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Tira Ecol

viernes, noviembre 03, 2006

El amor como una obra maestra culinaria. Dulce Analogía

¿Por donde comenzar a contar los miles de hechos de hoy? ¿Por donde iniciar el laberinto de palabras, pensamientos y acciones de las que tanto estoy orgulloso hoy? Bueno, obviando el hecho de que el tiempo es un simple artilugio irreal, usemos sus mismos ilusorios servicios y sigamos una cronología diaria. Al final, cuantos hombres grandes y mujeres magníficas han hecho lo mismo ya? Tonces, caminemos un rato con ellos, nada se pierde.

Ni me detengo ya a contar, por mas palabras floridas o imaginación grandiosa, mis horas en el trabajo; nada cambia, con la gata amarilla siempre con el juego del gato y el ratón, donde los papeles se intercambian maravillosamente, una dentista ausente con la que espero seriamente volver a hablar, unos cuantos malentendidos, un jefe enojado, un jefe idiota, un jefe superficial, y todos ellos, siendo el mismo. Pero pude escapar corriendo por la puerta de la justificación médica, y así, dejé atrás muy antes de tiempo, aquellos clientes de un país tonto, una sociedad estúpida, y unos cuantos de sus ciudadanos reflejos dignos de su territorio. Sí, la dejé atrás, pero no con todo el placer que podría acompañarme. Tenía una cita, con el T.A.C(Tratamiento Astuto del Calvario), y lo peor talvez o mejor, era indiferente en el momento, iba acompañado; acompañada por la muy conocida protagonista de muchas de mis palabras y recuerdos en este escrito mental. Por fin, la cita dichosamente fue cancelada, y en un destello de rebeldía, me rehusé a repetir el procedimiento. Si he de morir por algo en la cabeza, listo; de todas formas hubiera rehusado una operación. Por lo tanto, de ahora en adelante, y lo afirmo con todas mis fuerzas, ya estoy bien, genial y mi cerebro es un dichoso manantial de perfección. Pero estar con esa maravillosa mujer se probo todavía difícil, y luego de abandonar por temor varias posibilidades del diálogo, expuse mis sentimientos en un bus ruidoso, donde sabía no poder escuchar todavía todo lo que me podrían decir; sí, un total cobarde, lo sé, o por lo menos, precavido hasta decir basta. Pero un ligero cambio se noto en el ambiente, y de la nada, una conversación remedio todo; una divina conversación.

Piensen en el amor como una obra maestra culinaria; una obra maestra que necesita de dos componentes esenciales: Los ingredientes y la receta. Ahora, luego de hacer 24 de aquellas afirmaciones en que debía escribir como todas las mujeres me amaban, me aceptaban y se interesaban por mí, y de tener como respuestas a todas las afirmaciones culpas, odios, injusticias, estupideces siendo todas achacadas a mí, una respuesta diferente surgió. Una que me eximía de toda culpa, así como a todas las demás mujeres. Aun así, estar con la mujer fabulosa que es mi mejor amiga, dolió y no pude evitar sentirme como la mierda de días pasados; una mierda tirada al borde de la carretera. Y me refugie en la lectura, mientras todos los que me rodean desaparecían en alguna película, o juego, o risas o amigos. Viajé al dichoso parque con el que he visto mis primeros abrazos, dos amores magnificados, un año nuevo fabuloso, juegos con un hermoso humano perro, el mismo parque que me ha amparado bajo la luz de la luna, yo tembloroso y feliz. Leí hasta que la noche se cernió de improviso, privándome de la luz necesaria para continuar mi lectura; obviamente, no recuerdo como activar en mis ojos el modo nocturno. Sin nada que hacer ya, pero sin ánimos de regresar todavía, decidí, retomando una actividad que no llevaba a cabo en mucho mucho tiempo, meditar, mirando primero las luces de la ciudad abajo, luego cerrando los ojos y sintiendo el frío helado recorriendo todo mi cuerpo. Poco a poco, una defensa extraña, pero reconfortante, me protegió del viento que azotaba mi cara y pecho, siendo el resto de mi cuerpo todavía víctima de sus designios. Y pregunté, por alguna acción directa de la intuición, si mi idea del amor estaba correcta; y la respuesta no se hice esperar. Una bella respuesta.

Entonces, el amor esta constituido de ingredientes y la receta; los ingredientes son sus cualidades, como el ser cariñoso, detallista, preocupado, atento, y demases, y la receta, y aquí llegamos al punto clave de mi respuesta a tantas afirmaciones, pues esta, yo no la sé. Desconozco la receta del amor, y me doy cuenta entonces que no estoy tan lejos de mi mejor amiga que no estaba para amar y lo admitió a tiempo; la diferencia es que entre ella y yo, por mis experiencias poseo ya varios ingredientes, sino muchos, que constituyen la base para el amor, y que yo ya estoy lanzado a la vida para buscar la receta, mientras ella va apenas por mi etapa pasada. Su mérito constituye en admitir lo que nadie hace; el ser humano no sabe amar. Confunde el platillo con los simples ingredientes, y en eso radica su magno error. Hasta que aprenda a amar, mis relaciones, como lo son las del resto de la humanidad, se constituirán en robarse energía y luchar una campaña sin sentido como el buen libro de la Profecía indicaba, una vez el hombre alcance la iluminación o el recuerdo de su divinidad y por lo tanto, de la receta del amor, sus relaciones serán un progreso constante y compartido, y no una carrera simple y estúpida. Y ahora, explico porque materializo que me rechacen. Pues es simple; busco el recuerdo de forma hambrienta de la misma forma que mi alma busca a sus similares. Quiero recordar ya, quiero evadir la cola en la que cae el común de la gente y volar por los aires mirándolos con compasión; sé que no soy parte de ellos, que recuerdo más, y por eso, no creo caer en las clasificaciones del resto de la plebe, siendo plebe mi pueblo., incluyéndome. Entonces, el universo me definió que si eso era lo que quería, perfecto, pero que luego no me quejará. Cada mujer que me deja, me señala que me falta por aprender, un recordatorio aparentemente cruel, pero que al fin y al cabo, escogí. Recordatorio que puedo dejar de convocar, buscando ahora otras nuevas formas de lograr el mismo objetivo. Pero en resumen, no sé amar, no lo recuerdo, y mientras tanto, estoy en aprendizaje. La humanidad apuesto que está casi toda igual, pero todavía no han despertado a la verdad. Yo sí, yo sí.
Eso fue lo que me dijo la divinidad en mí cuando medite en el parque; me confirmo que esto era así, y que por la misma razón, no debía sentirme mal. No era mi culpa, no la era de nadie, simplemente estaba recordando y los supuestos errores eran usuales. No es mi culpa, por más que el simple hecho de querer recordar, deseándolo de una forma casi voraz. Y finalizando la conversación, mi Dios me abrazo y me beso la cabeza y me dijo que todo estaba bien, sentí su tacto y su calor y todavía ahora me llena de alegría. Terminado todo, pude volver a aquel hogar, solo para, como confirmación de mi Dios que todo estaba bien, recibir la llamada de mis amigas de verdad que tanto extrañaba, para viajar inmediatamente a su reunión, y reír, abrazar, besar, cantar, discutir, y recibir una discreta echada de cuento, mientras miraba sonrisas conspiradores que no presagiaban nada malo; igual, nada paso, y esta perfecto pues mi intuición me indica que paso lo que tenía que pasar. Igual, el futuro es inmenso, infinito, y no tiene punto negar una posibilidad, por más improbable que nos parezca. Después de todo, y antes de irme, la conversación cumplió su prometido. Pude ver a mi amiga como tal, pues ya la imagen de mujer que amaba no aplicaba tanto, al darme cuenta que todavía no la he amado seriamente. Y pude recibir sus caricias y ser feliz, solo por ser de mi mejor amiga y no de mi ex novia. No crean, no dejo de pensar; talvez sea con ella que ame de verdad, después de mis posibles futuras experiencias. Talvez sea con ella que evolucione compartiendo y no competiendo. Pero ahora, realmente no importa. Estoy feliz; no es todos los días que se recibe el abrazo y beso de un Dios.

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