TiraEcol

Tira Ecol

sábado, noviembre 25, 2006

Un libro y más

Me niego primero a retratar un sábado más; siempre leerán en él la misma limpieza y lavada, la misma excitación de ver todo limpia e inmaculado, como creo que mi alma está. En todo caso, sea como sea, no fue un sábado harto provechoso. Fue al salón central de comunicaciones cibernéticas de la localidad, primero para agregar estos días a esta página, segundo para recibir las críticas continuadas de un padre lejano escritor. Se me critico primero por falta de signos de puntuación del buen español; sea dicho de paso, es difícil pretender obtener tales palos y puntos cuando la computadora es detestablemente gringa. Pero este problema ya va siendo solucionado poco a poco, y para aquellos que lean y sean molestados por tal circunstancia, mis más sinceros perdones. Pero solo si realmente los necesitan.

También se me critico que grite a los cuatro vientos lo grandioso que soy, alegando que el líder y genio es aquel que no clama sus habilidades. Debo aceptar que estoy en parte de acuerdo a tal afirmación, pues creo sinceramente que las mejores habilidades de un hombre o mujer son aquellas que ni siquiera la persona en si nota. Pero por el otro lado, creo en los tres niveles de creación: Pensamiento, Palabra, y Acción. Diciendo las cosas con fe y firmeza, logramos una materialización de la misma en este universo, para luego pasar a la acción. Lo he probado varias veces y funciona. Aquí, podré tener puntos en contradicción con mi insigne padre, ateo como sé que es, yo religioso de mi Dios como soy, aún cuando ese Dios soy yo mismo. Pero eso solo garantiza lo delicioso en futuras charlas; sé por experiencia también, que personas que crean lo mismo exactamente, llega un momento en que se traban, a menos que pueden mantenerse en un progreso constante al mismo tiempo los dos.

Y hablando de conversaciones futuras con mi padre, viajo nuevamente a reunirme con mi familia, para escaparme a su parque y ser envuelto por la niebla, la misma que debía atacar a nuestro querido Phileas Fogg, cuando viajaba por el hermoso globo. Lo termine temblando de frío, como talvez sus protagonistas lo hacían de emoción. Me suponía su final, pero igual fui agarrado de sorpresa; pensar que la gano o la perdió por tal hecho, se vuelve interesantemente gracioso. Con la prisa del lector ávido, empiezo a leer otro; ahora es Poe y sus cuentos macabros los que tapizan mi mesa de noche. Solo resumo un libro que un lunes por la noche, había dejado en manos de una mujer, yo estando en un nivel depresivo máximo. Ahora, solo me falta encontrar otra vez el libro que también leía de mi amado Jesús, para seguir riendo y llorando con sus peripecias. Igual, tengo una cola enorme de libros, hecho que me hace feliz mientras sus dueños no empiecen a exigir lo que es suyo. Y si lo hacen, me escabullo. Jejeje. Talvez no, talvez sí.

Pero empecé a hablar de libros por una razón harto diferente de la que termine; no logró localizar el número de la persona guía para atravesar el pantano burocrático del pasaporte, y se lo hice saber a mi madre/amiga, para recibir un gesto de extrañeza. Sigo confiando en la eficiencia del universo, por lo cual seguiré llamando, a diario; en el momento que pueda contestar, seré yo su primera llamada.

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