TiraEcol

Tira Ecol

domingo, diciembre 31, 2006

Reflexiones de un año que termina

Escribo añejo y sin camisa viendo como dos de mis mejores amigos, mi hermano y su novia por así decirlo, duermen en mi cama arrullados por el viento que entra por las celosías. Hace poco reían y ahora solo pueden cerrar sus ojos, conservando una mirada invisible en el otro, moviendo algunos dedos del pie con cuidado, como si temieran despertar a los demás. Y ya que estamos ubicados en mi locación de escritor personal, prosigamos con el relato.

Ayer me di el lujo de levantarme tarde, como tantos días ya en estas vacaciones indefinidas que se siguen prolongando para mi pesar; me doy cuenta que el dinero con el que cuento es precisamente el que no debería gastar. Me permito llorar en silencio por esto, sin que nadie lo sepa u observe, precisamente para ahorrar problemas y lamentos a mi favor; de todas formas, no duran mucho estos accesos de desesperación. Pero hablaba de ayer… Me quedé leyendo en la cama desarreglada con el sol filtrándose por mis cortinas blancas, luego de haber desayunado lo poco que quedaba de galletas y queso, sin más refresco que un agua con sabor raro. Tenía que ir al centro de la maldita ciudad de hombres josefinos, a riesgo de mis pulmones, dinero, felicidad y sanidad y todo para unos trámites burocráticos, como generalmente son todos, para solicitar un dinero mío; de paso, planeaba visitar a mi padre cercano que llevaba ratos sin ver, para desearle un próspero año nuevo y todas esas cursilerías que se dedican en estas épocas. Pero ya cuando me metí en la ducha, ¡Terrible Sorpresa!... ¡Acaban de cortar el agua! Y por eso, añejo, molesto, con ropa limpia pero piel sucia y más aún, con un pelo que decía que tanta agua le faltaba, terminé cogiendo un bus para San José, luego de hablar con mi padre y solicitar su ducha; leía para que no se notarán mis lagañas, y así, todo el viaje; la ciudad sucia de cuerpo y alma me recibía.

Hubo abrazos breves y algunas noticias de última hora con respecto a mi hermana, pues parece que había nuevos motivos para mi angustiado padre para estar triste. Respondí como pude sus preguntas y charle hasta el límite de la cortesía, escapando de su depresión con la excusa de mi baño, que era realmente algo primordial considerando mi creciente mal olor. Caí como preso rodeado de libertad bajo el influjo del agua calientísima y hubo breves instantes en que consideré quedarme simplemente ahí y así; lamentablemente, mi sentido de prioridades se ha agudizado y con prisa salí del baño para seguir las respectivas vueltas. Evidentemente, pasó todavía mucho ese día.

Empezamos buscando unas sandalias que yo deseaba para reponer las rotas que adornan el último peldaño de mis gradas, terminando luego en una comida en el restaurante vegetariano por excelencia en Chepe; en el ínterin, hubo conversaciones sobre mi madre, hubo búsquedas, observaciones, amores, reflexiones y otras cosas que carecen de importancia para aquel que sea ajeno al asunto. Lo que si vale la pena hacer notar es que cuando lo deje para ir a la divina Caja, diosa rencorosa y exigente, pude asegurar que un rostro triste suplantaba rápidamente cada gesto alegre y que si una sonrisa salía de tal cueva depresiva, era solo un reflejo de esa misma sombra que pesaba sobre su alma; entiendo porque esta así, y como pude, traté de aliviar ese peso, pero en estos momentos y lamentablemente, solo él con su forma de percibir las cosas y actuar puede ayudarse a sí mismo.

Llegando a la institución esquinera y negra a donde iban dirigidas mis pesquisas, me enojé ante la ínfima cantidad de dinero que recibiría después de todo; no era ni siquiera la mitad de lo que esperaba obtener. Pero lo preferí ignorar por el momento y cogí un bus para encaminarme otra vez a mi relativamente limpia y hermosa ciudad, pues quería hacer algo nuevo hoy. El viaje no duro mucho y cuando menos me di cuenta, estaba de pie en la parada habitual, hablando solo en voz alta, como usualmente me pasa, ante la extrañeza de hombres y mujeres, con excepción de los niños y los locos. Si seguía sin haber agua, nada hacía yendo a mi casa, por lo que decidí concretar por fin una idea que tenía desde hace bastante tiempo e irme al parque por el que siempre paso, a leer, a escribir, a sentirme uno con el césped, talvez buscando esa paz encontrada y amada en Rancho Margot. Pasé algún tiempo ahí, observando a los niños jugar y al sol detrás de un árbol, y tan extasiado estaba por su belleza, que terminé componiendo un poema, una magnífica oda a mi parque. Pero en medio de la composición del segundo que me prometía escribir, una de mis mejores amigas, Percantilla, me notificó sobre la fiesta en la noche en honor a su madre/amiga, ofreciendo su compañía ya que se encontraba cerca; recogí mis cuadernos y esperé pacientemente su visita, seguro a la vez de que se perdería. Pero al poco tiempo, y luego de hablar con el propietario de los apartamentos, urgiéndole sobre el asunto del agua, terminé caminando al otro parque de Moravia, el central, para encontrarme con la misma pareja que duerme ahora delante de mí; tenían un regalo para la cumpleañera y un plan… Un plan sublime.

La víctima cumpleañera, Vale, nada sabía sobre la celebración y según informes de espías apostados en su familia (su madre y hermana), estaba bastante deprimida. Luego de que los miembros del escuadrón de aviso, o sea, nosotros tres, estábamos listos y reunidos, entramos furtivamente a su casa y a la primera visión del objetivo viviente, cantamos una canción de “Feliz Cumpleaños” que se terminó viendo arruinada por los gritos de emoción de la antes deprimida… Nos presentamos, y pude notar que las pocas fotos que había visto le hacían y no le hacían honores… Al principio la noté simplemente bonita, aún cuando poco a poco esa concepción terminaría cambiando; con anteojos, medio achinada, pelo simplemente magnífico, más alta que Percantilla, y con una sonrisa de oreja a oreja. El caso es que luego de que su querida madre, con la cual curiosamente me terminé llevando bien casi al instante, nos dejará en el lugar de la fiesta, siguieron tantas cosas que solo mencionarlas es bastante; picheles de cerveza, como tres o cuatro cigarros fumados de mi parte, aún cuando se supone que no fumo, dos cantadas de Karaoke (Born to be Wild y Hotel California) con un nuevo amigo que se sumo a la pelota, haciendo a los Tres Mosqueteros, risas, bailes, fotos, sacadas de lengua, chistes, más abrazos, más fotos, una mujer que se apreta con dos amigos uno después de otro en una esquina, sus amigas indignadas, hombres curiosos que no saben que pasa; en fin, toda una orgía de sensaciones. Y más aún, porque creo que mi corazón ha encontrado a alguien de quien volver a enamorarse.

Si tuviera que encontrar el punto exacto en donde la feliz cumpleañera dejó de ser una cara bonita para ser un alma que hacía latir mi corazón, no sabría precisarlo; si de algo sirve, sé con certeza de que fue un cambio bastante rápido. El caso es que desde ese punto, siempre andaba buscando con la mirada sus ojos, o por lo menos su vivaz sonrisa, tanto bailando como conversando con sus amigos; yo, medio sordo como soy, y atento en esos momentos a otros cantos y vacilones, no podía hacerme presente para ella. Por esta razón fue talvez que en el segundo karaoke, y habiendo programado con los demás cantores decir un feliz cumpleaños a la mujer maravillosa que sentada reía, terminé mencionando lo preciosa que era, llevado más por una maravillosa intuición, que por una charlatanería desmedida. Y finalizando la noche, la miraba de reojo mientras hablaba con un amigo, para no hacer notar mi mirada posiblemente impertinente de forma tan obvia; si necesitan más pruebas, solo con decir de que de alguna forma me entristecía al oírla mencionar de una pasada en que solo vendría una vez al mes y de cómo sigue enamorada de algún tipo, talvez de la misma forma que yo con la mujer casi siempre citada en estas letras, protagonista de mi último dolor e injuria de mi parte; talvez estemos en el mismo entrabe y necesitamos de uno y del otro para salir adelante; talvez al final, no pasé nada. Aunque tengo sus múltiples números de teléfonos, tengo todavía que solucionar ciertos asuntos pendientes por los cuales una salida en este momento podría solo acentuar mi depresión económica… Aunque pensándolo bien, podría utilizar la amistad de su madre y ganarme una invitada a tomar café, todo y mientras yo llevé el pan, como la misma me hizo prometer… Esperemos que terminé este año y ahí veremos… Dejemos que finalice para volver a empezar…

P.S: Ya estos dos cabrones se levantaron, jejeje.

31 de Diciembre 10.23.am
¡Oh Dios Mío! Es este el último día del último fin de semana de la última semana de este año… Una ocasión, por supuesto, para celebrar. Pero antes de comentar algunas cosillas de este año, digamos que paso ayer, justo cuando esos cabrones se levantaron; un día de alegría termino siendo ayer.

Después de que nos bañáramos y de que Percantilla se fuera regañada a su casa, mi mejor amigo y yo salimos con prisa de mi hogar, pues el carro de mi mejor amiga/mamá ya esperaba afuera para llevarnos al cine a todos juntos; los únicos de la familia que no participarían serían los menores. Vacilamos, cantamos, recogimos a mi amiga/hermana mayor con la que las risas se intensificaron, luchamos contra el tráfico y un parqueo complicado y mi madre pude susurrarme que tendría que hablar conmigo más tarde en privado en referencia a mi Tío David; pude haberme permitido preocuparme sino fuera porque le pregunte expresamente si debía hacerlo, a lo que recibí un rotundo no. Y al final de todo, llegamos a la película, un poco tarde, y nos sentamos con palomitas y nachos y refrescos que aparecieron por arte de magia, talvez haciéndole honor a la película. Por un tiempo que no sé medir, El Ilusionista acaparo nuestra atención.

¡Película soberbia! ¡Música majestuosa! ¡Trama enloquecedora y nueva y original! Obviamente, no planeo contar más que la historia es de un mago, un ilusionista que si bien algunos de sus trucos pueden ser obras de artilugios mecánicos y demases, hay otros que trascienden la simple maquinación de un ilusionista cualquiera, alterando la esencia misma de esta “ilusión” en donde vivimos, no muy diferente al Neo que al llegar a la casa veríamos en Matrix. Salí de la sala callado y así hube de permanecer por sus buenos minutos, sorprendido, estupefacto, muy pensando en todo para poder articular palabra… Pero eso habría de cambiar. Empezamos a dar vueltas por ahí buscando el regalo perfecto para el Tío David o Babis como pude ver luego, pasando primero por un auto mercado. En él, mi buena amiga Percantilla, luego de bailar juntos por todo el lugar, constante que definió por mucho tiempo nuestras andadas antes de que llegará su novio, me termino aconsejando que a pesar de que se iría esa mujer que tanto me impresionó ayer, nada perdería mandando un simple mensaje, con un hola sin decir quien era, incitando ese lado curioso y magnífico de las mujeres. Y bien lo hice, una alegría a la mil sorprendió mi cuerpo y alma, haciéndome bailar, hablar, cantar y sonreír de una forma que hasta para mí, es poco habitual. Puede ser por el hecho de entender que estaba poniendo mi amor en alguien que me pudiera corresponder, o porque por primera vez podía ver a esa mujer que todavía amo, pues no piensen todavía lo contrario, pero con una sonrisa, un abrazo y una caricia tierna; talvez seguiré sin saber, pero realmente no me importa. El caso es que me conozco y siendo fiel a mi creencia, la alegría me drenó y canso como pocos ejercicios logran, relegando el desborde de amor a mis labios y ojos solamente, dejando mi cuerpo descansar. Así llegamos por fin a mi hogar, al hogar de todos, en el que pude por fin saber que era tanta cuestión que debía ser hablada en privado; pudo ser un golpe, pudo ser motivo de lágrimas, sin ser ninguno de los dos.

Antes que todo, pude por fin leer el correo que originalmente mi Tío había mandado a la familia, correo que casi logra arrancar la misma lágrima que cayó cuando el autor escribía. De una vez digo, el contenido de las cartas que leí no será explicado, por un lado para mantener la magia, por el otro porque es imposible definirlas, y por último, porque curiosamente, nadie más que nosotros debería saber que se dijo. Leí otras misivas más de cariño entre hermanos, de palabras raras, de recomendaciones, de locuras, hasta que por fin el tiempo para explicarme que pasaba llegó. Simplemente, una carta y una observación dirigida con pasión habían producido sospecha con respecto a una posible relación entre mi tío y la mujer que aún amo; una relación que iba más allá de lo normal. Y como tal, se escribieron nuevas cartas pidiendo explicaciones, cartas que no dudo fueron severas en algunos momentos. El caso es que por fin se dejaron de lado las cartas y hubo una llamada… De mi Tío… El comprendía la edad que tenía la mujer que todavía amo y todo, pero aún así, si el tuviera la edad de ella, no haría nada por una buena razón; porque yo la amaba un pichazo y el sabía que si tenía algo con ella, me haría sufrir, por él y por ella. ¡Una muestra de lealtad más Señores! Pregunté si ella sufriría por ese amor que tenía con él, pero se me aseguró que no, por lo que pude seguir mi vida tranquilo; haya pasado lo que haya pasado, eso no quita que me siga preocupando como un anónimo enamorado. Pero hubo un momento en que se hubo de decir basta, pues me esperaban nuevas cartas; la carta de contestación a la que yo con tanto amor hube de escribir antes.

Era de amor como fue la mía; era de sinceridad infinita desbordando en sus palabras como la mía; era de simple reconocimiento de almas como la mía cito en algún momento. Lloró cuando la leyó, al igual que por poco yo lloré al leer la suya… Lo que se dijo es para mí y para él, pero si puedo asegurar que la carta solo acentuó de forma a la mil el amor que le tengo a ese querido hombre, al punto de que ya llegamos, yo y la familia, al punto de enamorarnos de Él… Entregando nuestros corazones y el suyo en una fiesta en honor a la energía del universo, o sea, el AMOR. Ahora solo puedo esperar verlo más tarde, en la celebración de Fin de Año y aún antes… Solo puedo esperar para abrazarlo.

Y ahora, ya que terminamos de contar sobre los acontecimientos de ayer, hagamos reflexiones sobre este fin de año. Un año que empezó de la misma forma que este hará, con mi familia en el parque viendo los fuegos artificiales, aún cuando en ese momento mi mejor amigo y hermano se encontraba ausente por una molestia contra mí; al final siempre se arrepintió por haberlo hecho. Fue después cuando me pasé de ese hogar que siempre querré, no por sus ladrillos y cementos, sino por sus habitantes, y todo por un rechazo de una carta de amor que había escrito a esa mujer que sigo amando; una carta que inspiro uno de mis cuentos y muchos de mis poemas. Ahí empezó una etapa de mi vida que solo agradezco haber terminado; una vida de drogas, alcohol, salidas constantes, trabajo que odiaba, de juegos hasta altas horas de la noche, de amigos hipócritas, de amigos peligrosos. Y pudo haberse prolongado, si no hubiera sido por la bendita meningitis; mi experiencia trascendental por excelencia.

Dos días técnicamente muerto, unos diez conectado a una máquina, un mes internado en el hospital; simples números que no logran hacer comprender el sufrimiento, la desesperación, los problemas, el dolor, las culpas, las lágrimas, como tampoco los agradecimientos, las sonrisas, los chistes, las esperanzas y demases. Salí de ahí medio sordo y débil como la gran puta que nos parió a todos (al universo, siendo la puta el cambio), pero salía feliz… Sí, feliz y contento porque amaba y era amado de vuelta.

Como todos saben, o creo que saben, fue en el hospital que la mujer que amo se me declaró, logrando que mucho tiempo después, en un parque de San José donde el sol refulgía, nosotros cobijados en la sombra de un magnífico árbol, nos hiciéramos novios. Fueron cinco meses de alegrías, de descubrimientos, de culpas muchas veces y responsabilidades, de castigos, de charlas, de ojos cabizbajos, de ignoradas, de perdones, de conocimiento y miles de cosas más; cinco meses que habrían de terminar abruptamente cuando se me vio no un novio, sino un hermano o por lo menos, amigo. Ese sufrimiento, si han de saber, todavía repercute en mi corazón.

Pero seguí adelante, sin conseguir pareja pero luchando poco a poco… Luchando para cumplir mis sueños, como la entrada tan deseada a mi universidad preferida o participar en mi primer concurso de cuentos, del cual todavía esperó resultados. Hubo reuniones de diversos grupos, uno en pro a la naturaleza y el otro pro literatura, citas con amigas que no fueron más que eso, problemas en mi trabajo, enamoramientos con una casada y una mujer con novio. Tuve también un re-encuento con mi padre lejano, por medio de cartas, por las cuales seguimos en contacto y un re-encuentro con mi progenitora, pues considero que el nombre de madre ya está utilizado y no para ella, con la que luego de una o dos reuniones satisfactorias, se termino volviendo rara con oscuros presentimientos de mi parte cuando la oía hablar, hecho que termino provocando para que yo me echará para atrás; no quería que me volvieran a herir.

Fue un año en que abandoné a los amigos hipócritas y las salidas sin más sentido que tomar y emborracharse; un año en que, talvez por mi muerte y resurrección o por otros factores, estoy seguro que maduré un pichazo, provocando que no viera en tales acciones más que estupideces juveniles sin sentido. Un año en que escribí con una maestría excelsa, con la que recientemente empecé con poemas nuevamente, basados en talvez… No, de fijo… Mujer que todavía amo… jeje.

Un año en que ya llegando a su culminación, conocí a uno de los miembros mas amados de mi familia, luego de protagonizar con él un episodio un tanto doloroso con la mujer que amo… Un año en que aprendí o recordé montones, sobre el amor, sobre la vida, sobre los sueños, sobre los deseos, sobre el querer, sobre el noviazgo, sobre la familia, sobre la lealtad, sobre la hermandad, sobre la confianza, sobre la muerte, sobre la hipocresía, sobre ser abandonado, sobre ser recogido de la carretera abandonada con amor cuando uno es mierda… Un año en fin de tantas cosas que escribirlas todas sería una tarea épica… Un año que nunca olvidaré y de eso estoy seguro… Un año sumamente maravilloso.

No hay comentarios.: