TiraEcol

Tira Ecol

jueves, noviembre 30, 2006

El placer de la conquista

Hoy el día sin ser monótono, tiene poco que contar. Pero si he de enorgullecerme de esta tarea que realizo todas las noches, ignorando el cansancio o el sueño inminente, algo tengo que narrar, por más nimio que pueda ser. Movido por esta idea, reflexionó sobre el día y pocas corrientes de pensamiento me mueven en una u otra dirección. Pero siendo necio como solo yo, siempre habrá algo que contar, por lo menos mientras mi vida lleve los rumbos actuales. El amor idealizado.

Pues en efecto, hoy me doy cuenta que a pesar de mis múltiples amores platónicos e idealizados, mi facilidad no provine de mis sueños en sí, sino simplemente de la realidad del día cotidiano; lo que me alegra es echar el cuento usando palabras indirectas, elogiar sin ser obvio, intercambiar palabras que ignoro son usadas con el mismo propósito que me gusta imaginar. Poco a poco, va careciendo de importancia las miles de escenas que como escritor narro en mi mente sobre encuentros, besos robados, abrazos imposibles, vivencias inigualables; hay veces que mirar a la gata dorada a los ojos y recibir algunas palabras de broma es suficiente. Prefiero empezar a acostumbrarme a esta noción de mis amores imposibles actuales, es al fin y al cabo, la mejor receta contra un golpe emocional. Pero ojo, no es tampoco que los huyo como un cobarde; comer mierda me ha enseñado mucho, y los golpes emocionales inexorablemente me han hecho más fuerte, por lo que sin preferirlos de una vida de amor e ilusiones, no niego su apoyo. Eso sería algo digno del tonto o insensato.

Y por último, antes de entregarme a las dulces estancias de mi cama, me falta poco para terminar el cuento de ese Jesús que entre más escribo, más amo. Él, siendo libre, ha hecho sus buenas acciones; como lo diría el buen libro de Sofía, soy de la creencia que como escritor soy simplemente un creador de mundos, con vida incluida. Pero como creador de vida, doto de albedrío a la misma, reduciendo la tarea del artista a observar las acciones de sus protagonistas y describirla con la mayor precisión posible. Una vez empezamos una historia, es cuenta de los personajes si mueren o viven, si aman o sufren, si suben o bajan. Y fiel a mi teoría, mi Jesús me hace sentir orgulloso. Sin ser mi hijo, lo abrazaría con amor, dejándome acurrucar en sus brazos calientes por los rayos del sol, que como diría el mismo cuento, “Muere poco a poco a lo largo del día, para resucitar al día siguiente”. Y me hubiera encantado terminar hoy, pero entre más escribo, más mis ojos cansados reclaman un descanso, y yo, siendo débil por los caprichos de mis sentidos, los obedezco sin reclamo alguno. Realmente, se lo merecen.

No hay comentarios.: