TiraEcol

Tira Ecol

miércoles, octubre 11, 2006

Introducción a Simon de 19

Abrí mis ojos al mundo frío y vacío; carente del calor original, del líquido que como un Heraclito habría dicho, constituía mi mundo, privado de satisfacción, cobijo y seguridad, llore. Patee y proteste, en mi léxico antiguo y lleno de sabiduría, maldije a los que me sacaban de mi cueva de bienestar. Pero lo hecho, hecho estaba ya. Había nacido.

No me acuerdo de nimios detalles, ni del lugar, ni aun del cuando; todas cuestiones insignificantes que ya no osan preocupar esta mente mía que se cree madura ya. Me aferro de aquella gordura prematura que hace que las mujeres digan – Ohh, que lindo – y que los hombres me miraran con desdén, todavía considerándome un juguete al que sus baterías le permiten moverse, llorar, cagar y mear con una autonomía pavorosa; a esas alturas, un bebe seguía siendo una maravilla plagada de terror. Aun así, retengo mi primer beso con una niña inocente como yo, beso concertado y forzado, o por adultos pervertidos o niños precoces. Me acuerdo de un ciervo iluso que planeaba despojar a sus amigos los humanos de toda su incomoda ropa, comiéndosela con deleite e iniciando su imposible campaña conmigo, un niño despistado desde sus inicios. Pero, tratando de volver atrás, a mas recuerdos de esta temprana niñez, al pedazo de la cinta que sigue, me doy cuenta que todo esta tirado en el suelo, en las mesas, en el baño y en la cama, y que pretender el orden en el principio caótico primordial, es simplemente un improbable, para no decir un imposible. Pero soy necio y cierro los ojos; las búsquedas entre más imposibles, más gratificantes.

Mi niñez, en una perdida de inocencia gradual y alarmante, brinca en una calle de agujeros de fragmentos inconclusos mientras sigo tratando de recordar; fiestas adultas, tragos pasados, mujeres y hombres borrachos, dormidas en un teatro tras bastidores por mi necedad, millones de obras repetidas y aun así, siempre hilarantes; reuniones de familia, paseos fuera de este país que tanto amaba y sigo amando, talvez más ahora que soy consciente del daño que le han infligido, tanto los políticos como el pueblo; salidas con un papa que amaba, peleando siempre por alguna comida incomible desde el punto de vista de mi niño, aprovechándose de un amigo por interés y todo por un simple juego de tortugas violentas y hábiles; salidas con una mama social, amiga de medio mundo, y conocida por la otra mitad, sonriente en su circulo externo, triste cuando se lo permitía para el resto, incansable luchadora de comer en paz, sin bolígrafos ansiosos por firmas y saludos, sin sonrisas hipócritas o nerviosas. Seguí creciendo, poco a poco viviendo de forma nómada, que me caracterizo mientras mas mi alma buscaba la independencia, con sangre de artista desde los pies a la cabeza, destinado desde aquel primer momento a poseer el talento para mover el corazón, y sino, por lo menos el cuerpo. Poco a poco, el niño se volvía joven.

Nos pasamos, como siempre, a un hogar que preveía como algo permanente; un oasis luego del desierto de movimiento. Nuevos amigos se formaron, nuevos círculos fueron creados poco a poco, tendientes a ser resistentes al tiempo y a problemas temporales sin sentido. Y en algún momento, en el antes o el ayer, perdí a mi padre. Se intento montar un asedio ante la idea; secuestros, peticiones, demandas, gritos y llantos, todo insuficiente. Y así fue, como luego de entregarme un videojuego harto violento y emocionante, partió para no ser visto por años; el videojuego, por supuesto, termino siendo cambiado por otro, en un acto simbólico de renuncia y dolor. Las respuestas, siempre provenientes de solo una fuente, se mostraron exactas y crueles. La culpa era del otro, y nunca de nosotros; decir gracias fue entonces la única respuesta por tal huida -gracias por librarnos de tal persona Dios- oración común mientras a su vez nos considerábamos culpables de algún estúpido error de hace milenios, si es que hubo tal, golpeándonos el pecho con fuerza. Hago paréntesis (Tremenda estupidez, tremenda e insensata), cierro paréntesis. El caso es que fui criado con la convicción de que no era amado por mi padre, e imágenes poco a poco suplantaron el amor que cubría el árbol de mi progenitor. Donde hubieron fiestas, abrazos, reuniones con sus miles de hijos que salían como de la tierra, besos, visitas a playas nudistas y sesiones de fotografías pornográficas en nuestro patio, toda esta maravilla de vida filial se volvieron odios, rencores, intentos de olvido, intentos de escupir, de gritar, llorar y pegar. Hasta que me canse, y lo olvide; la vida luego me demostró que semejantes hechos no se olvidan realmente, la raíz nunca muere, solo cortamos las ramas superficiales, propiciando que el germen del dolor renazca bajo otra forma y color, pero con la misma esencia. Enseñanzas de la vida.

Nota de pie de párrafo: En algún punto entre estos párrafos, fue cuando nació mi hermana. Hija de mi progenitora y de otro factor masculino desconocido, fue objeto de celos y amores, como todo hermano que se ve acompañado, pero no mimado. El hombre en cuestión, se volvió mi padre, y aun ahora, sigue ocupando tal lugar, mas por comodidad y hábito primero, y por una necesidad de querer y ser querido despues; aun así, no dejo de quererlo mucho, agradeciendole infinito por quinquillones de cosas. En fin, mientras crecía mi hermana, olvide el hecho de la semántica en hermanastra, y la empecé a amar con locura; amor que se tradujo en bromas y chistes, pero amor. Miento si ignoro las peleas, así como si miento en como su presencia me reconfortaba. Solo para terminar la nota, una ultima oración. La extraño, pero no con desesperación. Prosigamos.

Llego mi prematura adolescencia, en medio de amigos, libros, diversiones con mi mama, recuerdos de otros momentos. Momentos cuando vivíamos en otras casas, con otros acompañantes, que en su momento, llamaba tías, aunque termine por darme cuenta de su verdadera naturaleza; recuerdos de nuestra perra eterna que me siguió hasta el día en que durmió viéndome a los ojos y diciendo un gracias en la mesa de un consultorio, la inyección mortal todavía descansando en la mesa; recuerdos de escuelas, maestras, compañeros y otros factores de su calaña. Pero, realmente, mi memoria resurge poco a poco al llegar mi adolescencia; mi sangre combinada solo tenía un camino para mí: La Rebeldía.

Fue como todos, o la mayoría de los que decíamos haber vivido; fiestas en la ausencia de nuestros padres, licor, cigarros que me llevaron a temprana edad a disfrutar lo que después haría con permiso legal, besos robados, drogas prestadas o robadas también, pornografía barata o gratis, computadoras abiertas a Sodoma y Gomorra. Y como joven despistado y despichado, los castigos no se hicieron esperar. No salir por dos años, castigo del cual sigo dudando si realmente se cumplió su tiempo, y privaciones de derechos, que gracias a la amorosa naturaleza del hombre, uno se termina adaptando. Pero, todo se volvería peor, pensaría el joven de esos tiempos; el de ahora solo se ríe y se lo agradece. Era tiempo de trabajar.

Había salido del colegio de toda la vida, luego de experimentar en el, el maravilloso y terrible amor, luego de darme cuenta de mi pavorosa habilidad para los juegos de manos del mejor ladrón, y de que la vida, era todo menos feliz. Intentos de suicidio detrás de la Iglesia, talvez en una profecía de mi opinión hacia ella mas tarde, intentos idiotas y poco pensados, en que trataba de ahorcarme con mis propias manos, sin considerar el hecho de la perdida de fuerzas de mis miembros al faltar el aire; simplemente una forma de recordar que quería vivir. Y sigo sin recordar el porque, en todo caso. Pero poco a poco, un aspecto crecía con fuerzas en mi interior: el joven que quería disfrutar siendo malo. Y siendo malo, casi dejo todos los pelos en la cerca al brincar la nota anual de conducta, lo que de forma inesperada, me valió un traslado a un mejor colegio, en el cual entre, condicionado por mil, sin derecho a gritar, protestar o jugar; simplemente debía estudiar y ser bueno. Pero ya había empezado, y tenía que terminar. En una audaz acción sin precedentes, tome el poder y me volví lo que luego seria llamado Líder Negativo. Comandaba una tropa de forajidos y disfrutábamos viendo a un pobre desdichado en un bote de basura, sufriendo y preguntándose cuando esos niños, como lo éramos, dejarían de patearlo con fuerzas. Nunca forme parte de tales actividades; era la mano que las movía desde sus espaldas. Las clases eran simplemente una extensión de mi vida social, y el ideal de portarme bien se fue borrando con licores, humo de cigarros, asaltos de bebidas gaseosas y un odioso y amado también, sentimiento de poder. Dulce y Grandioso poder. Pero el poder, no dura para siempre.

En medio año, se me castigo con el trabajo; mis notas no habían progresado mas que para atrás y materializando una amenaza siempre presente, se me mando a trabajar como asistente del asistente del cocinero secundario en un restaurante en que su música, olores, y dueños representaban casi a la perfección el estereotipo de la comida mexicana. Ahí limpie, lave, cocine, sude, sufrí y reí, mientras en mi faceta de vida estudiantil, el desorden dominaba. Mientras en mi trabajo subía a la posición de cocinero por despidos y robos poco éticos de los demás trabajadores, en el estudio trataba ya de remediar las notas inevitables; de alguna forma, termine los dos con éxito. Renuncie al restaurante, finalizado el año, al mismo tiempo que decía adiós al colegio; no había demostrado que lo merecía, y como tal, fui transferido nuevamente. Obviamente, el cambio fue asimilado con prontitud, una destreza que nosotros los espíritus libres y plagados de movimiento adquirimos por necesidad de supervivencia; digan lo que digan, la lucha prosigue. Solo el mas fuerte permanece vivo, y literalmente y en todos los aspectos. Así, solo me quedaba luchar.

El joven que entro en el nuevo colegio era alguien diferente, alguien más maduro, o por lo menos, preparado para representar esa careta. Rehusé las actividades sociales y pertenecer a esos afamados grupos “populares”, todo siempre ubicando mi éxito como real meta. Aun así, encontré mi grupo con el cual reír, hacer bromas y jugar, grupo social del cual aun ahora, puedo ubicar a sus integrantes e invitarlos a un abrazo. Pasaron los años y demostré mi excelencia, y todo estaba a punto de terminar cuando…. Todo se hizo mierda. Dulce analogía; irme bien en el colegio, solo significaba problemas en casa. ¡Y que problemas!

Mi mama tenía una amiga nueva; para el niño ya joven acostumbrado a estas amigas, era simplemente rutina. Pero mientras su permanencia acusaba a representar algo más que una amistad, una empleada, gorda y religiosa, o sea, y en su caso, un poco tonta, me abrió los ojos. Mi mama era lesbiana. Como cosas que he decidido bloquear para amortiguar su golpe, no tengo claro mi primera reacción. Lo que si es claro, es que monte un espectáculo. Todo en el mientras tanto, seguía siendo rebelde en mi vecindario, huyendo con primeras novias con que experimentaría lo frágil y delicioso de los primeros escalones del sexo, escapadas a tomar, llegadas tarde y cada vez mas tarde. Por esta rebeldía, mientras mi madre viajaba en compañía de mi hermana a nuestro país de habla mexicana, yo permanecía en un carro de su pareja tardíamente reconocida, en camino a la playa. Y en ella, por mucho tiempo, las cosas quedaron ahí.

En el ambiente ahora se me muestra como burdo y común; un billar en la playa, con un cigarro en mi mano y por lo menos una docena ya adentro en los pulmones, una cerveza que se calentaba y uno o dos litros en mi interior y las primeras lecciones del palo y las bolas. La pareja hablaba, mi estado etílico por lo menos eso me indicaba. Explico en trazos simples, como maestra de escuela, todo el rollo: Su mama y yo nos amamos, somos pareja, nos vamos a cazar, ella es feliz, etc etc y unos cuantos mas etcs. En su momento, la euforia del licor surtió efecto, y en muestras de felicidad por verme castigado en la playa y demases, abrace la idea con júbilo y la acepte. Poco a poco, me daría cuenta la verdad; tanta algarabía y muestras de felicidad, y simplemente tenía que esperar a que se me pasara la goma.

Y se me paso, meses después. Resurgió poco a poco en conflictos, en donde mi madre se colocaba en el centro para intentar defender a ambos campos de batalla, solo para ser ella la más golpeada; también, los dos luchadores, su pareja y yo, éramos cobardes. Ninguno de los dos se atrevía a un enfrentamiento frente a frente. Una analogía de la URSS y los US, dañando a medio mundo menos a ellos mismo. La batalla siguió, escalando en intensidad, en odios, en miradas que matan, todo teniendo como fondo la construcción de su teatro, en el cual, como un castigo más, me volví un simple albañil; desde ese momento, odio las emisoras románticas acompañadas de café y pan con mantequilla. Me vi forzado a aislarme, a convivir con mis libros, a entretenerme con una maquina de escribir, cuando mi computadora había sido retirado en un castigo mas. Pero ojo, ávido lector, si escribo de mil maravillas es por ese simple hecho; buscando diversión en la caja metálico, se engendraron mis primeros cuentos, los que motivarían en mi seguir el camino de mi padre, el del magnifico escritor. Pero aun con las letras y su amistad, me sentía solo, deprimido, como un ermitaño, como bien me lo hizo notar mi progenitora en su ocasión. Pero aguantaba, tenía las clases del colegio para distraerme, aun cuando sus integrantes fueran todavía los jóvenes estúpidos que solo puede molestar y bajar poco a poco la autoestima de sus compañeros, todos inmaduros cuando ya la vida me forzaba a crecer. Y talvez, podría haber mantenido el equilibrio en la cuerda floja, hasta que una escalera presentara mi opción de bajada y huida. Pero antes, el destino tenia otra forma de ver las cosas. Otra vez… ¡Todo se hizo mierda!
La historia transcurre ahora en una semana santa, festividad que hasta los no católicos celebramos con orgullo, por permitirnos escaparnos de trabajos, escuelas, castigos y prisiones, mientras, no seamos reales prisioneros. Un paseo se preparaba, a una casa de playa que en algún momento luchamos a pleno medio día por pintar, construir y disfrutar, pues seria nuestro hogar playero; abandonamos pronto la idea de comprarla, aun cuando nos dimos nuestras buenas escapadas. En todo caso, mi augusta madre, en una oratoria semejante a Pericles en la tribuna, me informo que yo no formaría parte del viaje, pues irían simplemente mi competidora, ella y mi hermana; yo estaba destinado a permanecer con mi tía, a una cuadra de mi hogar, toda la semana. Me dolió, lo he de admitir, y creo tener presente las lágrimas derramadas en los regazos de mi tía; había decidido no volver. Y como hombre de palabra, no volví. Me quitaron mi computadora, me cambiaron la cerradura para entrar, dejando todo mi pasado en una casa a la cual nunca retorne; ropas, libros – muchos muchos libros - , juguetes, fotos, vida, recuerdos, todos ellos atrapados en ese hogar, esperando talvez la hoguera del olvido. Luego, actuando a merced del progenitor propio y real de mi hermana, partimos a luchar por mis derechos; una vez más, la ley se probó estúpida. Así, en un doloroso parpadeo, todos teníamos demandas a nuestra cuenta personal: Yo había demandado a mi madre, así como ella había logrado un tanto con el padre de mi hermana. Restricciones, duras e insensatas, fueron postuladas. Pero en el mientras tanto, la vida tenia que seguir. ¡Show must go on!

Y siguió, como el muñeco de las baterías infinitas, ese mismo maldito que nunca paraba de correr. Cubrí con mascara de indiferencia mi dolor, y evadiendo los intentos, primero de ser mandado a un escuela militar, luego de sacarme de mi digna institución, proseguí mi vida de erudito temprano. Pero iba tan bien en esta, que la vida personal, como si de una no descubierta ley de Murphy se tratara, iba de picada. La vida con mi tía se hizo un inconveniente para todas las partes, y contando con el auspicio de mis otros tíos, deje una casa más. En el lugar nuevo, lujos, belleza, orden y limpieza adornaban la pareja y los techos que la albergaban. Empecé a trabajar en una Librería, fuente de orgullo primero, de odios después; aprovechándose de mi condición de no reconocido por ley como adulto, me habían robado, con presteza y sin vergüenza. Típico espectáculo costarricense.

Pero esto tampoco duro. Terminada la graduación, acompañado del brazo, no de mi madre, sino de mi tío, nos sumimos en fiestas propias de la celebración; trasnochadas con licor y una visita a un centro nocturno las adornaron como estrellas; el famoso NightClub que seguirá en mis memorias, simplemente por lo borracho y emocionado que estaba. Pero habiendo renunciado a mi trabajo por suma injusticia que padecía, la universidad era el paso obvio a seguir. Salud Ocupacional fue lo escogido; he de admitir que aunque fui forzado a la elección, hubo alguna responsabilidad de mi parte en aceptar. Ame la carrera desde el primer momento, aun cuando me di cuenta de mi incapacidad para trabajar en ella luego, disfrutando con compañeros, saliendo temprano para asistir a la Asociación Tibetana; tendría luego que dejar de asistir a sus meditaciones y dulce compañía por un edicto impuesto por mi tío, poniendo en balanza mi estudio externo y el interno. Lamentablemente, escogí el primero. Paso un año de suma excelencia académica; en más de una materia fue de las mejores notas. Pero, y me canso de repetirlo, otros de mis aspectos no iban tan bien. Al igual que con mi tía, mi vida con mis otros hermanos de mi mama, no fue nada diferente. Pasado el tiempo, problemas empezaron a cocerse en la olla, llevando por fin al inevitable final. Una nueva partida, esta más llena de odios y rencores y un celular exigido. La solución era ya fácil para mí; solo seria feliz viviendo solo. Y movido por esta comprensión, busque y encontré mi nuevo hogar, una casa compartido con otro joven que se terminaría volviendo, al pasar el tiempo, uno de mis mejores amigos. Viéndome libre festeje, en una cobija dura que servia como cama que se transformo en un colchón. Vivía feliz, con mis amigos y amigas, con mas besos robados que no me dejaban dormir, con visitas a los muertos en media noche, con amigos nunca conocidos. Y para mantenerme, busque un nuevo trabajo. Ahora, me daba cuenta, los contactos tienen ventajas. Mientras sean los indicados.

Empecé en una Agencia de Turismo, iniciada por el augusto padre de mi hermana; empecé bajo, y sinceramente, ahí me quede. Ganaba lo suficiente para vivir y comer; mas de una vez me vi forzado a comer solo cereal y sopas instantáneas – MUERTE A LAS SOPAS INSTATANEAS – Y trabajando, o pretendiendo que lo hacia, conocí a mi siguiente amor. Pero no brinquemos peldaños, vamos en orden. A la agencia llego una nueva mujer, fuerte de mirada, generosa y amorosa de alma. De pelo hermoso y reducido, cortaba el aire donde pasaba, reduciendo la atención a su caminar. Iba a ser la nueva gerente, y de forma deliciosa e inevitable, trabe amistad. Ahora recuerdo un refrán: El maestro aparece cuando el alumno esta listo. Pues eso termino siendo ella y mucho mucho más. Mi maestra, mentora en la vida, diosa sabia. Me enseño sobre el tiempo inexistente, sobre los infinitos mundos que mueven la mano diciendo hola, sobre nuestra divinidad, sobre nuestro poder, sobre nuestra real naturaleza. Poco a poco, absorbía la información, con gusto, llegando a una excelsa glotonería. Fue ella la que me encamino a escribir cuentos, la que criticaba y alaba mis obras recién nacidas. Y si me acercaba, ella hacia otro tanto; terminamos siendo amigos de corazón, y le agradecía un infinito, pues el joven con que ella hablaba, era alguien ya solo en su casa abandonada; ya mis amigos me dejaban a mi despecho poco a poco. Y con ella, venia el amor del que hablaba. En disfraz de una niña todavía, me enamore de su esencia, de su alma madura e inteligente. Caí en sus redes, una y otra vez, mientras componía poemas para tratar de describirme o describirla o describirnos juntos. Y era feliz; las preparaciones de vivir con ellos se hacían cada vez más reales, soga dorada para sacarme de mi depresión. Pero aun antes de que el sueño rompiera en nuestro mundo, me di cuenta de lo irreal del momento; ella estaba muy joven todavía, y una relación seria esperar años. Además, otro factor entro en juego: Maria.

Maria. Mujer exótica, morena, pelo negro que recorría su cuerpo como una hermosa cascada, analogía de la dulce Pocahontas, como la llamaba en momentos de broma. Y como en las mejores historias de amor, todo empezó simple; solo quería una compañera para un trabajo, lo cual llevo a salidas juntos, después de que el universo me indicara invitarla al teatro. Y sin mas y mas, de una forma rápida y emocionante, llena de pasión por la vida, estábamos juntos. Fue ella mi perdida de virginidad en un aniversario caliente de emociones y clima; he de anotar, que no fue tan esplendoroso como los poetas cantan, ni tan dolorosa o difícil como sus detractores acusan; simplemente algo hermoso, rayando talvez en lo sublime. Igual, el sexo termina siendo tan volátil, campo de imaginación y novedad infinito, terreno de juegos, que el acto en si, hacer el amor, no el sexo, se vuelve divino. Fue de su casa que salía a la madrugada, en compañía del novio de su hermano, luego de disfrutar los dos nuestras cuota de voluptuosidad y descanso con el amor; fue con ella que pase un fin de semana maravilloso, en donde no salí de su hogar, aprovechándonos de la ausencia de sus primos y fue ella con la que pensé vivir, atándome a la amorosa cadena de la convivencia mutua. Y como mi ley de Murphy, siendo feliz en mi vida, mi escolaridad empezó a decaer; por ella faltaba a clases, por ella dejaba de luchar por ser el mejor, pero aun así, sobrevivía. Pero luego de visitar la playa con sus padres, y de tener varias conversaciones, la sentencia fue dada; por mis creencias, no era yo nada conveniente para su mente religiosa, y solo la conduciría al infierno. Por estas razones TAN obvias, terminamos, yo con lágrimas secas, ella con una frialdad que caracterizaría nuestras relaciones en adelante. Había perdido a la mujer que amaba, como había perdido mi mejor amiga.

Seguí luchando, buscando raíces a las cuales asirme y no me permitirían caer en la desesperación. Volví a ser excelso estudiante, luchando con fuerzas, mientras seguía aprendiendo y aprendiendo en mi real hogar, con hermanas y hermanos reales, aun más que los de sangre. Había por fin encontrado el nido de mi misma calaña; refugio de los sabios y grandes. Pero, teniendo a aquella mujer/niña que había amado antes, los sentimientos resurgían en cada abrazo, sonrisa y beso. Busque trabajo, para dejar de ser el vago que me estaba volviendo, el joven que solo salía para jugar un juego de rol todos los días, en compañía de los que me parecían amigos. Lo encontré y el entrenamiento empezó de inmediato. Sigo odiando por mi misma naturaleza trabajar con alguien arriba, y mas aun, si ese alguien es gringo, pero hablar con clientes y pelear con ellos, luchar con la ineficiencia de mis sistemas y procedimientos, termino volviéndose, de alguna forma, algo placentero. Todo iba tan genial, que tuve que dejar la universidad; las clases y mi trabajo poco a poco luchaban por el primer lugar, y talvez en un nuevo error, escogí el último. Me enamore nuevamente, esta vez de un imposible, mujer con hombre ya, sujeto pura vida hasta donde le vi y escuche; aun así, luche hasta el final. Los entrenamientos entonces se convirtieron en el ambiente propicio para escribir, y de forma sincera, un número maravilloso de poemas aun mas maravillosos surgieron de esta fabrica del tiempo y el espacio. Y en medio del amor, encontré nuevos amigos, artistas como yo, inteligentes y críticos hermosos; con uno conocí a su maravillosa familia, teniéndola todavía, así como a el, en un cuarto de mi corazón. Una vez que se cumplió el entrenamiento, otra suceso llegaba a su fin; habiéndome declarado a la mujer del entrenamiento en mi cumpleaños 18, había sido semi-aceptado en mi condición de nuevo adulto, ahora hasta reconocido por la ley, todo para ser luego rechazado en silencio e ignorancia, el fin de mi pesquisa amorosa. Un nuevo fracaso del amor.

Lo ignore, y seguí aun mas adelante, ahora que un nuevo futuro se cernía en el horizonte. Dos sucesos acontecieron al mismo tiempo: Conocí a una de lo que es ahora antiguas mejores amigas, mujer pequeña de altura, pero grande como Babel misma en todo lo demás y el otro, me declare, henchido de un nuevo amor, aquella niña ahora mujer temprana, a la que realmente, nunca había dejado de amar. Y dos resultados siguieron con prisa, uno ocasionante del otro: La niña/mujer me rechazo, alegando una amistad mas fuerte que todo y por ocasión del no de ella, partí de aquel hogar que sigo amando entrañablemente, a convivir con mi nueva mejor amiga, y su acompañante de viajes, que se terminaría volviendo mejor amiga mía a su vez, la cual a su vez me traicionaría luego. Partí en incógnito, solo con la niña/mujer como testigo, con prisa, con dolor, con tristeza y con ansias de empezar nuevamente. Dejaba lo que fue mi santuario, con un miembro furioso de no hablarme, con otro todavía queriéndome, y con otros dos que ignoro su reacción. Pero no desespero; el cambio fue necesario para seguir. Y aun ahora, sigo visitando mi verdadero hogar, para ser cubierto de comentarios, abrazos y gestos de amor. Pero muchas cosas han cambiado en el mientras tanto, pero todo en su momento. Quedamos en mi nueva vida, sigamos el camino desde ahí.

Fueron pocos meses con los que compartí con esas dos mujeres que llegue a considerar como hermana, pero al igual que mi relación con la Pocahontas de mi mundo, estuvieron llenos de intensidad; dormidas hasta tarde, música, bailes, películas, licores, miedos, días libres ilegales y muchas cosas más. Jugando el juego de rol, afiance mis amistades en el, conociendo al que considere en algún momento como hermano, solo para ser dejado aparte por todos al final. La vida siempre estaba llena de sorpresas, unas veces durmiendo en casas ajenas luego del mucho licor, serpientes que caminaban en mis brazos, llenándome de besos, juegos y más juegos, cigarros y más cigarros. Hago paréntesis (El vicio de mi juventud por fin era legal, y trabajando en un centro imperialista como es el Call Center por excelencia, el cigarro y yo simplemente nos amamos mas), cierro paréntesis. Y la vida transcurría serena y monótona, sin tener a quien amar, pero disfrutando de miles de echadas de cuento a la vez; desde una temprana edad, disfrutaba más el juego semántico y corporal del gato y el ratón, que el hecho de saborear el pequeñín con gusto. Y todo amenazaba a volverse un viaje al centro del Gringo para ganar dinero y montar un restaurante, cuando la tragedia sobrevino. Magna y desastrosa enfermedad.

NOTA DE AVISO: Mis queridos lectores, sean prevenidos; a partir de este momento, mi memoria falsea mas que en cualquier etapa de mi vida, y una cuenta general de los hechos, es ya pedirle mucho a la vida.

Fue un lunes, llegaba al trabajo como siempre, con el ligero malestar de siempre, yo creyendo identificarlo con mi resistencia al trabajo. Los minutos me probarían mi equivocación. Los sucesos que siguieron pasaron con rapidez; dolor de cabeza, mas dolor de cabeza, dolor y mas dolor en mis costillas; gritos y llantos inferidos por mi garganta, desesperación, odio, enojo; rostros preocupados, brazos ayudantes que me encaminaban al carro con destino al hospital; sillas de ruedas, mas dolor, vómitos, hambre, cansancio; tiempo que pasaba, pero nada acontecía, dolor continuo, ansiedad, inquietud; amigas del alma visitando un cuerpo muriendo, diagnosis de mi dolencia, dormida en un sofá mientras una amiga partía; estadía en el cuarto de los fantasmas donde presenciaron con dolor la inyección gigante y dolorosa; mascaras de aire, camillas, dolor, respiración que se cortaba; traslado, movimiento, voces amorosas, peticiones de números de contactos que pudieran llorarme, y una pregunta. ¿Nos deja conectarlo en una maquina respiratoria? Lo vamos a dormir. Y un SI. Y efectivamente dormí, con su riesgo de no despertar. Tenía Meningitis.

Desperté consciente, con sueños muy presentes de alces caminando en la sala del hospital donde un reloj grande completaba un bosque en donde nevaba, o lazos gigantes rodeándome por todos lados; simples alucinaciones de las mismas drogas que privaron de mi memoria la experiencia mística que de seguro tuve. 10 días conectado, 2 técnicamente muerto me antecedían. Estaba sordo, no completamente, pero si lo suficiente para no saber que pasaba. Mi mama estaba ahí, mi amiga del alma y la mujer que había amado también. Empezó mi recuperación, con sueros en mis brazos y sondas en mis… partes vitales reproductoras. Era difícil, pues el olvido de mi propio ser llenaba los recovecos de mi mente. No sabia el cuando, el porque, el como y mucho menos, y sigo sin saberlo, el para que. La vida empezaba nuevamente, y un acto triunfal corto la cinta de inauguración. Aquella mujer/niña se había declarado estando muerto; ahora, estando consciente yo, lidio con mi insistencia y emoción, terminando de admitir mi elixir. Si me amaba. Con este conocimiento, quería mi mejora para merecerla, y todo dolor y angustia era solo un paso mas. Aun cuando me hizo saber no estar lista, la ilusión no moría. El tiempo paso, y poco realmente movió mi mundo; visitas de familiares perdidos, de gringos viejos y casi muertos, de amigos; inyecciones, comidas iguales, ejercicios, baños primero por otros y luego por mi mismo; mis primeros pasos frágiles e inseguros, mis primeros temores de caídas; enfermeras guapas que nunca se volvieron a ver, enfermeras amorosas, enfermeras graciosas; una prohibición a mi entonces padre, otra prohibición parecida a mi madre pedida por el hombre rencoroso; libros que leer, revistas, siestas que parecían no terminar; información de un sangrado, de sordera sin motivos, de manchas en mi piel y llagas en mis extremidades. Pero después de todo, hasta esto era temporal. Llego el día en que salí, en compañía del entonces padre, a su apartamento, a recuperarme y recordar como vivir en normalidad. Y eso, eso seria talvez lo mas difícil.

Viví tranquilo por muchos meses, con una computadora en mis aposentos con la cual navegar en el infinito mundo de la Internet, y poder escribir a mis anchas mis cuentos locos. Llego el momento en que pude salir a mis anchas y visitar un concurrido parque, en el que apoyado a un amable árbol, leía descalzo y libre. Fue ese el mismo parque y árbol que vieron el primer beso con la niña/mujer, sello de nuestro noviazgo mágico. Seguía sordo, de forma irreparable como se digno indicar la médica privada, pero era feliz. Era amado y amaba; tenía amigos que se preocupaban, y que visitaban de la nada; visitaba el hogar antes abandonado, cada vez más fuerte, cada vez reponiéndome. Pero en mi vida, dulce antagonía, no puedo ser feliz en varios aspectos, aunque eso ya no tiene utilidad ya, pues he aprendido y por ende, no volverá a pasar. Problemas empezaron a surgir con mi padre, de independencia, de conflictos, de contradicciones, de rencores removidos del padre que siendo niño, había huido. Poco a poco, la convivencia se hizo imposible; poco a poco, la respuesta invariablemente cruzaba mi mente. Busque mi antiguo trabajo y recibí su confirmación; solo necesitaba ya eso. Y en una noche, en que dormía en mi hogar, luego de una lucha telefónica gritada, hice mi elección; debía vivir nuevamente solo. Y como siempre, cumplí mi promesa, y con la prontitud del destello de un rayo en la noche, conseguí hogar, hogar que todavía espera mis llegadas nocturnas, hogar que amo de forma arrebatadora. Los encuentros con mi novia crecieron de intensidad, para ser cortados de golpe en todo momento; el tiempo no había llegado para incursionar en tales ámbitos. Pero, sin embargo, mi semblante sonriente no cambiaba. Pasaron los meses, el trabajo duro y maldito, odiando la necesidad que tenia de dinero, comida y compañía; tuve hijos para abandonarlos por su carácter libre; tuve libros que eran absorbidos en mi soledad. Y mi hogar seguía ahí, todo hasta un lunes nocturno, en que por unos días, todo pareció irse por el caño. Otro final romántico, uno más.

Había ya notado en varias ocasiones cambios significativos, una simple conversión semántica de un te amo a un te quiero mucho. La hice notar, para solo escuchar llanto del otro lado. Presentí su significado y me hice convocar, para hablar, para luchar por esa relación que ya veía destinada a ser demolida. Y tenía razón. Aquella mujer que amaba me veía todavía como al amigo/hermano que había rechazado en aquella ocasión hace años. Monte en rabia, a mi mismo, por no notarlo, por no aceptarlo, por… por no llorar. Me fui, dejando una estela de lágrimas contenidas y fragmentos de oraciones, de un abrazo que me negué a responder. Camine y camine, volví a fumar solo para que me diera taquicardia, sin saber si era por el dolor de los pulmones o del corazón. Y a una distancia prudente, llore. Llore y llore, como diría una vieja canción. Hable con su mi madre/mejor amiga, y con otra mujer amigable; todo indicaba que no volvería nunca mas a disfrutar de mi familia. El día siguiente, y el siguiente fueron igual. Al tercero, como un Jesús que resucita, me sentí mejor, solo para verme caído en la primera ocasión, hecho que se repitió nuevamente otras dos veces. Los detalles solo aburren o deprimen; al final, lo pude ver como la amiga/hermana que sigue siendo. Y eso era lo que necesitaba. Una amiga y mi querida familia siempre leal y presente; la misma que sigue a mi lado ahora.

Pronto a concluir este resumen, analizo rápidamente sus principales ideas y consecuencias: Los amigos del juego de rol fueron rechazados en mi búsqueda de almas grandes y sabias, poseedoras del máximo recuerdo; me acostumbro poco a poco a la soledad, y nos besamos en las noches con pasión, dejándome exhausto en mi cama, con el arroz haciéndose y el café en la nevera; escribo todavía, y talvez con mayor maestría, este escrito es solo uno de sus testimonios; me vuelvo a hablar con la madre antes demandada, en una tarde de café, en donde perdonamos y fuimos perdonados, solo para perderla de vista nuevamente, talvez por el influjo de su pareja pequeña; me vuelvo a hablar con mi padre, este escritos magnifico, al cual sin saberlo, le dedico estas hojas, a ese hombre ya crecido, no envejecido, que respira los aires de otros mundos, siendo feliz a su manera; sigo sordo, pero comprendiendo su carácter efímero, todavía con un cerebro talvez dolido y otras partes mas… privadas; trabajo, todavía, odiando cada día lo que hago, pero sabiéndolo necesario; y espero con ansias el resultado que definirá si en un futuro, me conocerán como el Filólogo erudito de Costa Rica; planes de un viaje de reunión y etcs a la mil. Y ahí, termina este documento. Sean informados, que como diría un genio escritor, la esencia se esconde tras telones; esto no pretende ser una biografía, es solo un fragmento que quiero escribir. La verdad es solo a accesible hablando con el hombre y no leyendo sus palabras; una sonrisa o un llanto son difícilmente traducidos fidedignamente al papel. Pero me extiendo más de lo que quería, reduzcamos todas estas palabras en una oración. Esto es una introducción para conocer, la guía para un joven llamado Simón, que se sabe ahora un Dios.

No hay comentarios.: