TiraEcol

Tira Ecol

domingo, diciembre 03, 2006

Un Domingo productivo y familiar...

Hoy me levanto en cama grande y ajena, sumergido en cobijas que no con cierta aprehensión usé. Me levanta la mujer con la que me sentía contrariado ayer, y hablando todavía dormido, la vi partir; a los pocos minutos estaba completamente levantado. Me acordé de cómo había sufrido sin saber el porque ayer, y mientras limpiaba, hacía arroz, me bañaba y realizaba otras tareas propias del ama doméstica que amo ser, reflexione al respecto; pensaba y pensaba y aunque notaba que ya el sentimiento no estaba, no sabía su causa, y la simple ignorancia me molestaba en sobremanera. Vi televisión, terminé de leer sobre el sublime Espartaco y la sabia Varinia, del que hablaré mas tarde, pero seguía pensando; la respuesta se me escabullía como el jabón en la ducha que se niega a ser gastado. Hasta que me di cuenta del porque o creo haberlo hecho. Sea como sea, el pensamiento me reconfortó al punto que puedo sonreír otra vez ahora. Estaba incomodo por el hecho de que ser invitado a cuidar la casa estando solo con mi ex novia y un amigo invisible era una simple confirmación de que no había ni un rastro de antiguos sentimientos en su corazón; era el conocimiento de que aunque yo no podía evitar a veces verla como la vi antes, ella ya ni le importaba, demostrado por su forma casual y tranquila en que admitía en que no podía haber nada ya entre nosotros. Y si lo piensan, eso está genial. El asunto estaría superado de su parte. El asunto es, por mas estúpido que suene, que yo todavía lucho con la olla y su limpieza, sabiendo que quedan restantes; una lucha que siento a veces como eterna. Pero una vez pensé en esto, y sin estar 100% seguro de que esta era la raíz de mis problemas, me tranquilice y pude ser un poco más feliz a lo largo del día, en que una soledad común pero lujosa me acompaño. Una soledad como pocas. Repito, sigo sin saber si esa era la razón de todo, pues talvez busqué simplemente lo más fácil para evitar seguir pensando; en ese caso, esperaré una respuesta venida de mi Yo Mayor. La respuesta llega cuando estamos listos para aceptarla, o por lo menos, a veces acontece de tal forma.

¿Y que pasó en esta soledad? Pasaron muchas cosas, pudiendo dividirse entre sociedad y lectura. Empecemos con la primera. Me había ya vestido de esas formas en que me sé irresistible, pues había decidido ir al evento en ese parque de maravillas que mis pies y ojos no han tenido el placer de apreciar; lamentablemente, una llegada tarde de mi familia impediría la actividad, cosa que no lloro exactamente. Estaba entonces vestido hermoso, con la camisa abierta, peleando con uno de mis amantes perrunos que pretendía escaparse por un portón que sabía abrir, una y otra vez, hasta que decidí guardarlo en un cuarto donde sus sueños fueron un poco más utópicos. Y mientras tanto, estando conectado a servicio de mensajes al instante, me encuentro con dos amigas queridas, que el tiempo podía utilizarse como testigo de la distancia de nuestra última conversa. Amigas en que, sin saber porque, talvez presintiendo más sus almas que sus máscaras corporales, había depositado gran parte de mi confianza, contándoles muchas cosas sin siquiera conocer sus rostros verdaderos a la vista de mis ojos, sin intermedio de ninguna pantalla más que mis anteojos. Hablé con ellas y disfruté, una hablando de mi teoría del amor y de relaciones, mientras ella me dejaba callado con una adivinanza que no pude superar, con sus risas como canción victoriosa; había superado una prueba recientemente, y notificándomelo de primero, no pude menos que sentirme grandiosamente orgulloso de ella, reconociendo sus méritos y su triunfo sobre la institución educativa de este país, que más parece crear una juventud mediocre, que un futuro realmente prometedor (No pretendo generalizar, solo expongo mi punto de vista de la institución en general, que ya no enseña a amar la lectura ni el aprendizaje constante en sí. También hágase notar que mi amiga se aleja en grande a ese promedio, superándome a mí aún en muchos temas). Además, claro está, hay excepciones; si se tiene el dinero suficiente, como no lo tiene el resto del pueblo, la educación pasa a ser un asunto manejable y dichoso. Y por el otro lado, con mi otra amiga la conversación fue breve, aún cuando con ella las palabras tampoco son realmente necesarias; amiga del alma en términos literales, una de las maestras/alumnas que me han tocado en esta vida, reconociéndonos ambos como tales, no pude menos que alegrarme con ese orgullo y paz que desbordaba por las frías letras de la computadora. Está lejos, y aprovechando una ventana que mi intuición me indico, la invité a salir para por fin realmente poder decir en un abrazo miles de oraciones de cariño; talvez se pueda, talvez no, es realmente cuestión de la eficiencia del universo. Y como tal, solo hay que confiar.

Y ya caída la noche, tengo la oportunidad de intercambiar cartas al instante con mi querido padre, forzándonos ambos a este método en vez de uno más rápido; el se negaba a instalar el msn y yo me negaba a instalar el Skytype. Pero aún con las desventajas de un simple correo, intercambiamos ideas como nunca, alegrándonos de nuestras similitudes, luchando con sinceridad y amor en nuestras diferencias. Terminamos al final discutiendo la veracidad de mis afirmaciones sobre la ilusión del mundo, sobre los milagros y sobre el poder de la fe; mas que todo, la frase “Ninguna realidad es independiente de nuestra percepción” le choco; siendo periodista como es, aparte de muchos atributos más, era más que obvio su respuesta. Y así nos mantuvimos, yo en estado de éxtasis luchando con mi impaciencia de apretar a cada segundo el botón para ver si habían llegado correos nuevo, mientras dejaba vagar mi mente en un programa de televisión idiota o en un Iron Maiden hermosamente nuevo y a la vez fiel a su música, cantándome de desiertos y lluvias, como de espejos e ilusiones. Y seguimos hasta que su trabajo lo hizo forzado a seguir unas elecciones que se probaban violentas; su simple aseveración de la posesión de tres armas en su casa, “por si las moscas”, sorprendió a este joven que nunca ha visto una realmente de cerca, y menos usado, y que desearía no tener que; las seguiré considerando inútiles y altamente nocivas.

Llegó mi familia en ese entonces, y pude escuchar los cuentos de un hermano cada vez más grande sobre victorias y sorpresas; había superado muchas pruebas y el orgullo y felicidad, con una buena cuota de emoción, teñía todavía sus palabras. Llegó también la mujer que tanto conflicto había conseguido causar a mi espíritu ignorante ayer, para regalarme una mantis preciosa que terminé dejando en la casa, junto con una magnífica piedra que mi mamá/amiga también me había traído, sabiendo como siempre mi amor por el reino mineral, pasión que no logro recordar cuando o porque empezó. Todos estaban cansados, por lo que me resigné a decir buenas noches a todos, y ver una película de una mujer deliciosa, que con las ropas apropiadas, parecía una mujer común, sin mucho atributo que demostrar. Dando la mano y unas buenas noches a mi querido hermano, metí en mi bulto una media docena de libros seleccionados con amor y emoción y partí el viento castigándome la espalda. Pero, para finalizar este día, contemos la parte de los libros, mis amantes eternos y constantes, tanto fieles como voluptuosos.

Termino en la tarde de leer de Espartaco, llorando su muerte, tanto de la persona como del ideal, aún cuando sabía que en si nunca morirá, todavía moviendo las almas de aquellos que quieren libertad y están dispuestos a luchar por ella. Si lo vemos así, hay Espartacos todavía que conducen las riendas de su futuro, como de otros más, que combaten en campos que van desde oficinas de cubículos cerrados, a aulas de universidades, o campos en la montaña; lamentablemente, la lucha entre clases será un inevitable hasta que el hombre, la humanidad entera, cambie como tal, y como tal y por el momento, Espartacos seguirán siendo necesarios. En todo caso, este cambio, según mis creencias, tendrá que esperar 6 años año talvez, profetizado por los mayas, cuando querámoslo o no, vibraremos más rápido, evolucionando y trasciendo; también puede ser que no pasé nada por el estilo. Pero es mejor conservar la esperanza de nuestro próximo paso grande que desesperar en la impotencia de un enorme grupo que va hacia su auto destrucción. Pero evitando una depresión, lo termino de leer con una sonrisa, feliz por el futuro de Varinia y sus hijos, mujer fuerte como todas las mujeres realmente son, aún cuando traten de ser convencidas de lo contrario; una mujer que creía en el amor y en la libertad con igual o mayor intensidad que su esposo, y que siendo simple y esclava, poseía una sabiduría que hasta el mayor de los políticos y el mayor de los soldados, terminaron admirando. Y por eso, termino feliz, agregando el libro en mi lista de preferidos, esperando talvez la película, para desilusionarme o para asombrarme; cualquiera de las dos opciones me ha ocurrido con frecuencia, y poco a poco empiezo a luchar y pelar menos. Pero dejemos de hablar de Espartaco y hablemos de esa guaca enorme de libros que me llevo como fugitivo en la noche, que ni todo el peso del mundo me hubiera convencido de dejarlos.

Seamos rápidos, pues es espacio que he ocupado este domingo acusa a volverse sumamente cansado. Limpiando en la tarde y sabiéndome completamente solo, me di el derecho de hurgar entre los libros, buscando títulos, olores o intuiciones que me llamarán la atención; poco a poco, una lista fue creciendo, abarcando desde la historia de un Moisés, hasta un tributo a las camelias en el título del grande del antiguo conde, pasando por varios otros, como el del mamífero adorable marino o el famoso de cumbres románticas. Pero dos fueron suficientes para hacerme feliz, pues los había buscado con ardor; el simple hecho de que la historia de Jesús por un lado y otro de la maestra que nos dice como el orgullo y los prejuicios llevan al final a un camino con huecos en todas partes, era ya el viento que aligeraba mi cansado bulto. Empezando con que la historia de ese Jesús que uno llega a amar después de odiar, pasando por momentos de vergüenza, iras, patadas, gritos y llantos es más que sublime; simplemente es una maravilla leer de un hombre que siendo un idiota, pues lo era al principio, golpeándose por amor a Dios, temeroso y cobarde, privándose de placeres sin saber el porque, para luego convertirse en aquel que reconoce su divinidad, es todo un placer; tarde o temprano, uno ve sus etapas en nuestras vidas, viendo sus errores en los nuestros y su futuro en nuestro destino. Todos al final somos Dios, aunque no todos creemos conveniente morir en la cruz; por lo menos yo no. El libro en si fue el motivante del cuento que se presenta en mis filas de creaciones, del cual estoy particularmente orgulloso. Mi historia de un Jesús que podía escoger.

Y a la vez, leo el de el conflicto clásico entre el sentido representado por la razón y la sensibilidad por el corazón; dos hermanas y su mundo representan la escena. Veo desde como el amor se percibe tanto con sensatez como con los ojos del corazón, hasta una sociedad en donde las manipulaciones, el egoísmo, el dinero, las hipocresías, los matrimonios arreglados, el odio, la indiferencia y otros vicios más atacaban a los habitantes de esa hermosa Inglaterra en donde sin haber carros ruidosos y asesinos de Gaia, sin haber carreteras, sin haber televisión ni cosas por el estilo, la gente era feliz con sus campos, sus árboles y ríos, con sus animales fieles y las lluvias inclementes; haya sido al final como haya sido, no dejo de envidiar a los miembros de esa era, en donde correr por una pradera descalzo hubiera sido de las diversiones de cada día. Y aquí, termino de contar este domingo, mañana hay trabajo al que asistir, pues no oso mentir y decir que hay trabajo que hacer. Y lo mejor, la compañía en si lo admite; nos pagan por leer y no hacer nada. No me quejo, soy feliz como puedo.

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