TiraEcol

Tira Ecol

lunes, noviembre 27, 2006

Relaciones

Hoy empiezo mi vida con dos amores platónicos, imposibles ambos por un compromiso ya dado: Una casada y una con novio. Veo primero la mencionada de último, luego de una separación de unos cuantos días, solo para notarla hermosa y callada como siempre. Igual, está claro ya que no necesita muchas palabras para dejarme rendido a sus pies; un hola con ese tono indistinguible e irrepetible es suficiente para dejarme noqueado, sacándome todas las posibles respuestas y saludos llenos de carisma. Sabiendo lo imposible por el momento de toda relación, por alguna excusa que mi corazón se da a si mismo, no desisto de mis frágiles esperanzas; veo en sus risas una confirmación de una semilla de amor y en sus miradas algo que decido interpretar como interés. Gracioso aún más si tomamos en cuenta mi pasado; dos veces ya he pretendido mujeres con novio solo para ser llenado de esperanzas y luego desinflado como un simple globo al momento siguiente. Termino siempre sufriendo, si es realmente necesario hacer notar. Por eso, tomé la resolución de nunca cometer empresa alguna en donde mi corazón tenga tantas probabilidades de salir con el rabo entre las patas, si es eso posible; por la misma razón, por más que pueda imaginar discernir entre las palabras de la mujer de perfil con lentes gigantes algo que me motive a dar un paso, espero siempre una confirmación mayor. Busco talvez que se creen ondas perceptibles con las pequeñas piedrillas que tiro en el lago, para proceder a zambullirme de golpe, como termina siempre siendo mi Modus Operandi. Y sea como sea, de él no tengo nada que quejarme.

Por el otro lado, está la gata dorada, hermosa con cada sonrisa, sublime con más de una de sus miradas. Con ella, la probabilidad de lo mínimo de ve disminuido a la mil. Reitero, es casada. Aún así, al igual que con la anterior, trato de buscar lo improbable en lo cotidiano, siendo muchas veces inmensamente feliz por un tacto o palabra nunca antes surgida de sus manos o labios. Pero en ella, como si mi corazón buscará por primera vez resguardarse de un posible golpe fatal, empiezo a verla más como una buena amiga, una compañera de trabajo con quien la confianza ya esta ganada de su parte, como si la conociera desde años atrás. Eso no me quita el derecho de seguir disfrutando de los destellos de mi febril imaginación, en donde tanto en un correo, como en un papel, como en una palabra breve, confiese que los mismos sentimientos han recorrido en algún momento su corazón. Pero digamos que esto es por el lado escritor y no el enamorado. Es un tanto más fácil así desligarse de la responsabilidad de cualquier posible impacto.

Pero ya que hablamos hoy de relaciones, sean platónicas o muy platónicas, digamos de una vez que siento al respecto. Luego de mi poca pero apasionada experiencia, y luego de mi última relación significativa, que aún hoy me sigue moviendo el piso quiéralo o no, llegué a una conclusión. Ya no me apasiona ir buscando parejas por la vida, y mucho menos sexo casual con menos significación que una película pornográfica. No, ya no. Ahora, ni siquiera busco oportunidades en todo para una posible salida, un beso o abrazo amoroso. Tampoco me he vuelto un anacoreta que nunca más someterá a su corazón a la búsqueda de la receta del amor; por mi propia esencia, esto es un imposible. Simplemente, si llega una oportunidad, la aprovecho como pueda, usando al máximo mis habilidades. Llegado el punto, dejo el balón del otro lado de la cancha y espero la decisión de su jugador. Sea que siga el juego o lo detenga ahí mismo, me da igual. He dejado de ver en las mujeres posibles parejas, para ver ahora posible sabiduría. Aprovecho pero no busco, ese es mi slogan. Eso tampoco quiere decir que ya no ansío una pareja trascendental con quien compartir el peso de mi vida y alegrías, pues todavía la busco con fervor. Pero mi filosofía actual reside en la confianza en la eficiencia del universo más que en mi propia desesperación. Confiar, confiar, confiar. Como siempre.

Y para terminar este lunes cuando ya la comida se muestra lista para ser consumida, me ha faltado un detalle en todo esto de relaciones. Cuando digo mujeres, léase también hombres. Tampoco se me tache de buenas y ligeras como un homosexual consumado, pues no llega a tal punto. En cierta ocasión, estando todavía con mi novia pasada, mi suegra se refirió a mí como un hetero-flexible. ¿Por qué? Simplemente porque poco a poco he llegado a apreciar la belleza del hombre, a tal punto que me doy el lujo de formar mi propia impresión del hombre perfecto para mí. He de admitir también que la relación entre un hombre y otro me parece un hecho curioso y válido para experimentar; bien se podría decir que el bisexual tiene siempre más opciones de conquista, si hemos de buscar ventajas en todo esto. Veo en todo ello un sentimiento de emoción y entendimiento, algo nuevo por lo menos. Siempre tuve la divisa de que todo debía ser experimentado, para poder tener una opinión válida al respecto, y como lo hice con mi tatuaje, las drogas, el sexo, la música, la rebeldía, la obediencia, la soberbia, el misterio, y el carisma, una relación homosexual no debería ser ninguna diferencia. Pero en esto, sigo la misma política de relaciones; no busco oportunidades, pero si se dan, buscaré aprovecharlas. Sea como sea, puede que me de cuenta de mi inhabilidad para compartir con un hombre una relación, como se ha dado en varios casos de conocidos y amigos míos. Pero aún, siempre veré con ojos de aprobación tal reunión de almas, pues al final de todo este embrollo llamado relaciones humanas, en eso se resume. Sea hombres con mujeres, hombres con hombres o mujeres con mujeres, son almas eternas que buscan con quien aprender y enseñar. Simplemente aprendamos a trascender las simples máscaras y lo veremos como tal. Una magnífica fiesta de almas.

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