TiraEcol

Tira Ecol

miércoles, noviembre 22, 2006

Visita sin permiso

Sí, lo logré. A pesar de mi compañía gringa interesada y maquiavélica, se me dio el día para descansar, así como el siguiente; la mejilla sigue inflamada, como una espinilla gigante que busca abarcar todo mi cuarto, dejando rastros de sangre por doquier cuando decide descansar, aún por razones desconocidas. El mismo doctor se asusto, al igual que mis coterráneos ante la visión y más de una persona me miró con extrañeza, sino con desagrado. Pero no me importo y miraba simplemente al otro lado, ignorando los ojos indiscretos y dolorosos. ¿Y el trabajo antes? Leyendo, como últimamente es típico de esperar. Ergo, me están pagando por terminar escritos, de fantasía y enseñanza, de templarios y amores, de ovnis y pirámides. Y realmente, pongo todo mi esfuerzo para ganarme ese salario; al fin de cuentas, leer 8 horas diarias seguidas no es tarea para aficionados.

Una vez pude caminar libre de la jaula telefónica, me encamine, audaz y sin permiso, a mi hogar. Había tomado una decisión y aún el hecho de no consultarla con nadie fracasaba en angustiarme; quería ir y hasta dormir en compañía de mi familia de verdad, no de sangre. Fui recibido con abrazos, comida, juegos, bromas, sorpresas, y charlas; uno que otro banano decidió ser parte del espectáculo. Lo común cuando uno se llega a acostumbrar a un lugar de locos, no, de genios. Genios gigantes, todos destinados a dejar una huella del tamaño de un mundo.

Al final, los acontecimientos serios se pusieron, solo para terminar en una promesa personal de apoyo sin límites; lo daría todo por esa amiga que lloraba, sin dudarlo y con una sonrisa en mi rostro. Me dije entonces, para mí solo, sin más testigos que mi mente y mi corazón, que buscaría estar para ella, con ella y por ella. Talvez, en mi faceta de joven que apenas sobrevive, sea poco en el ámbito material que le pueda dedicar en su honor; sé también que esto sería lo menos importante. Le puedo dedicar mis sonrisas, mi alegría, mis chistes y humor; la frase oportuna para borrar las lágrimas o juntarlas con risas escandalosas. Con ese pensamiento me fui a dormir en una sala gélida; que ese techo que me resguardaba de morir congelado era el mismo techo que guardaba lo mejor posible a las 6 personas que más quiero en este momento, dejando a parte los problemas, las constantes bromas, el eterno pasado, y los futuros conflictos. Son, después de todo, MI FAMILIA, y en mayúsculas.

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