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viernes, enero 25, 2008

Un libro más, un libro menos

"Todo exige tiempo; cualquier acontecimiento requiere preparación. La revelación de un genio en un pueblo cualquiera es el fruto de millones y millones de seres que le han precedido; un momento eestelar de la Humanidad significa la sucesión de horas, días, meses y años, al parecer estériles, que no se explican hasta su culminación en algo decisivo" (Momentos Estelares de la Humanidad, Zweig)

Aunque del libro de Stephan Zweig sólo llegué hasta esa frase y un poquitito más, por una disputa que tuve por su forma de exponer la forma de trato de Vasco Nuñéz de Balboa para con los indígenas, me sirve por lo menos como preámbulo de lo que querría decir del libro del Romance de Leonardo.

Aunque el romance no era de una forma carnal ni mucho menos (a pesar de su amor por Monna Lisa), ni significaba la exposición de la teoría de la homosexualidad del maestro, si era simplemente una forma de expresar que Da Vinci, según el autor, era simplemente un panteísta que veía a Dios en todo, y a todo lo amaba. Ese era su eterno romance.

Un romance que lo llevaba a acometer sus obras buscando un ideal tan perfecto que era inalcanzable, aún para él; por eso nunca terminaba la que empezaba, ni aún la famosa Gioconda. Pero que fue un genio, lo fue. De sus inventos y obras de arte podemos tal vez sólo conocer una pequeña parte, pues hasta hace poco se decía de como la famosa Sábana de Turín pudo haber sido el primer intento en negativo de una fotografía, del dulce maestro cuando fuera adulto, pero no todavía anciano. Y de su forma de ver al mundo, conocemos todavía menos.

En Leonardo, me encontré con algunas partes de mi mismo. Me encontré con ese odio a la autoridad, con esa libertad sobre todo lo demás, y con ese deseo de volar, por los cielos, por la sabiduría y por la eternidad. Aunque si tuve mis disputas cuando le valía picha lo que pasaba a su alrededor, perdido en su mundo de ideas que nada dejaba al mundo más que armas de guerra con las que mataban a sus compatriotas y muros con los que defendía a sus enemigos, al final pude entender de que Leonardo no le importaba porque ningún lugar fue su patria. Anduvo vagando toda su vida sabiendo que era diferente y que, como diría el autor en algún momento, había nacido temprano, muy, muy temprano.

Pero por lo menos, terminé el bendido libro que llevaba ya como un año leyendo, pues lo dejaba botado por lo cansadas que pueden ser las descripciones. Pero puedo asegurar que después de la página 100, todo eso se olvida. Así que ahora ando buscando que leer, o que escribir, para matar el tiempo. Ahora más tarde viene la querida y perdida de Dunia, para hacer feo un rato, lo que significará trabajar por lo menos 150 a las 5 p.m, dentro de dos horas. Tal vez duerma, o tal vez no haga nada. La verdad... ¿Qué y si soy un vago?

Para terminar, hago aquí notar que Malis, en un intento de decir algo interesante, mencionó lo siguiente: "la peregrinacion s un viaje a un lugar sagrado de devocion en el q los fieles esperan la obtencion d una gracia divina". Aunque realmente todos ya sabíamos eso, pero es interesante pensar que Malis, sin saberlo, mencionó esa gracia divina que el viejo Leonardo, siempre quiso obtener, y que al final de su vida, siendo comparado con Juan El Precursor, pudo haber obtenido por fin.

¡Cambio y fuera!

P.S: ¡Lo logré Gaby, terminé el libro! ¿No nos hace feliz eso a todos? Ya sabés, espero que vengás el Viernes de verdad, y nada de quitarse. Y también, tené presente de que te voy a secuestrar, tonces... Shhh... No le digás nada a tus papás.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hell yeahhh! salgo 3 veces aki yupiii jajajajajaja

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