TiraEcol

Tira Ecol

domingo, diciembre 09, 2007

¡Que extraño pensar!

La última vez que abrí el querido Crónicas, en aquella noche que tenía al celular de la mano pensando en la Gaby internada, tenía pensadas muchas cosas para el día siguiente. Pero por alguna razón (como es típico), se cayó el internet todo el fin de semana y recién ahora, después de haber trabajado 7 horas seguidas para cumplir los 1600 por poco, puedo nuevamente escribir.

Gaby salió bien del hospital, aunque con la burocracia de siempre duré por lo menos hora y media desde que le dieron la salida para poder abrazarla. Vinimos, vimos Sailor Moon y nos abrazamos y besamos como una forma de despedida tácita que se negaba a decir adiós. Así, luego de las vueltas y la felicidad, la dejé en la casa en que la recogerían sus papás y luego de hablar culiolas por mensajitos por un rato, un último mensaje iluminó el celular y luego... silencio. "Mañana tenés que recoger mis notas de Trabajo Social, como a la 1 en aquel lugar." Adiós Gaby.


Aunque no sabía cuando volvería, sabía que la vería antes del miércoles, porque es cuando malditamente cumplo mi segunda década por aquí. Iba a ser un fin de semana tranquilo: Hacer 500 por día, leer y terminar el libro del Terror (solo me faltan dos cuentos, y ya pasaron los mejores), jugar el puto jueguito de Fallout 2 que me tiene enviciado, y hasta escribir un poco de los cuentos planeados. Pero por fin, mi vida nunca sale como la planeo, ¿verdad?

Eran 2400 mi meta de esta semana, para poder pagar los 70.000 colones que necesitaba para sumar los 80.000 de la tarjeta y pagar el alquiler junto al recibo de luz y agua; ya estaba definido que la cuenta de 60.000 del célular los iba a pagar con la plata del trabajo de esta semana que esta empezando ya, con las doce campanadas de un apartamento que gira siempre. Pero vino el primer estrés de un fin de semana del que no me da vergüenza admitir lo mucho que llore. (Veáse cuenta progresiva estadística en el texto de la depresión en si)

La computadora volvió a fallar. El disco duro. Otra vez. Pantallita azul. ¿Se acuerdan? Fue el día que tuve que pagar 40.000 por este disco duro nuevo que le permite vivir a mi computadora. Lloré. Era la mañana del viernes. Hasta llamé a Gaby porque no sabía que hacer, no sabía con quien hablar, no sabía que gritar. Estaba cansado y un poco deprimido. (Depresión al 25%) Por fin llamé a los de siempre, Adnet bendito solo para que me dijeran que hasta el lunes podrían ir y si quería que fuera para hoy, tal vez funcionaría que la llevará a San José, por la Sabana.

Admito que dude un segundo, solo para correr para bañarme y salir disparado pero deprimido de la casa con mi computadora. Hablé con el técnico y me dijeron que tal vez estaría para hoy, lo que me alegro un poco, junto a las maldiciones de un Chewie que sufrió más que yo por lo mucho que la moleste. (Depresión al 15%) No había comido nada, pero tenía planeado comer ese mismo día con mil colones que me quedaban, así que hice el viaje caminando desde la parada de San Pedro hasta la Sabana caminando y a punto de desmayarme. La depresión subía y bajaba, pero se mantenía generalmente bajó la misma línea.

La dejé y me devolví en bus. No me acuerdo ahora que comí ese día, si es que comí. Creo que no... No me acuerdo. Volví a la casa y leí, jugué Fallout 2 y descansé. A la hora indicada me llamaron y al poco tiempo la compu estaba de vuelta, junto con el resplandor de ese gringuillo que tantos problemas trajo a Gaby, pues ahora vive en el Hostal de abajo. La conecto. Sonrió. La depresión iba a bajar completamente, pero... No hay internet, está caído. (Depresión al 35%)

Nadie lo podía reparar y tal vez eso me hizo feliz. Decidí que trabajaría los 500 por día y que eso lo arreglaría todo. Me fui a dormir, me levantó, no hay internet, llamó, me quejó, ya hay internet. Trabajo un poco, como en Mini Pizza por la U (con una pizza gratis ganada por mi hablada de mierda), trabajo otro poco y se vuelve a caer internet. Me quejó de nuevo, me dicen que dentro de un rato lo reparán, me distraigo por dos horas y cuando me doy cuenta, la única persona que lo podría reparar ya no está. Son las 6:30 y me empiezo a desesperar.

Pasemos a lo importante. No hubo internet todo el día. Entre la vieja que vino y despareció (Yo juro que la vi entrar, pero nadie me puede respaldar), el Fallout que me tenía harto y el grandioso de Lovecraft, llegó un punto en la noche que me di cuenta que no trabajaría tampoco. O sea, los 800 que tenía que hacer ese día, por los 500 que no había podido hacer el viernes por lo mismo, se acumularían para hoy, o sea 1600 correítos para un solo día. (Depresión al 95%) Me pusé paranoico, saliendo de mi cuarto a cada sonar de carro, esperando a la vieja esa que por fin nunca apareció. Lloraba, me pegaba, me agarraba el pelo y respiraba agitadamente. Me sentía solo. Me sentía desdichado. Venía el célular y sabía que ya la llamada de Gaby no pasaría por ahí, por lo menos por hoy. Nadie me podía ayudar. Nadie me escuchaba gritar. Todo valía picha.

Termine jugando Fallout para apagar el cerebro hasta las 6:00 de la mañana; todavía tenía esperanzas de que viniera, pero me dormí por el cansancio. Tenía previsto levantarme a las 9 para ver si había llegado y empezar el trabajo de 16 horas seguidas... pero el cansancio era mucho y la disposición poca. Me levanté a las 12 medio día, con el surco de lágrimas en mi rostro y la desesperación todavía latente. Prendo la compu, espero, Googletalk... Conectándose... Conectándose... No hay conexión. No había internet. Llamó, la vieja nunca llegó, no está, el internet sigue caído y nadie lo puedo reparar. Enrique, dueño de la mierda de abajo, aunque más comprensivo conmigo, no volvía hasta muy tarde hoy. Finalmente, (Depresión al 150%)

Pregunténle a Chewie. No iba a poder trabajar ni siquiera, pues creía tener solo 700 correítos (llevaba 900 realmente, pero no me acordaba), lo que era mucho menos que los 70.000 que tenía que ganar. No iba a poner pagar mi apartamento, mi célular, ni los recibos de luz y agua. Todo valía picha. Ya no comería. Ya no saldría. Ya no habría cumpleaños, como le dije a Gaby cuando la llamé y le dije lo muy deprimido que estaba. (De paso, me contestó la mamá y como nuestra primera conversación, por lo menos demostró ser divertida y excesivamente agradecida. Cool) Las escenas del sábado que se parecían a un ataque más que a cualquier otra cosa no se repitieron. Pero era peor. Ya todo carecía de sentido.

Pero bueno, leí y jugué Fallout, planeando como pedir préstamos a entidades financieras o escaparme o venderme o cualquier cosa que me ayudará. Eran las 5:00 p.m y escuché un portón abrirse. Me llevo un tiempo reconocerlo. La puerta quedó abierta mientras volé por la escalera con llaves en mano. Abrí a tiempo para ver a Enrique y suplicar el internet. Discusión de siempre por lo mismo, pero de forma diferente. Tal vez no me tenga que ir después de todo. Nos entendimos; el me comprende, yo lo comprendo. La información que le pasé del gringo (su negocio, los problemas en el hostal de Gaby de platas, la droga, los hombres raros, la ropa que se lleva, la policía que se llama) me la agradeció y se sintió una cierta tregua en el ambiente. Así, trabajé y trabajé, fue a comer un pollo frito al chino que aunque terminé devorándolo frío porque no podía ni tocarlo en mi jornada continua de 7 horas, me supo delicioso. Ya los gastos no importaban, ¿por qué?

Hay un bono de HornyMatches de casi 80.000 colones que me lo pagan el miércoles y del cual nada sabía. (Depresión al -100%) Podría pagarlo todo y hasta sobrarme plata para no tener que gastar toda mi semana próxima en el pago del célular. Chewie se alegro, después de regarñarme por no tener paciencia y diciéndome que vaya al examen de latín mañana. Ahí veremos, ¿verdad Chewie?

Ahora los dejo porque entre todas las cosa, no me he bañado hoy. O sea, no me bañe el domingo porque ya es lunes, pero no puedo dormir sin bañarme. Extraño pensar este fin de semana, ¿verdad?

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