TiraEcol

Tira Ecol

sábado, diciembre 09, 2006

Una fiesta de equipo...

Hoy no diré mucho, pues mi estado etílico es cuestionable, pero si lo suficiente para que entiendan. Luego de haber limpiado como todos los sábados y dejar en el Internet Café dos amigas, una con invitación pendiente y la otra con crítica de cuentos a flor de labios, empecé a coordinar con mi hermano amigo para la posible reunión; una respuesta lacónica fue todo lo que obtuve, y aún al llamarlo, no me gané más que ruidos en el teléfono. En todo caso, encaminando para sacar plata y pagar mi celular, que a raíz de los acontecimientos tendré que pagar hoy, me encontré con uno de los miembros de mi equipo de antaño, que tuve que abandonar por obligación y nada de voluntad; mantengo como tal suficientes vínculos con todos ellos para que la compañía sea ameno. Y viendome sin nada que hacer todavía, me invito de la nada a la fiesta de equipo, implicando una noción hermosa de que talvez sigo siendo parte de ellos, a pesar de todo; llamé y llamé a mi amigo del alma para ver que podíamos hacer, pero no contesto, y la aprobación de la primera invitación no duro mucho en darse. Y de ahí, empezamos un ciclo de compras, risas, preparaciones, de perros bebés chupando y mordiendo por doquier, de tamales vegetarianos, de televisión, de cansancio, de carne, mucha carne, de perdidas en carro, de insultos, de abrazos, de sorpresas, de regalos, de críticas, de comida, de mujeres desmayadas, de mujeres vomitando, y por último, de rostros cansados que se miraban unos a otros en el último juego que nos habría de dejar ellos mierda a todos; valga también decir que tomé lo suficiente para saber que mañana amaneceré con algo, pero no lo suficiente para vomitar. Y como tal, los dejo para dormir y dormir, talvez usando el artilugio del ancla para ayudarme. ¡Desgraciado el alcohol!

No hay comentarios.: