TiraEcol

Tira Ecol

domingo, noviembre 05, 2006

Camino a mis sueños.

Que delicioso es dormir sabiendo que no hay hora fija para levantarse; abrir los ojos a las cinco de la mañana y darse cuenta de la estupidez del hábito en el cuerpo, y poder deleitarse en cobijarse con fuerza y reírse del sol que siempre debe trabajar temprano. Aún más, el poder contemplar la opción de quedarse así todo el día, sin temer un salario no pagado, una regañada imprevista, un despido inconveniente. Hermoso, simplemente hermoso.

Día japonés, acompañado de un hermano grande y gracioso; día que entre más pasaba, más aburrido se volvía. Por ende, el regreso era inevitable, y verse en un bus regreso a casa era lo más obvio; aún así, empiezo a caminar el sendero que me llevará a cumplir unos de mis sueños: Visitar Japón. Y después de las averiguaciones, me prometo algo; cueste como cueste, voy a aprender japonés. Como recordatorio de promesa hay palabras escritas en tan fabuloso idioma rodeándome en libros y puertas, susurrándome frases ancestrales. El futuro me depara la grandeza, y la erudición quien sabe, pero sea como sea, el aprender el idioma del país que tan adentro de mi corazón se encuentra, es ya una felicidad per se.

Al irnos, en un principio, pensé y creí que viajaría con mi familia, para volver a repetir escenas de ayer, cuando jugaba con mis hermanas, abrazaba a mi casi mamá pero 100% amiga, veía una serie que movió mis entrañas; la serie del hombre que conociendo el mundo, muere y escoge volver, volver a vivir, a amar, a llorar y quejarse cuando quisiera. Imagine en su momento que yo habría hecho lo mismo: pedir más tiempo, regresar a la vida, una oportunidad más para, talvez, recordar la receta del amor. Y por eso, viéndome en ese personaje hermoso, hombre guapa y sublime, ideal de los brazos que quisiera me abrazaran, lloré y me llené de una paz enorme, viendo la luna con su cara de enojada en un cielo claro coronado por las luces navideñas de la ciudad. Dios, me alejo del tema, jeje. Pude ir con mi familia, pero preferí estar solo en mi apartamento, para escribir o pasar los últimos vestigios de un Simón poético y enamorado, para leer una o dos historias, y para compartir con esas cocineras amables y sonrientes, mientras saboreaba una de sus tantos maravillosos platillos. Un casi orgasmo en la silla de una soda, simplemente épico

Y por último, casi como nota al pie de la página, una salida queda pendiente con la mujer, la que desde una fiesta de hace poco, me dejó impresionado por su belleza siempre constante, y su inteligencia siempre progresiva. Mañana definamos los detalles, hoy permanezcamos en las líneas básicas. Pensemos todavía sin mucho detalle en las futuras clases para hablar y escribir en un futuro viaje a mi país favorito, reflexionemos sobre la inmortalidad del cangrejo, soñemos sobre unos mensajes de texto y escenas del futuro de infinitas posibilidades. Una de ellas será la que escoja, y como siempre, siendo ya como mi slogan personal, confío. Simplemente y como siempre.

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