TiraEcol

Tira Ecol

miércoles, noviembre 29, 2006

Letras en medio de navidad

Hoy, dejando aparte un pesimismo que acusaba con acompañarme el resto de esta semana, me muestro lleno de energía, extasiado con un hecho o circunstancia que yo mismo desconocía. Miro discusiones en el centro de mi equipo y como un personaje que creía se mostraba desagradable solo para mí, entra en conflicto con cada alma que lo rodeaba, exigiendo respuestas ilógicas y soluciones improbables. Ahora, no es que hubiera extraído una satisfacción de la lucha que se desenvolvía ante mis ojos y oídos un tanto olvidadizos todavía de cómo escuchar y entender; simplemente era un cambio el saber que terminará como terminará tanto embrollo y conflicto, podría aplicar ese hermoso dicho que nos dice “El enemigo de tu enemigo se vuelve tu aliado”. Sabias palabras listas para ser aplicadas en esa ruptura de la ilusión del tiempo y el espacio, en donde siempre vienen a mano, si se ignora el cuando y el donde. Pero nuevamente, no me regocijo de la pelea; poco a poco se vuelve una confirmación de que el ser humano puede producir vergüenza en sus semejantes. Pero trasciendo las simples palabras intercambiadas, unas con aspereza y otros con manifiesto enojo, y el espectáculo, pues no pasa de eso, trae innovación al mismo trabajo que atenta a volverse monótono. Por lo menos, hay un lado positivo; es imposible dormirse con tanta emoción.

También, a pesar de no creer en la navidad como tal, me veo aprisionado en una trampa en la cual me metí con gusto y hasta con prisa; veo como compraré un regalo a la gata dorada, utilizando la hipócrita festividad como excusa. Pero vean en este caso no un hombre que deja sus creencias por un rostro hermoso, para buscar agradar representando un papel que no le corresponde; ella sabe en todo caso mis ideales y pensamientos acerca de esto y mentirle solo sería provocar una de sus tantas sublimes risas. Esto es más una acción de un hombre conquistador que aunque ve la batalla perdida de antemano, no pierde un segundo por nuevos posibles intentos de una fugaz victoria. Pude notar su magnífica cara cuando se negociaba la transacción y me gusta imaginar que en sus miradas alegres había un brillo curioso que sabía el real matiz de las palabras, disfrutándolo sin culpas ni barreras. Sea como sea, ya me he comprometido a sorprenderla con el regalo, y espero con ansías el momento de la entrega, en que talvez dejándome llevar por el momento, deje traslucir con mayor intensidad los rayos de mis verdaderos sentimientos. Afortunadamente, planear es innecesario y hasta estúpido en tales momentos, por lo que me atengo a la espontaneidad del futuro. Un futuro que bien podría estar pasando ya.

Pero dejando aparte mis planes maquiavélicos románticos, termino de leer un nuevo libro de ese fantástico escritor, que como si sus palabras fueran un heraldo del futuro lejano, vio sus fantasías cumplidas en la maleable realidad. Luego de presionarme por el tiempo de un británico que apuesta su dinero a la eficiencia del mecanismo humano para los viajes, luego de la cual termina ganando, no solo el dinero, sino también una enamorada esposa y un criado sumamente leal, me pierdo entre la África misteriosa, a bordo de un globo gigante que asemeja un monstruo para los nativos. Tuve mis conflictos con sus pasajeros, siendo el cazador el más problemático de todos, con su retorcido placer de matar más que apreciar, luchar más que dialogar, disparar más que pensar. Aún así, disfruto del viaje en general, riendo ante las ocurrencias del criado que se vuelve amigo, o del globo que muere en el caudal de un soberbio río. Y disfrutándolo, dirijo mis elogios al Dios Verne, agradeciéndole por sus historias en los diferentes ámbitos y localizaciones de nuestra amada Tierra; ni el suelo, ni el agua ni los aires fueron un obstáculo para él. Un grandioso genio, que estoy 100% seguro, se sabía como tal; realmente, no esperaría menos.

Y por fin, luego de su buen tiempo de inactividad odiosa, empiezo a escribir donde dejé ese maravilloso cuento de mi Jesús. Aún cuando me falta todavía, a razón de mis ojos cansados, avanzó considerablemente en su desarrollo. Logró pasar de una fiesta sangrienta y dolorosa a una cogida y baile, ambos terminando en un sublime orgasmo, y eso presenta ya un salto enorme. Tengo otra idea en mi cerebro, que flota como el embrión antes de nacer; primero tengo que parir por completo a este Jesús para empezar la labor de parto del siguiente hijo. Pues el artista es sobre todo eso, una madre que engendra poco a poco a sus semillas, que terminan por crecer solas y sin ayuda, solo consultando de vez en cuando el consejo de su progenitora. Y creciendo ellos, nos hacen crecer a nosotros; dando vida a nuestros cuentos, nos la damos a nosotros. Por eso el rol de escritor puede resultar tan gratificante; nuestros embarazos culminan en la misma dicha, para dejarnos como cicatrices hermosas marcas de experiencia y recuerdos, que en lugar de deformar nuestro cuerpo de imaginación e ideas, lo engrandecen. Somos madres orgullosas, que sin exponer nuestro cuerpo a cualquiera, mostramos con orgullo nuestros hijos, no sin su buena cuota de celo y cuidados. Después de todo, cada hijo es único, y bien lo dijo el dicho “El hijo más hermoso del mundo lo tiene cada madre”. Por eso, puedo aseverar: LOS MÍOS SON LOS MÁS HERMOSOS.

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