En cierto. Escribo esta tercera vez, ya cuando el recuerdo de los tantos mensajitos de Percantilla se pierde, para decir que no he dormido bien ultimamente y que hoy, después de haber terminado los 600 diarios, no espero dormir bien. Y lo peor, no hay remedio alguno...
Gaby es lo que falta. Su peso en su lado de la cama. Su calor en el frío de la soledad y su abrazo cuando las razones asaltan al corazón. Me hace falta poder abrir los ojos y verla a la cara, dormida. Sentir su respiración chocando con la mía y creando galaxias de fantasías. Extraño el poder acariciarla y verla sonreír, o hacer pucheros cuando uno la trata de levantar. Extraño su desorden al levantarse, su sonrisa, las migas de pan con natilla en la cama. Tanto extraño, que no duermo.
Porque cuando cierro los ojos, sé muy bien creer que está ahí. Pero no la encuentro, no escucho el latido de su corazón escuchando al mío decirle que lo ama. No siento su aura, del color que este, de la textura que este, con ese inconfundible olor a Gaby, a amor, a hogar. Hasta ahora lo entiendo. Gaby es mi hogar y si ella no está en este apartamento, pues solo son cuatro paredes que me protegen sin brindarme calor.
Te extraño Gaby... Buenas noches.
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