TiraEcol

Tira Ecol

domingo, noviembre 12, 2006

Un domingo de película

Un domingo que fue realmente un sábado, eso explica bastante bien el día de hoy. Un domingo que como sábado estuvo acompañado de olor a ropa lavada y secada, a agua fría de un congelador malo, y del placer de saber poseer el derecho de dormir y dormir. Un sábado adomingado en que cocinar era lo obvio para la supervivencia, y que luego de muchos ojos casi cerrados y dormidos, pude terminar esos carteles que coronan ahora mi hogar como muestras de grafittis eternos y memorables. Y ya cuando había terminado, una duda recorrió mi cuerpo y desbordo en unos dedos ágiles prestos a comunicarse con alguien. Realmente, ¿quería estar solo hoy?

Y no, esa era la respuesta. No. Y apenas hube comprendido esto, me encamine a mi verdadero hogar, con sandalias y medias calientes, y un jugo de naranja recién absorbido en mi estomago. Pude ver, por fin, la muestra de cine del libro que me desvivió en su momento y acompañado por un hermano, exhale con dificultad, primero por ignorancia, luego por sorpresa. Maravilla de películas japonesas que no siguen el orden cinematográfico normal de inicio, clímax y desenlace; igual que con su literatura, los japoneses siempre sorprenden. ¿Como no amarlos por eso?

Y pido perdón; los resúmenes diarios se vuelven cada vez más cortos. Y justifico, para el lector invisible. Últimamente llegó a mi casa a dormir, o a leer un poco, sino es que un dolor de cabeza ilusorio domina mi vista. En todo caso, no estoy en momentos de escribir, ahora que recién he terminado mi último cuento; ventajas del escritor. Él escoge cuando quiere seguir su profesión o tomarse un descanso. Al final, los artistas somos dioses alados, que también, somos nuestros propios jefes. Jefes del destino del universo.

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