad y ese deseo de caminar con nuestros dos pies, intensidad que creo reconocer en un grado mayor al común en mucha de mi familia. Eso sí, esta noción de no estar completo, cosa que yo creía como totalmente errónea pues veía al ser humano ya un ser completo, es así, casi tanto como no lo es; somos dioses que no recordamos ser tales, que no sabemos que ya somos completos, y para ayudarnos a recobrar ese conocimiento, podemos elegir dos caminos: Podemos completarnos con ese otro pedazo de alma, como lo podemos hacer solos, a través del esfuerzo y trabajo, volviéndonos a nosotros mismos en hermafroditas cósmicas; es obvio que el último procedimiento es el más difícil, por lo que solo grandes avatares, sean mujeres u hombres lo han realmente logrado. Y si me ponen a escoger, y por lo menos por esta vida, escojo el amor y la relación como el medio de recuerdo.
Por eso era todo el rollo un asunto sublime de ego: Me siento solo y el recuerdo de ese amor que me llenaba me persigue constantemente, urgiéndome a conseguir esa pareja ideal. Y ya de regreso, una última pregunta se me ocurrió… ¿Será que hay varias otras mitades o solo una específicamente?... Tal pregunta no me respondida, pues según reglas no establecidas, solo se podía preguntar una vez por día. El caso es que se me aconsejo que solo viviendo podría averiguar la verdad de mi duda; de todas formas, él, con sus años de experiencias, con sus amores, con sus viajes, con sus recuerdos, sigue buscando contestar la misma pregunta. Cosa curiosa, pues yo creo que de verdad hay varias otras mitades para cada uno, pero quien sabe si esta concepción cambiará en los muchos o pocos años que me quedan; al final, es cuestión de seguir amando con intensidad.
Luego del Final
El último día que pasaba en el hogar de mi familia estaba solo; me había bañado, todos o se habían ido o estaban ocupados, dejándome con un cigarro y una botella de vino debajo de un sol calcinante. Me puse a pensar que cosa curiosa, mis dos tíos hablaron de uno de mis deseos primordiales: La Búsqueda de esa pareja ideal; más aún que ambos afirmaran estar todavía buscándola, con sufrimientos vividos en el pasado y talvez en el futuro y todo, pero la seguían buscando con fervor. Ahí, quemándome por los rayos de un sol de mediodía que empezaba a pegar con fuerzas, nos vi a los tres como almas en talvez similares etapas en donde trasciendo la simple definición de ingredientes del amor, buscando en almas esa pareja perfecta, sufriendo o siendo feliz, pero siempre buscando. ¿Cómo desesperarme a mis 19 años su mis dos tíos, andando entre los 40, siguen persiguiendo la misma meta mía, todavía sin éxito aparente alguno?
Aprendí tanto en esta fecha, pues a esa mujer que todavía amo aprendo poco a poco a verla más como una amiga, que curiosamente, tengo algunos sentimientos conflictivos; como bien diría el primer tío descrito, dejar la ilusión de esperar cien por cien de ella sería una insensatez, pues uno nunca sabe que nos depara el futuro. Hubo un momento en que el me preguntó si planeaba algo con ella en un futuro, y en un exceso de confianza, le conté las muchas veces que mi mamá/amiga o yo mismo me decía que pasados los años, ella y yo seríamos posiblemente la pareja perfecta para casarnos; en este momento, me acuerdo haberle dicho seguidamente, puedo mantener esa creencia hasta que aparezca alguien más, pero no quiero planear nada pues es más hermosa vivir el día al día. Talvez con todo esto y me termine de verdad casando con ella, talvez nos veamos en un futuro y reconozcamos la receta del amor de cada uno en el otro… Y talvez no. Nada hago haciéndome rollos al respecto. Pero sea con ella o con otra u otro, amaré con intensidad como siempre. ¿Qué más grande que eso?
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Archivo del Blog
-
►
2008
(121)
- ► septiembre (8)
-
▼
2006
(69)
-
▼
diciembre
(18)
- Reflexiones de un año que termina
- En la Soledad desacostumbrada
- Una Navidad en donde se aprende por la familia
- El Presentimiento de una enseñanza
- YO: El ser humano Vil
- Al principio, cuando dije que no escribiría durant...
- El despido que aconteció cuando debía ser
- Un cumpleaños no tan feliz...
- Una celebración cumpleañera
- Críticas por todas partes
- Una fiesta de equipo...
- Como ser carismático en el medio de felicidad y ho...
- La U: Un sueño en proceso de cumplirse
- Un concurso y más incursiones en el mundo de letras
- Hablemos sobre arte...
- Un Domingo productivo y familiar...
- Un sabado intranquilo plagado de ignorancia
- Mas de Navidad, con un buen libro de por medio
-
▼
diciembre
(18)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario