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Tira Ecol

lunes, diciembre 04, 2006

Hablemos sobre arte...

Ya que es totalmente absurdo contar sobre un trabajo que ya no es tal por su ausencia, o detallar los encuentros casuales y normales, tanto con la gata dorada que juega a tirar papelitos con una pajilla, viéndose preciosa en el proceso, o con la mujer de perfil de lentes gigantes en el viaje mañanero, planeo hablar hoy de algo más abstracto. Hablemos un poco de arte.

Leyendo a Poe hace poco, vi que el querido sufriente de la vida, tenía unas opiniones muy válidas sobre los orígenes del arte y sobre los ingredientes básicos que lo conformaban. Primero, como origen, dice que viene de la imaginación y la intuición, del terreno donde provienen nuestros propios cuentos de hadas, los mismos que engendran nuestros sueños como nuestras pesadillas en ese momento, en que tanto el esclavo como el rey, son iguales; los dos son exactamente iguales cuando tienen que cagar, sea como sea, solo cambiando el fondo de la acción en si. Pero, leyendo esto, me veo obligado a agregar un ingrediente más: El Recuerdo. En algún poema antiguo mío, escribí sobre la inspiración artística. Y definí para motivos personales que los poemas ya están ahí, las obras maestra flotan ante nuestros ojos, dedos y oídos, los premios descansan en nuestra repisa pulcramente ordenados. Al final de cuentas, el poema terminaba diciendo que esto solo podía ocurrir si realmente lo único que nos faltará fuera el recordar que tales maravillas estaban ahí; el pájaro volando en el atardecer es ya una foto increíble, un poema soberbio, y una canción famosa, solo hay que recordar y plasmar eso en donde se pueda. Al final de cuentas, el arte genuina es solo lograda cuando el ser humano se desprende de su sangre y carne y trasciende a su mejor yo, a su yo divino, pues es él el creador de la belleza; escribimos o pintamos nosotros en el tanto estamos en contacto con nuestra verdadera esencia, pues ella percibe todo lo existente en un simple vistazo. Y por eso, creo que al querido Poe le falto ese pequeño detalle, ese y otro más.

También ese hombre que murió joven y desdichado aseveró otro axioma, que no tardo en convertirse más bien en un adagio; esa frase de que para el arte se necesita 1% de inspiración y 99% de esfuerzo son pocos personajes que no la citan, aún desconociendo su autor. No pretendo, nótese por favor, recordar en este momento los exactos términos del adagio en si, pues simplemente uso los número y palabras que me vienen a la mente para ser comprendido. En todo caso, en esto también me veo impelido a agregar el recuerdo y el contacto inherente con nuestro Yo Mayor; ese simple hecho cambia las proporciones. Por lo tanto, son de la creencia que para un ser humano común y corriente que se cree realmente como tal, la afirmación anterior es un reflejo de cómo deberá crear su arte, matándose primero que confiar en su propio instinto artístico. Pero también creo que entre más recuerdo obtiene el hombre de su origen divino, las proporciones empiezan a cambiar, favoreciendo siempre a la inspiración, en lugar del trabajo. A si, llega un punto en que el hombre, dejando de ser hombre, escribe directamente de la inspiración y su instinto, originando obras maestras que sin necesitar trabajo ni esfuerzo, son tan buenas y aún mejores que cualquier otra que requirió lo anterior. Poe, por ejemplo, vario poco la proporción, luchando y sufriendo como tuvo que hacer, con poco tiempo entre sus depresiones para reflexionar sobre la posibilidad de que fuera realmente un Dios; la muerte de su querida esposa solo agravo este pensamiento. Y ya al punto de dormirme sentado en el escritorio, mi mente osa hacer una pregunta: ¿Y en que proporción me encuentro yo como escritor? Lamentablemente, hoy, ahora, ya, no estoy listo exactamente para responder la pregunta; una buena reflexión que mi mente cansada no puede ejecutar hoy debe hacerse antes. Pero mientras mi respuesta venga, sería bueno hacerse la pregunta, ¿no creen?

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