TiraEcol

Tira Ecol

miércoles, diciembre 13, 2006

Un cumpleaños no tan feliz...

¡Cumpleaños Feliz, cumpleaños feliz…! Cumplo años, si, pero mi día empieza como de costumbre. Me levanto un poco tarde por una alarma que no suena, me rasuro con prisa pero perfección y me visto para verme rico y delicioso; varias camisas blancas logran el cometido, pero mi predilecta es escogida. Llegó al trabajo y recibo felicitaciones de esos compañeros que aún ayer, no mostraban tantas muestras, sino de cariño, por lo menos de simple aprobación de mi festividad; extraño que entre las que no dijeran nada está de la que mas lo esperaba y ansiaba; más tarde me daría cuenta que esta sería la normal el día de hoy. Todo transcurrió tranquilo, dejando filtrar en las cartas las risas y comentarios de conflictos y bromas, mientras poco a poco en mi interior un sentimiento extraño se formaba. Recibo los regalos del amigo poco secreto, escuchando con alegría su error primero de no regalar nada de lo que quería, para luego avergonzarme de ver regalos de verdad abrirse a mí alrededor; mi única satisfacción era saber lo idiota que era y lo poco que vale. Pero para no enfocarme en lo negativo, fui feliz con los otros regalos, especialmente con la aprobación de la persona a la que compré candelas ayer, a la sombra de la salida con mi madre, corriendo por todas partes para que quedara bien. Y siendo modesto, me quedo excelente.

Estaba solo, ya todos se habían ido dejando la sombra de una tirada de cartas sin terminar; el tiempo perfecto para pensar. Aún cuando no creo en el tiempo, y el cumpleaños en si no es tan importante, me dolía que solo una persona se acordará realmente de él al principio; mi hermana menor me había llamado, junto a un mensaje de mi progenitora que posiblemente habría escrito el día anterior para acordarse. Pasaba el tiempo y terminé de leer el ensayo de la señora esposa de Sastre, suplantando un poco mi ideal de mujer bella y positiva; sus escritos reflejan mujeres todas que sufren, que viven sus esperanzas y peripecias a través de sus esposos, cuyos sea dicho de paso, son o canallas, o viejos o malditos. Pero aún a pesar del negativismo, disfruto su lectura excelente, metiéndome de lleno en la carne y sangre de esas mujeres. Por fin, termino leyendo las últimas palabras con un dejo de desesperación, pero orgulloso de esa mujer increíblemente genial. Tomo en mis manos el próximo libro, del genio y malparido a la vez de Asimov, un texto que me habla de los comienzos de la saga que ya había leído en un pasado; aún antes de la fundación y de Seldon, hubo un hombre y un robot. Pero a pesar de que está bueno, pues la intriga de dos asesinatos imposibles gira en el ambiente, lo dejo inmediatamente como estaba; realmente, no me sentía en ánimos de leer. Pero esa noción habría de cambiar.

Alguien más se había acordado de mi cumpleaños y como tal, se unió una Mar y Sol a la primera Marisol; el mensaje aunque breve era ya motivo de alegría. Leí mi resumen del Tarot que me comunicaba exactamente mis sentimientos; me sentiría con vistas a futuros grandiosos, pero con trabas o cuerdas que me ataran a la desesperación; fuera como fuera, no debía sucumbir. Era mi cumpleaños después de todo. Sabiendo que podía hacer lo que deseará, empecé con mis regalos del día. Primero fue un camisa de tonos desconocidos en entre mi ropa, para luego pasar a mandar no con pocas dudas todavía mi cuento para ser incluido oficialmente en el certamen; lo leí todavía unas tres veces hasta convencerme de que lo quería como estaba; ahora solo es cuestión de esperar y confiar. Talvez sea ese otro de mis regalos de cumpleaños atrasado: Un premio lo suficientemente grande para construir el pedazo de vida que me faltaba. Ya sonaban los teléfonos anunciando que ya salía y sin perder tiempo alguno, salte a la puerta y en otro brinco, a la puerta del bus. Antes de todo, me encontré con varios amigos; nótese por favor que aunque por lo menos dos sabían de mi cumpleaños, ninguno de ellos dijo nada. Ya tendría chance de que alguien lo hiciera.

Me senté en el bus con ánimo de dormir, pues la reunión del Club de Soñadores y Creyentes de la santas letras era hoy; por nada del mundo podría faltar si una mujer interesante podía asistir, sumándole al hecho de que ya estaba comprometido a mi mismo con discutir sobre los planes del proyecto de fomento a la lectura. Cuando ya estaba presto a bajar, recibí una llamada… ¡Eran mis otros dos hermanos de mi familia de verdad deseándome feliz cumpleaños! Ambos preguntaron por mi asistencia hoy con ellos, solo para ser desilusionados con mis planes actuales; igual mañana me tendrán todo el tiempo que quieran, mañana, el viernes, el sábado y el domingo. Y con una felicidad renovada, decido continuar con mis regalos para el día de hoy. Pasó a la Librería y por fin compró el libro sobre el Libro de Almohada que tanto me había perseguido en sueños desde que lo vi; todos los comentarios los reservo cuando lo empiece. Luego, me compró el helado que llevaba negándome por cuestiones económicas desde hace tiempos y lo como con gusto; hoy había decidido ignorar la cuestión, imaginando que tenía un número infinito en mi tarjeta. Y con el helado, parto por fin a la reunión, donde al fin de cuentas, más sorpresas me esperarían.

Luego de comer, saludar, y hablar desde las generaciones, la madurez y las risas, nos dimos cuenta que la asistencia se reduciría a solamente cuatro; pudimos por lo menos hablar de lo básico antes de nuestra partida obligada. Me doy cuenta también que uno de mis deseos se está cumpliendo ya, pues entendiendo gran parte de lo que se decía, aún con música de fondo, pude aportar mucho más de lo que imaginaba que podría. Y como hoy era un día mágico, terminé recibiendo regalos: Una decoración que duerme ahora encima de la refri y la invitación a lo que había pagado… ¡No podía pedir realmente más! Ya cuando me senté al bus de regreso, solo podía lamentar el hecho de no haber visto a la escritora de negro que tanto me había llamado la atención la reunión pasada, aún cuando realmente confío, como siempre, en la eficiencia del universo. Al final, cansado y todo, la confianza es de las cosas que me quedan.

Ya tengo sueño, así que capitulo con rapidez. Regresando al hogar, me atacó un pensamiento que todavía ahora carcome mi cerebro, solo que talvez con menor intensidad estando él ahora casi todo apagado. Ningún “amigo” me llamó, no hubieron cervezas invitadas, ni jugos de naranja compartidos, no hubieron mujeres con las cuales reír, no hubieron más felices cumpleaños que de los básicos de siempre. Repito, la festividad en sí no es tan importante, pero aún así, hubiera sido bonito que se acordarán; ni siquiera mi propio padre cercano me dedicó una llamada. Así que cansado como estaba, traté de materializar a un alguien que me encontrará y me dijera feliz cumpleaños; mi propio cansancio termino jugando en mi contra y una sesión de cualquier cosa me hubiera conducido al dormir nada más. Bueno, parto al mundo de los sueños, teniendo ya 19 años sin que me importe realmente una mierda más o menos; no noto la diferencia y a pesar de los pequeños acontecimientos del día, no hay nada que me haga creer lo contrario. Mañana hablaremos talvez sobre la maldita costumbre del avenidazo, pero hoy simplemente quiero dormir. ¡Buenas noches!

P.S: Me acaba de llegar un mensaje de mi padre cercano, deseando lo obvio el día de hoy; no puedo ocultar el hecho de alegrarme en mi equivocación de creer estar muy abandonado el día de hoy. Por lo menos, los básicos se acordaron, pues realmente creo no tener amigos ahora reales, y eso me debe bastar.
P.S.2: Mi amiga/madre ya me había dado las felicitaciones, con un día de adelantado, siendo la primera en siquiera pronunciar las dulces palabras. ¡Gracias Olguita!

No hay comentarios.: