TiraEcol

Tira Ecol

jueves, julio 03, 2008

Con Gaby... ¡Aniversario!

Si me hubiera preguntado hace dos años, o hace tres, si yo pensaba que sería capaz de celebrar un aniversario con una mujer, me hubiera cagado de la risa y les hubiera dicho que yo de 5 meses no pasaba nunca. Y me hubiera guardado para mí, como un pensamiento constante e iluso en esa época, que yo duraría con un año con una mujer que fuera tan perfecta y maravillosa como yo afirmaba que sería mi mujer ideal. O sea, Gaby.

(Nota de Simón-chocho: Este posteo está siendo escrito el día Lunes 7 de Julio, a las 7:15 p.m, no el Jueves. Pero me pareció que sería tonto no postearlo como si hubiera sido el mismo Jueves)

Buenas, mi nombre es El Narrador Ultra Mega Misterioso de la vida de Simón. Yo soy más o menos el que escribe cuando él mueve sus dedos un poco torpes ahora escribiendo en Crónicas; voy siendo el autor no reconocido nunca de por lo menos todas las entradas de este lugar. Pero no me quejo, se supone que sin Simón yo no tendría siquiera una vida, jeje. Hoy estamos Jueves, y Simón todavía está durmiendo. Con Gaby, si es necesario hacer notar. Ahí están los dos regalos que él le dió y que ella se esperó pacientemente hasta las doce para abrir, aunque Simón tuviera que manipular el tiempo y el espacio y robarle al Miércoles unas dos horas aproximadamente. Es un libro, Sangre de Tinta, y un disco, Editus 360. Parece que se los había guardado bastante el bendito Simón-chocho, como le dice ahora Gaby en sueños, porque ella todavía está sonriendo; ventajas de ser un Narrador Ultra Mega Misterioso: Puedo ver a la gente dormir y nadie se da cuenta.

Igual, si fuera como "real", no se darían cuenta. Estaban cansados, entre unos pequeños ataques por acá y emociones por allá. Hubiera matado por agarrar el libro, uno que ambos habían estado esperando conseguir desde hace mucho tiempo empezando en el momento en que terminaron el primero de la serie Corazón de Tinta, pero no me dio mucho tiempo. Supongo que al no ser de carne y hueso, mi tiempo es diferente al tiempo de los seres humanos y lo que debieron haber sido horas, fueron segundos para mí: Ya Simón se había levantado.

Les podría poner, palabra por palabra, gesto por gesto, todas las "culiolada" que tanto Gaby como Simón hacen, pero sería infinito. Pero están felices, entre sus vueltas, entre sus gestos, entre sus besos; casi envidio la vida humana y todo. A Simón le late el corazón por mil desde que se levantó y no puede parar de sonreír. Y afuera, el tiempo pasa. Terminan por irse a la casa de Gaby, donde después de felicitaciones de Liliana, después de comer y después de andar regando felicidad por todas partes, se separan: Simón a su casa a dejar descansar a Gaby y alistarse para salir en la noche. Como parte intrínseca de Simón, creo que también he terminado por amar a Gaby, porque hubiera dado mil recuerdos por verla dormir y quedarme con ella, pero después de todo, soy el Narrador Ultra Mega Misterioso de Simón.

¿Y Simón? Pues Simón juega en su computadora mientras mira cada cinco minutos la ropa que tiene para ver que se puede poner. Termina escogiendo un pantalón que, a pesar de que Gaby no sabría eso nunca, estaba guardando para la ocasión más especial que tuviera, cosa que no había pasado, hasta ahora. No hay mucha agua, pero igual se mete al baño, se moja como puede, se pasa un poco de jabón, se seca y se queda en calzoncillos, maña que me encantaría reprocharle, más aún cuando camina por todo el apartamento así y con la puerta abierta.

Le pone un mensaje a Gaby y le da taquicardia y le empieza a crecer la ansiedad. A Simón, para los que no saben, le da ansiedad el hecho de la incertidumbre. No sabe cuando Gaby le dirá que vaya, no sabe si Gaby lo verá guapo, no sabe si Gaby disfrutará salir con él, no sabe si estará creando un hermoso recuerdo; todo se resume a que amar mucho a Gaby le mueve el piso al pobre, jeje.

Pero por fin sale corriendo, después de ponerse los zapatos cafés y una camisa blanca. Va caminando casi corriendo, fijándose a cada momento que anda con las únicas tres cosas que necesita en este momento: La billetera, los anteojos y las llaves de la casa. Llega a la casa y todavía Gaby no está lista. Lili le aplancha el pelo y él se pone a servir la comida, porque como siempre, se esta muriendo de hambre. ¡Ah! Se me olvidaba, ya sabíamos los tres a donde íbamos a ir: Al Jazz Café, a escuchar a Sasha Campbell.

Después de 30 minutos, creo (ya les dije que mi tiempo es diferente), salieron los dos corriendo. Lili le había dado una obsesión de tomar fotos a último momento y ya iban tarde. Y porque no consiguieron taxi, se tuvieron que ir caminando, Simón viendo el reloj a cada segundo. Obviamente, como pasa en todas las historias de amor, llegaron temprano, se sentaron en la mesa y respiraron tranquilos. Hace poco leí que una imagen vale más que mil palabras de una amiga Narradora Ultra Mega Misteriosa como yo, de otra persona amiga de Simón. Lo que pasó en el Jazz, Gaby y Simón con esa cara de felicidad, es demasiado para lo que podría ser mi talento. Comieron, se besaron, sonrieron, se contaron cosas, se abrazaron, se escribían historias en servilletas (de la cual la de Gaby fue la mejor), y finalmente, en el ocaso de la noche, Gaby le dedicó Stand By Me a Simón. Sé, porque lo sé, que cuando Simón le dio la mano a Gaby y salían por la puerta del Jazz, sentía en el puro fondo de su corazoncito rallado que había sido uno de los mejores días de su vida.

Claro, son unos bárbaros ellos. Pasan al MasxMenos sólo para comprar una botellita de vinito, de 3 rojos. Se van entre risas y con risas entran al apartamento. Y no, no pasó nada vulgar. Se sirvieron el vinito, se lo tomaron, quedaron felices mientras veían anime y se fueron a dormir entre abrazos.

Y ahora otra vez duermen. Sé que para ser un Narrador Ultra Mega Misterioso debería haber escrito más, pero me parece imposible. La felicidad, el amor, los besos... Todo eso que yo no tengo y ellos sí es imposible de describir. Todavía puedo escribir porque Simón se rehusa a dormir, aunque está cansado; quiere ver a Gaby más, porque ella se va mañana temprano. Yo sé que cuando suene la alarma a las 6 de la mañana él la va apagar y se va a dormir, con Gaby entre sus brazos, como sé que Gaby se levantaría una media hora luego, sorprendida por que Simón no la levantó. Pero me voy... Hoy Jueves/Sábado mi labor como escritor termina entre los párpados de Simón y los pequeños y dulces ronquidos de Gaby... Y pensar que él llevaba vidas esperando por este día.

P.S: Dos cosas les dejo. Una, la historia que Gaby le escribió a Simón. Dos, una de las fotos que Lili tanto se esforzó por tomar. Para que sepan un poco más de lo que yo traté de describir...


El Saltimbanqui y La Princesa

by Gaby

Había una vez un saltimbanqui sordo que bailaba con los colores del amanecer que se enamoró de una princesa ciega que cantaba historias tristes. Se amaban tanto que ella aprendió a ver colores y él a escuchar poesía.

Juntos creaban fantasías y recorrían mundos ajenos, dejando arcoiris con olor a canela en los lugares fríos.

Se amaron tanto, tanto, que se convirtieron en estrellas fugaces para encontrarse en otros mundos, otras vidas y otros cuerpos.

No hay comentarios.: