Empiezo dos cosas. El blanqueamiento de mi apariencia y el adorno de frases inteligentemente escritas en las paredes de mi hogar. Una molesto, y el otro cansado, pero procedimientos en los que poco a poco disfruto de su realización. Empiezo a terminar proyectos, o empezarlos, y maravilla la mía!, todos están encaminados a mi grandeza. Pero ahora que miro cansado la pantalla verde y azul de la computadora, y veo a lo lejos los carteles de colores y siento en mi mano el instrumento de la pureza, siento ver el final, el medio, ahora en el principio. Todo está pasando ya, las infinitas posibilidades de tiempo y espacio pasan en la duración de un parpadeo, pero indefinidamente. Y me pregunto, ¿Qué otros Simones estarán cansados hoy, y porque?
Fiesta ambiental es sinónimo de gente curioso pero no exactamente ávida; la experiencia desde hoy me lo dicta. Caminé, me moví, hablé, sonreí, y estuve al borde de las lágrimas de la alegría. Escalo de forma segura y rápida las escaleras de mi éxito y mi liderazgo inherente a mi personalidad, busco como complacer para luego ser complacido. Trabajé con fuerzas, y aún cuando el corazón planeaba darme un vuelco debajo de la luz del sol pronta a ser lluvia, seguí adelante, incansable, perfecto. Ahora, mañana, me podré dar el lujo de dormir todo el día si quiero, cosa harto dudosa debido a mi espíritu inquieto; carteles todavía por terminar, arroz que hacer, limpieza orgásmica que empezar.
Había un perezoso, dormido y cansado, harto de que lo movieran de un allá para acá; un perezoso que quería volver. Y en todo caso, el ser humano, ayer, se me mostró como ese perezoso. Un ser humano de pasos lentos pero seguros, aferrado a las ramas de su intuición. No todos son así, pues hay su buena cuota de ellos que intenta cruzar una calle y muere antes de ver la otra orilla. Aún así, y me cuento entre sus integrantes, un grupo selecto avance firmemente, sin falsear un paso, volviendo a sus raíces. Volviendo a lo que era desde el principio, cuando en lugar de estar en las ramas del universo, estaba en sus raíces en la cúspide de su copa.
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