TiraEcol

Tira Ecol

viernes, diciembre 29, 2006

En la Soledad desacostumbrada

Es curioso para mí ahora lo fácil que me adapto a diferentes circunstancias, y más aún, acostumbrándome muchas veces al punto que las llego a necesitar. Anteayer tenía todos los planes para quedarme en este apartamento, que aunque estoy cada vez menos, suda más vida que antes por las constantes visitas de mis amigos, pero algo surgió; la soledad atacó con sus legiones de ansiedad, desesperación, locura, encierro y hambre de amigos. Resistí su terrible asedio por unos cuantos segundos y presenté mi rendición; llamé al instante a mi familia para ver si podría ir. Aunque las mujeres estaban a punto de irse, mi mejor amigo/hermano se quedaba, y sin hablar con él primero, partí a mi hogar; quien sonreía más, si yo o la soledad, no sabré decir.

Llegué justo en el momento para ver partir a mi madre/amiga y mis dos hermanas/amigas; solo hubo tiempo de hablarme de una carta. Parece que el querido tío David había mandado una carta para la familia, que provoco palabras más conocidas por el alma que por el léxico humano; lamentablemente, estando ellas a punto de partir, la lectura quedo postergada hasta ayer. Mientras todavía se escuchaban los ecos del poderosos carro nuevo en las calles del vecindario, yo saludaba con abrazo a los demás integrantes de la noche de fiesta privada que habríamos de tener; dos personas que a fuerza de experiencias vividas, se han ganado mi confianza. Comimos, bebimos, recibimos a Percantilla y las perdidas inherentes con su novio en el cuarto principal, y al finalizar la noche, nos “frikeamos” a puntos extremos por un televisor gigante y zombis malditos; por dicha, para propósitos de sueño, no fue esto lo último que vi, sino unos carros dulcemente arreglados.

Pero antes de terminar, tengo que describir unos de los episodios más importantes; escribí una carta al Tío David. Una carta de agradecimiento, que además buscaba explicar como me siento con respecto a él, el porque lo veo a veces como un hijo que debo proteger, hecho curioso que solo me ocurre con mi madre/amiga; una carta en fin para abrir mi pecho y volcar todos su contenido en una pantalla de Mac. No sé si lo escribí en el momento esperando alguna respuesta, pero ahora que la emoción del momento ha pasado, reviso todos los días el correo esperando ver entre todos uno con su nombre, para dejar que mi corazón corra a mil mientras se abre. ¿Quién puede esperar saber cual es su respuesta?

Por el otro lado, sigo la lectura de la hermosa Dama de las flores de Camelias, ese relato amoroso con final trágico pero desarrollo enternecedor que puede en algunos momentos llamar a las lágrimas a su lado; un amor sublime con protagonistas de índoles curiosas, pero de esos que pocas veces se encuentran. Y por el otro lado, unas cumbres altamente borrascosas llenan mi imaginación, con un amor juvenil que se vuelve maduro de golpe, terminando por ser la mujer una soberbia y maldita, y el hombre un desgraciado y más maldito aún; una pareja perfecta sino fuera por el status de casada de ella. Creo prever que tal condición no durará tanto como se esperaría, pero decir más con las pocas páginas leídas sería simplemente una idiotez. Por eso, os dejo hasta nuevo aviso con respecto al tópico de libros.

Y para finalizar, déjenme hacer notar como mi espíritu se ha visto en la elección de concretar una amistad y mucho más con una persona con reputación de hacer mierda a las personas; lo pensé por mucho tiempo, teniendo de lado mi amigo haciéndome notar como se podría aprovechar la hermosura, la agilidad y habilidades harto grandiosas sin meter los sentimientos. Pero al final, ayer, terminé rehusando el número de la persona, conociéndome lo suficiente para saber que paso enamorado 24/7 365 días al año, y que tal mujer posee todo para que yo caiga en las malditas redes; sencillamente, dije basta a que por amor me hagan como un pedacito de mierda en el camino. De todas formas, el simple hecho de coger por coger nunca apareció muy intrigante y necesario para mi alma, que se place en el acto de coqueterías y amores, de romances y poemas; si, talvez sea un poco raro considerando mi generación, ¿pero desde cuando los genios nos parecemos a los demás de nuestras generaciones? Ah, y eso, modestia aparte. Jejeje.

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